El amor no siempre es lo que parece. A veces se parece más al caos que al cuento de hadas. Ese es el planteo de Las escenas secundarias, la nueva obra escrita y dirigida por Romina Mazzadi Arro, que vuelve a escena los sábados de agosto, a las 21, en Espacio Bravo Teatro (Catamarca 3624, Rosario). Una comedia de amor, sí, pero también una experiencia rítmica, fragmentaria y profundamente teatral, protagonizada por Vanina Frustagli y Martín Dieguez.
"Es una obra de amor y de lío", dice Mazzadi Arro, entre risas. “Y si es de amor, es de lío”. Bajo esa premisa, la obra se presenta como una serie de escenas que, aunque secundarias en apariencia, terminan componiendo el todo. Porque, como afirma la sinopsis, “son algunas de las millones de escenas posibles que hay en el amor”.
El espectáculo se construyó durante un verano de ensayos intensos, atravesados por el calor, la improvisación, la música y el deseo.
“Fue un proceso muy libre, muy vital. Ensayábamos todos los días, a cualquier hora, como en otras épocas, cuando todo era más nocturno, más desprejuiciado”, cuenta Romina, que se reconoce en la mística de los ensayos sin reloj. Ese proceso, dice, fue fundamental: “Como cocinar. Si no está cocido, no sirve”.
“Luego de repente los dos se van. Luego de repente vuelven. Inalterados. Digamos que ahora inalterados. Por ahora inalterados”. La frase del libro Todo a peor, de Samuel Beckett es el punto de partida, que abre la puerta a la idea de lo circular, lo que se va y vuelve, lo que se repite sin ser igual.
De ahí emergen las escenas de esta pareja -y de estos actores- que habitan el escenario con entrega física y emocional. “No querían hacer una obra de amor. Terminamos haciendo una obra de amor. Pero fracturada, divertida, con una cuota de reflexión y mucha música”, resume la directora.
La música no es un detalle menor: temas de Janis Joplin, Johnny Cash y otros clásicos de los años 60 y 70 atraviesan la acción y dan marco a las escenas. “Tiene algo tarantinesco, como esas bandas sonoras que le dan sabor a todo”, describe Romina.
La selección no es casual: una de las escenas centrales rescata un fragmento de una obra del año 2001 -Bravo- que fue el origen del nombre de la sala. Esa escena, montada originalmente con Elizabeth Cunsolo y musicalizada con Joplin, revive en este montaje con otra energía, pero el mismo pulso.
Sobre los actores, la directora es clara: “Trabajo con lo que tienen, no con lo que no tienen. Y estos chicos traen mucha potencia. No son mis discípulos, estoy en contra del discipulado, pero me maravillan”.
Frustagli y Dieguez transcurren sus treinta, provienen de espacios de formación diversos, y encuentran en esta obra su punto de cruce: un teatro que los exige, que los pone en juego, que les pide presencia y cuerpo.
El título, Las escenas secundarias, es también una declaración poética: lo que no es principal, pero cuando se junta lo es todo. “Es una comedia fuerte”, advierte la gacetilla. Y lo es. Fuerte en ritmo, fuerte en lenguaje, fuerte en la forma de representar eso tan frágil y universal que es el amor.
Las entradas anticipadas se consiguen con descuento al 3416 455206, o por Instagram en @las_escenas_secundarias y @espacio.bravo.teatro.