En lo que va del 2025 se denunciaron más de 5000 casos de ataques de viudas negras en el Área Metropolitana de Buenos Aires (AMBA). La ONG Defendamos Buenos Aires relevó que en casi 8 meses se contaron 25 víctimas fatales y se robaron 1000 millones de pesos de esta forma.

Esta modalidad delictiva, retratada y mayormente debatida tras el éxito de la serie Viudas negras, coprotagonizada por Malena Pichot y Pilar Gamboa, comenzó a tener una mayor relevancia en toda la Argentina en los últimos meses. Las principales zonas afectadas son la Ciudad de Buenos Aires y el Conurbano bonaerense.

El director de la ONG Defendamos Buenos Aires, Javier Miglino, advirtió que "las viudas negras constituyen el mayor temor criminal para los hombres en la Argentina". Además, destacó el rol de las redes sociales para este tipo de delitos. "Los bares y boliches siguen siendo la mayor zona de ataque, pero ahora el 50% de las víctimas caen por aplicaciones como Tinder", describió.

El modus operandi

En la mayoría de los casos esta modalidad delictiva comienza con la seducción de una mujer a un hombre, quien la invita a su domicilio. Independientemente de si habían consumido alcohol previamente o no, condicionan la situación para continuar bebiendo.

En ese momento la delincuente coloca en el vaso de su víctima alguna sustancia que lo duerme. De ese modo genera el momento en el que puede concretar el robo sin ningún tipo de resistencia.

El último hecho

El caso fatal más reciente fue el de la muerte de Jonathan Quispe Quenta, un joven de nacionalidad boliviana de 19 años que murió a mitad de julio en su casa de Ciudadela luego de ser drogado por tres viudas negras que conoció esa noche junto a sus amigos en un boliche de Liniers.

Por lo que trascendió, aún no encontraron a las responsables del fallecimiento de Quispe Quenta y se cree que las mujeres podrían haberse fugado de la Argentina. En este caso las sospechosas habrían usado escopolamina, también conocida como burundanga, otra droga habitual en este tipo de delitos que provoca amnesia temporal, cuyo rastro se pierde en la sangre e inhibe la voluntad de la persona drogada sin hacerle perder la conciencia.

Según Daniel Adler, un especialista en seguridad internacional, la persona escopolaminada "permanece despierta pero pierde el control de sus decisiones". De esta forma una persona puede acceder a situaciones que no lo haría en otro estado a pesar de que pueda perjudicarlo. Además está comprobado que la escolopamina o burundanga puede causar problemas como depresión, ataques de pánico y de ansiedad, y otros problemas cognitivos.

El caso del joven nacido en Bolivia aún está en etapa de investigación bajo la UFI Nº1 de San Martín y asemeja a otros ocurridos en Colombia, Chile o Perú, donde la burundanga es aún más utilizada para estos crímenes. "Es cuestión de tiempo para que el fenómeno se expanda aún más", lamenta Adler.

¿Una posible solución?

Este modalidad delictiva cada vez más presente en Argentina y en América Latina debe contar con dos partes para reducir la criminalidad, asegura el especialista en seguridad internacional. En principio hay que generar una inteligencia policial más efectiva, para contar con efectivos policiales de encubierto en bares, cafés, boliches y demás lugares donde suelen ocurrir estos ataques.

Además es fundamental el compromiso ciudadano desde la contrainteligencia civil, para que las comunidades puedan identificar situaciones peligrosas en base a actitudes sospechosas, leer el lenguaje no verbal y observar patrones de conducta, entre otros aspectos que denotan la próxima ejecución de este tipo de delitos. 

"Enseñamos a advertirles cómo eligen a sus víctimas, cómo se visten, qué colores usan, cómo hacen inteligencia previa. Todo eso puede marcar la diferencia" explicó Adler, quien sostuvo que con esta táctica de "denuncias anónimas y trabajo encubierto, eliminamos esta problemática en Ecuador en menos de 90 días".