Cuando en agosto de 2010 Phil Selway lanzó su primer disco solista, Familial, una bucólica colección de canciones acústicas con composiciones propias basadas en guitarra y voz, lo hizo durante una pausa en la recta final de la grabación de The King of Limbs, el disco rítmicamente más complejo de Radiohead al punto de que para tocarlo en vivo sumaron a un baterista más a la banda. Editado a través de Bella Union –sello británico que cuenta en su catálogo con artesanos de la canción como Beach House o Mercury Rev–, aquel debut en solitario del baterista sorprendió por su calidez y un sonido cristalino intencionalmente alejado de sus incursiones experimentales junto a la agrupación de Oxford. Desde entonces, en paralelo a las giras y grabaciones de la banda, Selway trazó un camino personal como cantautor y arreglista que afianzó cuatro años más tarde con Weatherhouse, un trabajo más complejo a nivel rítmico e instrumental a través del cual –despojado de aquel ejercicio de coraje que significó su primer paso inicial– se desentendió de las comparaciones inevitables con su banda para permitirse poner en práctica los métodos de producción que habían aprendido junto a Yorke y companía a lo largo de treinta años de carrera. Hoy, siete años después de aquella primera incursión en solitario, Selway acaba de dar un nuevo paso con Let Me Go, la minimalista banda de sonido que escribió para una película independiente británica a través de la cual, una vez más, amplió el abanico de sus posibilidades dando un nuevo rumbo a su música.

Dirigida por la británica Polly Steele, Let Me Go está basada en un bestseller del mismo nombre, un obra autobiográfica de la escritora alemana Helga Schneider que narra la relación de la autora con su madre, guardia de un campo de concentración durante la Segunda Guerra Mundial. “Tuve la suerte de contar con el guión desde mucho tiempo antes de que comenzara la filmación, así que muchas de las ideas iniciales para la banda de sonido surgieron como respuesta a la complejidad emocional de la película”, afirma Selway, que se abocó a ese trabajo durante las mañanas libres que tuvo durante la grabación de A Moon Shaped Pool, último disco de Radiohead. Para Let Me Go interpretó composiciones propias en pianos, guitarras y teclados y fue acompañado por un cuarteto de cuerdas y la joven multiinstrumentista londinense Quinta, quien ya había participado en varias canciones de Weatherhouse. “Una vez que comenzaron las filmaciones, fui adaptando esas ideas iniciales al agregado de cada etapa sucesiva del proceso, desde la fotografía al diseño de producción o la performance de los actores”, continúa el músico. “Dado que es una película con una veta emocional muy marcada, me pareció que la mejor manera de ir con eso era acompañar las escenas sin acentuar demasiado la música: más allá del excelente trabajo de los actores, no hay nada en la película que reclame el centro de atención, y la música va por ese camino también”.

Una voz en el teléfono

Bautizado por sus compañeros en Radiohead como “Mad Dog” (broma que refiere en modo irónico a su personalidad, de las más tranquilas del grupo), Philip Selway nació en 1967 en Abingdon, una de las ciudades más antiguas de Inglaterra, ubicada a 13 kilómetros de Oxford. De perfil bajo y modos amables a la hora de expresarse, una de las facetas menos conocidas del baterista y compositor es el extenso trabajo voluntario que realizó desde su adolescencia con los Samaritans, una agrupación que brinda contención telefónica en el Reino Unido desde hace más de cincuenta años: “Mi experiencia allí fue una parte muy grande de mi vida. Tenía diecinueve cuando me ofrecí como voluntario y desde entonces lo continué durante veinte años. El propósito del grupo es prestar un servicio para escuchar a la gente, sus historias, y ponerte en su lugar para comprenderlos. Después de esa experiencia terminás convirtiéndote en alguien que todos los días trata de prestar más atención a lo que otros tienen para decir. Y de alguna manera eso se traslada a la música, a ese proceso de escuchar y responder a lo que sucede con los otros, con sus ideas, sus arreglos y lo que propongan desde lo musical durante una grabación, un ensayo o un show en vivo”.

Autor también de la banda de sonido de una pieza de danza contemporánea  estrenada en 2014 por la prestigiosa compañía británica Rambert Dance Company, Selway está casado desde hace dos décadas con su novia de la adolescencia, con quien tuvieron tres hijos varones. En mayo de este año, el músico celebró sus cincuenta años de edad: “Gracias por recordármelo”, ríe cuando se lo mencionamos. Esquivo a la hora de hacer balances, afirma: “Trato de escaparle a cualquier idea de tributo. Por supuesto estoy muy orgulloso de lo que alcancé en este tiempo, pero al mismo tiempo tengo un sentimiento particular con todo lo ligado a lo creativo. La coreógrafa Twyla Tharp, una artista que admiro, escribió una autobiografía muy buena cuando estaba en sus cincuenta. Ahí dijo que recién a esa edad sintió que a nivel creativo se acercaba a su línea de largada: ese es el exacto lugar en el que me siento ahora”.

¿De qué manera afronta esos retos creativos que surgen en cada nuevo disco de Radiohead o su carrera solista?

   –Cada uno de esos pasos requiere mucha paciencia con uno mismo, y creo que hay mucho de contener los nervios también. Cuando trabajás en algo creativo con otras personas y tratás de brindar una respuesta al diálogo creativo que se genera, hay un punto en el que podés llegar a sentir que no estás del todo preparado. Pero eso no es más que un aviso de que estás saliendo de tu zona de comodidad, por eso creo que a la par del esfuerzo es importante reconocer ese sentimiento de incomodidad inicial y entenderlo como algo positivo, porque significa que estás ampliando tus posibilidades, te estás expandiendo.

¿La canción “All Eyes on You”, del disco Familial, trata acerca de ese tema?

   –De alguna manera sí, esa canción es de las más viejas, la tenía guardada desde los noventa y trata acerca del pánico escénico, esa sensación que por ejemplo nos pasó en Radiohead en los comienzos, cuando éramos una banda que se tomaba las cosas en serio pero a la vez como una especie de hobbie. Y de pronto, cuando firmamos nuestro primer contrato y pasó lo que pasó con “Creep”, todo se convirtió en algo demasiado grande. En momentos así te puede pasar de estar todo el tiempo tratando de estar a la altura y te hablás constantemente para calmarte de toda esa locura que te rodea, al menos es lo que me pasó a mí en esos días. Pero es parte del proceso que atravesás para desarrollar mecanismos para lidiar con eso. Y de a poco aprendés a disfrutar de ese proceso, disfrutás de los nervios que te vienen antes de un show. Y aprendés que, aunque entiendas mejor todo lo que te rodea, nada de eso va a evitar que haya cosas que salgan mal, pero al menos vas a estar más preparado en caso de que suceda.

DÍAS DE RADIO

Los miembros de Radiohead se conocieron durante sus años como estudiantes en el colegio secundario Abingdon School. El cantante Thom Yorke y el bajista Colin Greenwood eran compañeros de curso. El guitarrista Ed O’Brien y Phil eran un año más grandes. Jonny Greenwood, hermano de Colin, actual guitarrista principal y una de las fuerzas creativas de la banda, era tres años menor: decidido a ser parte del grupo como fuera, en aquellos días tocaba la armónica. “Nuestro primer concierto fue en los ochenta, junio de 1986, justamente el año pasado se cumplieron treinta años”, recuerda Selway. “Éramos una banda más grande, de siete miembros, con saxos. Y probablemente no éramos tan buenos como creíamos (risas). O sea, teníamos nuestras propias canciones, ensayábamos mucho... Nos creíamos endemoniadamente buenos, pero después salimos a tocar en vivo y las reacciones de la gente no fueron las que esperábamos. Era un material bastante bueno y ya se podía reconocer el potencial musical de cada uno de los miembros de la banda, sólo ocurrió que en aquel momento todavía no habíamos desarrollado las habilidades que se necesitaban para hacerlo como queríamos”.

Con Ok Computer, que este año cumplió veinte desde su edición, se reinventaron a través de una nueva manera de tocar y grabar. ¿Cómo llegaron a ese proceso?

   –Para el momento en que llegamos a Ok Computer, y sobre todo después con Kid A, estábamos buscando maneras de aprovechar el estudio de grabación de la manera en que se utilizaba en la música electrónica. Esos métodos cambiaron las dimensiones de lo que hacíamos musicalmente, especialmente al momento de llevar esas canciones a la ruta. O sea, había que encontrar maneras de replicar en vivo aquello que habíamos hecho en estudio, y eso finalmente reconfiguró la manera en que tocamos y cómo concebimos desde entonces nuestras ideas musicales.

¿El ingreso de Clive Deamer a la banda como segundo baterista en la época de The King of Limbs tuvo que ver con eso, con replicar de manera orgánica los ritmos programados en estudio?

   –Eso sucedió por la manera en que grabamos ese disco. Rítmicamente había muchas texturas diferentes a las que no habría podido hacerles justicia con sólo una batería. Entonces nos acercamos a Clive, fui yo quien lo hizo. Afortunadamente dijo que sí, y en lugar de tener un baterista y un percusionista pensamos en tener dos sets completos de batería. Al final se dio una dinámica muy buena, donde cada uno se hace cargo de partes diferentes que en un punto se funden, y cuando eso sucede es genial. Creo que todo eso le da mucha riqueza al sonido, porque cada uno de nosotros tiene su feeling distintivo a la hora de tocar. Clive tiene esta energía acelerada y a la vez no excesivamente rigurosa en su estilo que es fantástica, son dos acercamientos diferentes los que tenemos, y creo que todo esto aportó a muchos de los giros en el sonido que tomó la banda desde entonces.

Por último, tras todos estos años de carrera, ¿qué canciones son las que más lo enorgullecen desde lo que logró en lo musical, tanto de Radiohead como de su carrera solista?

   –De Radiohead, más que una canción hay un disco con el que siento que realmente capturamos la manera en que sonábamos en ese momento, y es In Rainbows. Creo que es una buena colección de canciones, y siento que reforzó la manera en que sonábamos como banda a esa altura. Mi carrera solista todavía está en construcción, pero hoy día estoy muy orgulloso de haber logrado armar esta banda de sonido. Es algo que hace tiempo quería hacer, y hay todo un nuevo rango de sonidos allí con respecto a lo que hacía antes. Estoy muy contento con cómo quedó y es un camino en el que espero continuar.