En julio de 1991, Paul Reubens fue arrestado en Sarasota, Florida, por “exhibición indecente” en un cine porno gay. A pesar de haber mantenido cuidadosamente separados a su personaje Pee-Wee Herman de su persona, la noticia no tardó en trascender como un escándalo inadmisible. ¿Cómo podía ser que detrás de Pee-Wee, ese adorable y excéntrico niño-adulto, ídolo de multitudes de todas las edades, pero sobre todo infantil, se ocultara un hombre con una sexualidad? Y no una sexualidad cualquiera. ¿Cómo ese hombre había engañado a toda una nación, que no se había dado cuenta de que era homosexual, y había dejado a sus hijxs en sus manos? El documentalista Matt Wolf entrevistó a Reubens por más de 40 horas y obtuvo acceso exclusivo a su archivo para echar luz sobre la trayectoria del actor, su historia y la huella indeleble del trauma provocado por un injusto escrutinio público. Sin saberlo, Wolf estaba colaborando con el testamento final de Reubens, que falleció sorpresivamente de cáncer el 30 julio de 2023.

Sería demasiado tentador dividir la vida de Paul Reubens antes y después de la creación de Pe-Wee Herman; sin embargo, el documental de Matt Wolf revela una escisión más temprana y decisiva, que garantizaría el éxito, pero también su caída en desgracia. Desde su temprana juventud, Reubens tuvo en claro que lo que él quería era actuar. Estudió Artes Dramáticas en CalArts (el Instituto de las Artes de California), donde conoció a Guy Browns. El flechazo fue instantáneo y la efervescencia del amor los llevó a desarrollar una vida de pareja que se parecía cada vez menos a lo que Reubens había soñado para su vida profesional. El vínculo no era un secreto para nadie y ambos vivieron su romance en público, con el apoyo de su familiares y amigos. Acosado por la sensación de que había perdido el rumbo de su vida, Reubens puso fin a la relación (aunque siguieron siendo amigos cercanos hasta la muerte de Browns, víctima del sida) y decidió enfocarse en su carrera y no volver a tener una relación seria. Pero detrás de esa resolución había otra elección de vida que resultaría de suma importancia para alcanzar el éxito: volvería al clóset y no viviría públicamente su sexualidad como lo había hecho hasta ese entonces.

Luego de años adquiriendo experiencia en comedia, Reubens dio con Pee-Wee durante un ejercicio de improvisación en 1978 mientras formaba parte de la agrupación Groundlings. Originalmente se trataba de un hombre que quería ser comediante, pero era tan malo contando chistes que era obvio que nunca tendría éxito. La recepción del público fue la mejor que había obtenido hasta entonces y, tras una audiencia fallida para sumarse al elenco de Saturday Night Live, Reubens decidió que se dedicaría de lleno a producir un espectáculo basado en Pee-Wee. 

Con ayuda de sus compañeros de compañía, creó The Pee-Wee Herman Show, un espectáculo que se mantuvo en la cartelera del Roxy Theatre por cinco meses consecutivos de entradas agotadas. Fue durante ese meteórico ascenso a la fama que Reubens decidió dar un paso atrás y dejar que su personaje fuera el único que se expusiera a los reflectores. Esta primera etapa culminó con una presentación en el legendario Carnegie Hall de Nueva York en 1984. Los ejecutivos de Warner vieron el potencial del personaje y propusieron filmar Pee-Wee’s Big Adventure (1985), debut cinematográfico de Reubens en el papel protagónico y de Tim Burton como director. 

La película fue un éxito y la cadena CBS ofreció producir el programa Pee-Wee’s Playhouse, dando total libertad creativa a Reubens para actuar, producir y dirigir una serie que estaría dirigida al público infantil, pero con guiños a la audiencia adulta también. El programa se emitió desde 1986 hasta 1990, a lo largo de 5 temporadas, 45 episodios y un especial de Navidad.

Si bien Reubens había decidido tomar distancia de Pee-Wee para explorar otras posibilidades creativas, al momento de su arresto en 1991 el personaje seguía vigente en el imaginario colectivo y la serie continuaba retransmitiéndose. Cuando la noticia trascendió, todos los medios le dieron la espalda y sus contratos fueron automáticamente cancelados. Pero mientras el sector más conservador se preguntaba cómo había dejado a sus hijos en manos de un “pervertido”, un público fiel mantuvo su apoyo, cuestionando la hipocresía y el ridículo de las acusaciones. 

La experiencia mantuvo recluido a Reubens hasta fines de los ’90 cuando decidió volver a la actuación, pero en noviembre de 2002 nuevamente se vio envuelto en un escándalo cuando fue acusado de poseer pornografía infantil. Aunque la policía no encontró tal material entre su colección de memorabilia kitsch, el daño ya estaba hecho, otra vez. El esfuerzo empleado por Reubens en mantenerse en el closet y ocultarse detrás de su personaje volvieron a los ojos conservadores aún más inadmisible su “crimen”, cargándolo además con el agravante del engaño. 

Aunque Reubens no se dio por vencido, su carrera nunca se recuperó del todo y si bien insistió en no victimizarse, el momento de relatar de estos eventos en su vida lo alejó del rodaje del documental definitivamente. Un día antes de morir, le envió a Wolf un mensaje final grabado en un audio, admitiendo con dolor el daño irreversible a su reputación que causaron los arrestos de 1991 y 2002 y responsabilizó a la homofobia en ambos casos. Reubens murió sin recibir la disculpa que se merecía por ser objeto de tortura de una la infundada e infame asociación entre homosexualidad y pedofilia, un prejuicio sin fundamentos con que al día de hoy nos siguen persiguiendo.