“Resido acá en el Hogar Eva Perón, soy uno de los ancianos que está todo roto, que le falta un pie. Y bueno, lamentablemente hay gente con poder que no le interesa eso y quieren cerrarlo”, expresa Alejandro Barboza a Buenos Aires/12 mientras se sienta a almorzar en el comedor del recinto. Lo dice con bronca, con tristeza, con una mezcla de resignación y dignidad. Tiene nombre, tiene historia, tiene vida en ese lugar. Como él, unas 30 personas mayores están atravesando la angustia del posible cierre por parte del gobierno nacional de la residencia fundada por Eva Perón hace 76 años en el corazón de Burzaco, en el partido de Almirante Brown.
El anuncio del cierre llegó sin previo aviso, y aunque desde el Ministerio de Capital Humano que conduce Sandra Pettovello aseguran que será “temporal” y para una “reorganización”, trabajadores y residentes no lo creen. No hay expediente, ni licitación, ni plazos definidos. Lo que sí hay, desde hace semanas, es incertidumbre, movilización y un pedido claro sobre que el Estado no les arrebate su casa.
El Hogar Eva Perón fue inaugurado el 17 de octubre de 1948 por la propia Evita, como parte de un plan de dignificación de la vejez que en su momento fue toda una novedad. Se construyó sobre 32 hectáreas expropiadas a una comunidad alemana y durante décadas funcionó como un modelo de atención integral. Fue el primero en su tipo. Tras el golpe del 55 perdió su nombre, pero lo recuperó en 1973. Hoy es el único de los ocho hogares construidos por la Fundación Eva Perón que sigue en pie, con arquitectura original y en funcionamiento. Para sus residentes, es también un símbolo de la ayuda social.
“Este hogar tiene teatro, iglesia, cine, comedores, talleres, jardines, vida. Es la casa de ellos. No es un depósito, no es un geriátrico”, afirma una persona que desde hace años conoce muy bien el lugar. Preservando su identidad, cuenta que el cierre ya fue comunicado verbalmente por autoridades nacionales, y que los residentes serían trasladados a cuatro hogares distribuidos en San Martín, General Rodríguez y Capital Federal. Lejos de sus familias, de sus rutinas, de sus vínculos.
El testimonio de Alejandro resume el sentimiento general: “Todo el mundo, los que estamos acá, hacemos proyectos, todos tenemos amistades, con las personas que trabajan, con las directoras, con toda la gente del hogar. Y la verdad, no entiendo por qué tiene que cerrarlo. Esto tiene solución, no creo que afecte a los gastos que quieren recortar. No es algo perdido. Pero claro, todo es política. Estoy muy, muy amargado”.
En su relato, detalla cómo sobreviven con lo que generan desde adentro como ventas de plantas, ferias, pequeños ingresos que usan para comprar pañales o guantes. “Tenemos proyectos. Nosotros hacemos pesitos para mantenernos”, explica y también asegura que el apoyo de sus familiares es fundamental en esta supervivencia desde que el gobierno nacional dejó hacerse cargo.
Lucía Rodríguez, hija de una de las adultas mayores que vive en el hogar, lo manifiesta con claridad: “No queremos que cierren el hogar. A mi mamá no le gustaría que los separen. Hace años que comparten todo. Si los separan, no solo se van a enfermar, se van a morir de tristeza. Este es su lugar”.
¿Remodelación o cierre?
Desde el Ministerio de Capital Humano, a través de la Subsecretaría de Políticas Familiares, comunicaron informalmente a las coordinadoras del hogar que se trata de un cierre para refacciones y reorganización. Pero, según un documento interno al que accedió Buenos Aires/12, no hay ni expediente ni licitación en marcha.
María Luisa Sosa es enfermera en el hogar desde varios años y no puede disimular su descontento con la situación que están atravesando. “La verdad, me indigna el maltrato y el manoseo. Están mintiendo, dicen que van a remodelar, pero ya sabemos que están preparando el traslado para los abuelos", dice mientras se pregunta quién va a quedar y qué pasará con los puestos de trabajo.
En el documento interno aseguran que trasladar a los residentes implicaría interrumpir tratamientos médicos, cambiar médicos de cabecera y alejar a los adultos mayores de sus familias y redes de afecto. Una ruptura total de su estructura de vida.
Leandra Said Mucciolo tiene familiares en el hogar y describe que en el lugar "hay un matrimonio de abuelos que pudieron cambiar su vida desde que están ahí". "Vivían en condiciones complicadas y el hogar les devolvió las ganas de vivir. Tienen comida, cuidado, amor. Si los trasladan, será el fin para muchos", dice con un dejo de tristeza.
La situación también afecta al personal. “No queremos un plan, queremos trabajo digno. Acá los abuelos se cambian seis veces por día, se los cuida, se los baña, se los afeita. Hay psicólogos, kinesiología, terapia ocupacional, nutricionista. No sé si van a tener el mismo trato en otro lado”, advierte Sosa.
Una trabajadora con más de 15 años en el lugar, lo resume con contundencia: “Esto no es un geriátrico. Es un lugar con alma. Yo siempre invito a quienes dudan que vengan a ver cómo viven los abuelos. Tienen habitaciones amplias, muebles propios, visitas, ferias, actividades. Se sienten personas. Y eso no tiene precio en medio de tanta individualidad y egoísmo que creció en los últimos tiempos en la sociedad”.
El reclamo del municipio
Ante la falta de certezas, el intendente de Almirante Brown y candidato a diputado provincial de cara a las próximas elecciones legislativas provinciales del 7 de septiembre, Mariano Cascallares, solicitó formalmente el traspaso del hogar a la órbita municipal. “Venimos gestionando el traspaso desde el 5 de febrero. Ya tuvimos varias reuniones y estamos esperando que Nación se haga eco”, afirmó el viernes pasado. El objetivo es garantizar la asistencia a las 30 personas actualmente residentes, con la posibilidad de ampliar la capacidad a 80 con obras por sectores sin el traslado de los adultos mayores. Sin embargo, la realidad marca que en 5 meses, el gobierno nacional no facilitó las gestiones, según argumentan desde el municipio.
El proyecto de Cascallares cuenta con el apoyo del gobernador Axel Kicillof y del ministro de Desarrollo de la Comunidad, Andrés Larroque. “Es una institución histórica, con una función social irremplazable, que no puede quedar librada a la indiferencia del gobierno nacional de Milei”, había declarado Larroque días atrás a este medio.
Para los residentes, familiares, trabajadoras y quienes sus pasillos internos el Hogar Eva Perón no es solo un refugio para adultos mayores. Es un emblema, una parte viva de la historia argentina. Es uno de los pocos espacios donde el Estado aún garantiza cuidados integrales y dignos a las personas mayores en situación de vulnerabilidad, en palabras de ellos.
“Esto es una política pública que se está cerrando. Y cuando se cierra una política pública, se cierran derechos”, sostienen y completan: “Este hogar fue construido con un principio claro que fue la asistencia centrada en la persona. Cada abuelo tiene su historia, su rutina, sus vínculos. Romper eso es despojarlo de todo”.