“La lactancia materna en estos grupos de familia se extiende mas de dos años en algunos casos porque es lo único que tienen para darle de alimento y termina reemplazando algunas comidas por el pecho”.

La definición, de la nutricionista María Alejandra Flores Aguirre, de la Fundación Pata Pila, dio una suerte de diagnóstico de la situación que se mantiene en las comunidades wichí, al menos en la zona donde trabaja esta organización, en la localidad de Fortín Dragones, en el municipio de Embarcación del departamento San Martín, donde limita con Rivadavia, en el trayecto de la ruta nacional 81.

La nutricionista fue entrevistada por Salta/12 en el marco de la Semana Mundial de la Lactancia Materna, que este año se estableció entre el 1 y el 7 de agosto, con el objetivo de visibilizar el derecho fundamental para las infancias y sus madres. “Sin embargo, en muchas zonas del país, como el norte argentino, amamantar no es una elección simple, sino una lucha cotidiana contra la pobreza estructural, el hambre y la falta de acceso al sistema de salud”, indicó en un comunicado la Fundación Pata Pila.

Flores Aguirre trabaja en el territorio y desde Fortín Dragones contó ayer que incluso “las madres están presentando la situación de no tener demasiada leche, porque la nutrición no es la ideal”.

El gobierno provincial entrega módulos alimentarios como estrategia para contener el hambre. Son destinados a niños de 6 meses a 7 años de edad; a embarazadas a partir del tercer mes; a personas con discapacidad y a adultos mayores pertenecientes a familias indígenas. Se trata de alimentos secos que cumplen con los estándares de salud establecidos por la Ley Nacional N° 27.624, de Promoción de Alimentación Saludable.

Sin embargo, la nutricionista advirtió que en el inicio de este año los módulos no llegaban. En su momento la motosierra nacional también pasó por el programa y dispuso ajustes, aunque luego continuó la provisión a través de un nuevo convenio con la provincia.

La insuficiencia alimentaria impulsó a Pata Pila a entregar leche entera a las embarazadas “para que lleguen a un buen estado nutricional cuando nazca el niño”. Esta acción fue reforzada con talleres para dar herramientas y preparar a las mujeres para la lactancia, para enfrentar “todos los desafíos que pueden atravesar y cómo resolverlos”.

Además de la pérdida de sus prácticas culturales debido al avance de la frontera agropecuaria y al achicamiento de su territorio (fundamental para el pueblo Wichí que basaba su alimentación en la colección de frutos del monte y la caza), la población de esta zona sufre actualmente la falta de fuentes de trabajo, por lo que gran parte subsiste con aportes. En ese caso, otro límite para acceder al alimento es la falta de comercios que reciban tarjetas de débito.

Muchas madres reciben la Asignación Universal por Hijo (AUH) y los montos de la Tarjeta Alimentar que tiene como fin la compra de alimentos. La dificultad es que en el Chaco salteño y sobre todo en las zonas más alejadas de los centros urbanos, no hay conectividad y, en el caso de que haya, son escasos los comerciantes que adhieren a esta modalidad de pago.

Las distancias, sumadas a los malos caminos y la falta de medios de transporte, también juegan su papel limitante. “Al menos tres comunidades están a tres horas de los negocios”, contó Flores Aguirre.

El alimento no alcanza y entonces “la lactancia materna a veces se extiende hasta más de 2 años porque termina saciando”, y aporta lo que falta o al menos intenta paliar el hambre, explicó la especialista.

“Algo que era muy nutritivo en los primeros meses de vida, termina siendo lo único que consumen. Y reemplazan la comida con el pecho cuando son más grandes. Los módulos son favorecedores pero la alimentación complementaria tarda en introducirse”, indicó. 

A esa edad la leche materna es menos nutritiva y las infancias caen en riesgo de desnutrición.

Infancias acortadas

Entre las consecuencias por la situación nutricional en el embarazo o durante los primeros años de vida, se encuentra la talla baja. “Cuando está presente indica que es una desnutrición marcada a nivel de crecimiento óseo”, sostuvo Flores Aguirre.

Otra consecuencia es que las infancias mal nutridas tienen una mayor predisposición a enfermedades constantes como diarreas, o con el frío, las infecciones respiratorias agudas. “Sus cuerpos no lo pueden afrontar como lo suelen afrontar otros chicos” mejor nutridos.

“Las infancias son cortas”, detalló la especialista. Esa afirmación se explica con este dato: en el grupo de embarazadas y mujeres que dan el pecho, con quienes Flores Aguirre trabaja en la actualidad, la mayoría son niñas madres de entre 14 y 15 años. “Esas son las primerizas. Porque hay chicas de 18 que ya tienen su tercero o cuarto hijo”, contó.

Pata Pila recordó que desde hace 10 años acompaña de forma integral a madres y niños y niñas en sus primeros años de vida, especialmente en contextos donde la pobreza extrema amenaza el desarrollo más básico.

La organización cuenta con equipos interdisciplinarios conformados por nutricionistas, pediatras, trabajadoras sociales y maestras jardineras, que actúan en territorio de forma articulada con hospitales y organismos públicos.

La fundación recordó que con una donación mensual, es posible acompañar a más madres en situación de vulnerabilidad y garantizarles el acceso a leche, controles médicos, acompañamiento profesional y agua segura. El link de donación es https://lc.cx/h0C7oL .