Los puntos en los que la filosofía y la poesía se tocan son variados. La introducción de Hugh Kenner, crítico especializado en modernismo norteamericano, alude a alguna de esas confluencias al escribir hace cincuenta años sobre Marianne Moore (1887-1972), en este estudio crítico que, como señalan lxs traductores en un texto preliminar, no había sido hasta el momento analizado, impidiendo redescubrir las ideas y los procedimientos de la mejor poeta del siglo XX para inspirar, por qué no, “a la mejor poesía del siglo XXI en castellano”.
El libro consiste en este análisis introductorio junto a una selección de los poemas que allí se analizan, aquellos que leyeron sus primeros lectores en los años 20.
Se sabe que MM ejerció sobre su obra una poda rigurosísima a lo largo de años, buscando destacar la superioridad de lo simple a partir de simplificar la forma. La concisión era central a su estilo y así lo señala en el célebre epígrafe de sus Complete Poems de 1967: “las omisiones no son accidentes”. Con una vehemencia parecida lxs traductores siguen todo tipo de simetrías silábicas y peripecias métricas a la hora de ajustar la traducción a nivel semántico y formal, así como también disponen los dibujos y efectos visuales de los poemas –tan importantes en la poesía mecanográfica de MM– para que puedan ser admirados también en este sentido.
Lo que queda es un volumen notable para introducir a MM a nuevos lectores y permitir a los “críticos y entendidos” apreciar traducciones bien resueltas junto con la longitud original de algunos poemas, como el aclamado “Poetry”, entre otros. Hay además un reconocimiento a Mirta Rosenberg por su temprano empeño en dar a conocer la obra de MM en Argentina a través del Diario de Poesía; mientras que el texto crítico es iluminador ante los ítems centrales que hacen de la poesía de MM un acervo intelectual y estilístico único en el que es necesario seguir abrevando.
La autosuficiencia de su Eva en el poema “matrimonio”, cuando estipula: “me gustaría estar sola”, es como la de sí misma con su instrumento perceptivo alerta y como la de los animales que describe con una precisión humorística y siempre sorprendente (vanguardia al estilo Braque en lo que a analogías y multiplicación de planos respecta) y, en definitiva, como la de cada poema con su geometría interna, su sistema propio de equivalencias y simetrías. Dice Kenner: “En sus poemas, las cosas juguetean con los cinco sentidos. Y esos juegos registrados en palabras forman extraños surcos en la superficie lingüística”.
Es que uno de esos puntos en los que poesía y filosofía coinciden tiene que ver justamente con la percepción como eje, la forma de posicionarse ante lo percibido, el “acceso a la experiencia”. El primer libro de MM titulado Observations (1924), alude a ello. Kenner analiza ese proceso gnoseológico a lo largo de la historia, y ve que aquí la observadora se reposiciona (junto a sus otros tres colegas del frente modernista) mostrando que ella: “no levanta la voz ni desdibuja su lenguaje (…). La naturaleza nos enseña guiando un acto de percepción y de enunciación al que se ingresa con todo el ser: este acto es un acto moral y emana reflexiones morales casi de manera casual. (…) Los logros de estos seres (los animales de su bestiario) son completamente propios. No es el poeta quien nota que el jerbo es color arena; es el jerbo el que “con / la adopción de su color él honra la arena” (…). Debemos decir que su propia estética –sigue Kenner– es una ofrenda al virtuosismo del animal vivaz que cambia su andar y su dirección con maestría, y se mantiene enfocado y alerta, y se presta tanto como se abstiene de ostentar su agilidad.
Esto funciona mejor con animales, porque ellos no son conscientes de su propio virtuosismo, y con atletas, porque en los momentos decisivos no tienen tiempo para jactarse, porque una pelota en el aire no espera. (“Podría haberla atrapado con un par de pinzas”, dijo el defensor después, exhuberante”).”
Por eso no hay jactancia en la poesía de MM y por eso su poesía/pensamiento es de avanzada todavía hoy. Es que es realmente así, en cada línea pulida que contiene la profundidad de una experiencia se construye una percepción que no nos descifra, y que en cambio nos obliga a permanecer en este, nuestro humilde molde poshumano, sin soberbia.
UNA INTRODUCCIÓN
HUGH KENNER & MARIANNE MOORE
TRADUCCIONES DE GUADALUPE ALFARO & OSCAR FARIÑA
FADEL&FADEL
128 páginas