“Las personas quieren encontrarse en el teatro con temas que tengan que ver con ellas mismas”, dice el director Andrés Bazzalo. Será por esta razón que lleva ocho temporadas reponiéndose en cartelera Yo, Encarnación Ezcurra, la obra de Cristina Escofet que, bajo su dirección y con la actuación de Lorena Vega, habla sobre aquella “política de agallas en un momento en que a las mujeres, el orden de lo político les estaba negado”. Si bien su más reciente estreno no remite a un relato que entronca con la identidad nacional, sí se refiere a una historia que también se ofrece como un espejo propicio para la identificación. Así, Cuestiones con mi padre, obra escrita y dirigida por el mismo Bazzalo, ofrece en clave de humor una reflexión sobre la experiencia de asistir a la vejez de los propios padres. Esta comedia entrañable puede verse los domingos a las 17 en Hasta Trilce (Maza 177).

Dos hermanos (interpretados por Natacha Delgado y Pablo Mariuzzi) se reencuentran luego de años de no verse. Él llega de España con muy poca predisposición para someterse al reemplazo de su hermana, quien desde hace tiempo está cuidando al anciano y desmemoriado padre de ambos (a cargo de Toni Lestingi, en notable interpretación). En ajustado trabajo de ensamble rítmico y emotivo, los tres actores dan cuenta de una historia plena de memorias compartidas, rencores añejos y reencuentros inesperados.

Poetizar la experiencia

Bazzalo cuenta en conversación con este diario que, tiempo después de brindar acompañamiento a familiares ancianos, decidió ponerse a escribir sobre el tema: “Me surgió la necesidad de poetizar esas y otras experiencias, ver qué pasa con los roles dentro de las familias, cómo es que las mujeres son las que usualmente cuidan de sus padres ante la actitud de los hombres que prefieren no hacerse cargo de la situación”, describe. Por otra parte, habla sobre cómo reaccionar ante el comportamiento del adulto mayor: “Se suele pensar que para evitar conflictos es mejor seguirles la corriente, pero qué difícil que es hacer eso en el día a día... Porque aún cuando fueron seres generosos y amables, los viejos pueden ponerse autoritarios y egoístas”, completa el autor y director.

Efectivamente, el personaje que interpreta Lestingi es un viejo déspota y gruñón, con un pasado de actor de segunda línea. Es por esta razón que en sus accesos de demencia irrumpen en su discurso textos teatrales alguna vez aprendidos por él, como ciertos recortes de El tartufo, de Moliere. “Tal vez porque es el oficio que más conozco -explica Bazzalo-, imaginé que este padre había tenido una experiencia teatral, si bien algo berreta y frustrada. Que se crea que él es Orgón, autoritario y a la vez, endeble, me servía para que el hijo entre en relación con él. Ya cuando empieza a referirse a La isla del tesoro, la novela de Stevenson, entabla con el hijo la relación del doctor y su ayudante”, detalla. En otros pasajes del delirio paterno entra también el recuerdo de los viejos circos criollos y un autor como Florencio Sanchez. El teatro, finalmente, actúa de facilitador en las situaciones peliagudas que viven padre e hijo.

Herramientas del teatro

“Las herramientas que da el teatro sirven para muchísimas cosas de la vida”, asegura Bazzalo, con más de 40 años de experiencia en el ámbito de la pedagogía teatral. Según repasa, él mismo se acercó al teatro para superar su timidez. “Había entrado a la facultad, era 1973 y me sentía muy inhibido por la fuerte impronta política del entorno”, recuerda el director. “Era tan brutal el fervor de los estudiantes que entraban a la universidad pública que, al darme cuenta de que no estaba a la altura de los demás, me presenté a una prueba para integrar un conjunto filodramático de un club de barrio”.

Al año siguiente, Bazzalo comenzó a cursar la escuela del IFT lugar que dirigía, según le dijeron, “un loco que vino de Rumania”, en alusión al maestro Raúl Serrano. “Por entonces el teatro era un lugar para agruparse y acompañarse, igual que hoy”, dice el director quien dejó la actuación para consagrarse a la dirección y a la literatura dramática para las infancias: “Era la época en la que teníamos muchos encuentros de intercambio con Hugo Midón, Manuel González Gil, Ariel Buefano, entre otros”.

Volviendo a Cuestiones…, Bazzalo reflexiona: “Hay que admitir que la familia es un espacio complicado, conflictivo, pero que también nos deja crecer y nos permite seguir adelante. Nadie enseña cómo ser padre, de modo que por más difícil que haya sido nuestra relación, es bueno tener con ellos una mirada piadosa y conciliadora. Me gusta que el espectador salga aliviado de ver la obra”. Pero como en todo arte, dice el director, siempre surge algún aspecto que no estaba calculado: “Creo que hay algo que va más allá de lo emotivo que aparece, algo del subconsciente tal vez, de los vínculos más primarios”, concluye.