Ocho votos de diferencia fueron los que evitaron la destitución de Pedro Pablo Kuczynski como presidente del Perú por parte del Congreso. El juicio contra el mandatario por su vinculación en la red de coimas de la brasileña Odebrecht necesitaba el voto de al menos 87 de los 130 legisladores.

En la madrugada de este viernes, la iniciativa de la oposición consiguió 79 votos, 19 en contra y 21 abstenciones. “Pido profundas disculpas y espero que el Parlamento entienda la magnitud del error que pretenden cometer. El daño no me lo harán a mí, sino al país”, había dicho ante el pleno del Congreso el presidente, minutoas antes de saberse cuál era su suerte.

La clave fue la abstención de nueve diputados de Fuerza Popular, el partido de Keiko Fujimori, que aportó solo 61 votos afirmativos. Si el bloque no se hubiera dividido, se habría producido la caída de Kuczynski. Entre los nueve abstencionistas estuvo Kenji Fujimori, hermano menor de la líder del partido, quien ya había sido apartado del bloque. Un vocero de Fuerza Popular calificó lo ocurrido como “traición” y anunció un sumario interno contra los díscolos.

La hija del ex presidente Fujimori, condenado por crímenes de lesa humanidad, dijo hoy por Twitter que estaba “orgullosa de nuestros 61 congresistas que se mantuvieron firmes en la lucha contra la corrupción”, en un claro apoyo a la destitución del actual mandatario.

El fracaso en la votación también se debió a la abstención del bloque Nuevo Perú, cuyos diputados se retiraron del recinto cuando estaba por comenzar la votación. “Vamos a construir, con las organizaciones sociales, con todos y todas las que amamos y defendemos al Perú del autoritarismo y la corrupción. Luchando contra el indulto a Fujimori, una forma de impunidad que no es negociable”, señalaron en un comunicado, en el que afirmaron que se abstuvieron “para no formar parte de la disputa entre el golpismo y el lobbismo”.

De haberse consumado la destitución, se hubiera abierto un escenario complejo. La Constitución del Perú establece que hay dos vicepresidentes. Le hubiera tocado asumir al vicepresidente primero Martín Vizcarra, pero tanto él como la vice segunda, Mercedes Aráoz Fernández, habían adelantado que no serían "parte de un gobierno que nazca de una maniobra injusta", parafraseando al propio Kuczynski. Eso hubiera obligado que asumiera del presidente del Congreso, Luis Galarreta, con el compromiso de convocar a elecciones en un año.

Galarreta, manco de nacimiento por una malformación que lo obliga a usar garfios, pertenece a Fuerza Popular. Vale decir que el fujimorismo hubiera podido recuperar el poder que perdió en 2000, cuando Alberto Fujimori renunció desde Japón. Lo que su hija no consiguió en 2011 y 2016 se habría logrado por una movida palaciega.

El escándalo se desencadenó cuando la Fiscalía a cargo de la investigación del caso Lava Jato en Brasil constató pagos de casi 800 mil dólares a una consultora de Kuczynski entre 2004 y 2006. Eso dio paso al expeditivo trámite parlamentario, mientras el Presidente defendía su inocencia. La crisis se precipitó en el mismo momento en que Keiko Fujimori era investigada por el financiamiento de su campaña y por las sospechas de sus probables vínculos con la trama de sobornos de Odebrecht.

Mientras tanto, la causa judicial sigue adelante. La fiscal Ángela Arévalo llega hoy a Lima desde Brasil con el audio del interrogatorio que hace un mes le hizo a Marcelo Odebrecht, cuando éste fue consultado sobre sus vínculos con Kuczynski, Keiko y el ex presidente Alan García.

Perú es el país con mayores derivaciones del caso Lava Jato fuera de Brasil. Además de la investigación que casi hace caer a un presidente y que tiene en la mira a la principal líder de la oposición, el ex mandatario Alejandro Toledo está prófugo, acusado de haber cobrado 20 millones de dólares. Para hacer más complicadas las relaciones entre Kuczynski y Fuerza Popular, se mantiene latente en la política peruana la posibilidad de un indulto a Fujimori, una medida que podría darle algo de oxígeno a un presidente acosado.