No fue perita en dulce se estrenó hace pocas semanas en el Teatro Tadrón, pero la dramaturga Sara Melul cuenta a Página/12 que el proyecto tuvo su inicio hace mucho tiempo. La idea de esta obra empezó a dar vueltas en su cabeza, se hizo bastante reiterativa y tomó forma concreta recién hace unos ocho años. Esa recurrencia la obligó a escribir un texto que más tarde retomaría el compositor y director musical Santiago Chotsourian para reescribir y crear algo que él mismo denomina "testimonio lírico".
La pieza explora dos trayectos biográficos similares y, al mismo tiempo, muy diferentes: por un lado el de Alejandra, quien durante los años 70 tuvo que exiliarse en México; por otro, el de Julio, que debió vivir un exilio interno en la provincia de Neuquén. Esto es algo que miles de militantes experimentaron durante ese periodo histórico de la Argentina, incluso la propia autora. "La idea es poder mostrar esa época pero no sólo con dolor, memoria y desesperanza sino entretejiéndola con otras situaciones que se vivieron no sólo en aquella época sino en esta también. Tratamos de dar una mirada integral para reflexionar, acá no hay ninguna tesis comprobada. Es una evocación de la memoria, una descripción de la situación y una pregunta sobre cómo seguimos para cambiar este mundo", explica Melul.
–Los años 70 fueron retratados desde muchas disciplinas artísticas y a través de lenguajes muy diferentes. ¿Cuál fue el desafío en relación al abordaje de un período tan narrado?
–Sí, esto es así. Este libro tuvo un punto de inflexión. Una vez que estuvo plasmado y escrito, pude conversar con diferentes personas. Una de ellas fue el director musical, Santiago Chotsourian, quien leyó el texto y dijo: "Quiero esa obra". Decidió ponerle música y armó una cantata, algo parecido a una ópera. Él terminó de redondear esta pieza, le puso sombras, oscuridades, cantantes, lo cual aliviana enormemente las situaciones que se relatan. Hay una pareja sola pero está desdoblada en actores (Marcelo Montes de Oca y Yamila Ulanovsky) y cantantes líricos (Ana Larreategui, Gastón Meza y Celina Torres) entonces ese drama tremendo se agiliza. La obra es fuerte pero se aliviana. Esa idea la terminó de construir Chotsourian.
Sobre esa relectura en clave musical, la autora asegura: "Es fantástico. Te podés enojar, divertir, reír o llorar pero el texto es un hijo que diste a luz y se fue. Ese proceso es muy rico, además hay una relación de amistad con Santiago entonces conversamos algunas cosas. Yo en ningún momento di instrucciones sobre la dirección musical o escénica, pero sí pusimos en común diferentes miradas. Ese proceso es fuerte pero una vez que diste a luz es interesante verlo desde afuera, y yo asisto como espectadora a todas las funciones", cuenta, y asegura que en cada presentación descubre cosas nuevas.
En relación al tópico del exilio, Melul explica que "existen infinitas miradas sobre esa cuestión". Estos personajes viven distintas formas del exilio y la dramaturga dice que "siempre hay algo autobiográfico en la obra de un escritor", ya que vivió en carne propia esa experiencia. Al principio la obra llevaba otro título: Los que nos fuimos y los que nos quedamos. A partir de las conversaciones que mantuvo con intelectuales y gente conocida, empezó a darse cuenta de que "el asunto del exilio en los 70 traía debates muy picantes" porque "una cosa es tener que quedarse y otra muy distinta es poder irse".
La obra nació de esa discusión ética en torno a una decisión que, en aquel momento, era de vida o muerte. "Ninguna de las dos fue perita en dulce, es decir, ninguna fue fácil", destaca Melul, y cita la frase que finalmente dio título a esta obra. La escritora recalca que uno de los grandes desafíos de este proyecto es "poder encontrar la escucha de los jóvenes". Las funciones de julio fueron muy satisfactorias en ese sentido, porque muchos espectadores que vivieron esa época como protagonistas o testigos del horror asistieron a la sala con sus hijos o sus nietos y "la devolución fue fantástica", según cuenta Melul.
Consultada sobre la puesta en crisis del relato sobre este período tan oscuro de la historia a partir de perspectivas negacionistas impulsadas desde el mismísimo Poder Ejecutivo, la dramaturga declara: "Estamos pasando un momento al que ni siquiera es posible darle un título porque es desgarrador en ese sentido. La idea es poder llevar esta obra a todos los rincones de la Argentina para que se discuta en las escuelas y en las universidades, para reflexionar sobre estas cuestiones, para tener memoria y no repetir los mismos errores, para ver por dónde seguimos. Creo que hoy es muy importante escuchar a las nuevas generaciones".
*No fue perita en dulce podrá verse los sábados 2 y 16 de agosto a las 17 en Tadrón (Niceto Vega 4802). Las entradas están disponibles en Alternativa Teatral.