Los diputados elegidos en octubre no tuvieron ni tiempo de aclimatarse a su nueva función que de inmediato debieron entrar en una literal pelea cuerpo a cuerpo en el Congreso, si se recuerda la imagen del jefe del bloque del FpV-PJ, Agustín Rossi, subido a una mesa para calmar los ánimos en el plenario de comisiones que se discutió la reforma previsional al otro día de asumir. Daniel Filmus confiesa que todavía le cuesta conciliar el sueño debido al vértigo de las sesiones que se prolongaron hasta la madrugada en medio de un clima de fuego, tanto dentro como fuera del Congreso. Aunque el oficialismo consiguió su propósito de aprobar sus proyectos, Filmus se muestra optimista a futuro con respecto al sustento político que mostró el bloque y el nivel de apertura que le permitió sumar a otros bancadas a su postura.

–¿Qué balance hace del papel del bloque del FpV-PJ en el debate por las reformas y el Presupuesto?

–La actitud del bloque FpV-PJ, acompañada de la movilización popular, mostró que la hipótesis del Gobierno acerca de que el resultado electoral le daba un cheque en blanco para que pasaran tranquilamente las transformaciones que ellos proponían –que tienen un sentido regresivo enorme–, no se cumplió. Fue la conjunción de los dos aspectos. El trabajo dentro de la Cámara, pero también los cientos de miles de manifestantes que expresaron que la reforma jubilatoria no debía pasar.

–En los diarios del fin de semana se notó la intención del oficialismo de salir a plantear un escenario de desestabilización al Gobierno. ¿Qué lectura hace de lo ocurrido durante la movilización del lunes pasado?

–La estrategia del Gobierno es enfocar el problema en la violencia en las calles y no en el rechazo que tuvieron estas leyes. Hay muy pocos análisis en los diarios del impacto que va a tener la ley previsional, la reforma impositiva y el Presupuesto, como si eso ya hubiera pasado. Se busca desviar la atención hacia la violencia y la hipótesis falsa de una conspiración. La demostración más clara que el Gobierno no logró un cheque en blanco para hacer sus transformaciones es que sólo reunió 127 votos. Eso confirma que no sólo no tenía el quórum, sino que a pesar de la extorsión que hicieron sobre los gobernadores y la presión sobre diputados, ni siquiera consiguió la mitad de los votos de la Cámara. Creo que influyó el análisis de muchos diputados acerca de cómo volvían a sus provincias después de haber votado contra los jubilados. 

–¿Cómo analiza lo ocurrido afuera del Congreso, con la gran movilización, los incidentes y la represión policial?

–Lo más importante es el contraste entre la movilización que hubo durante el tratamiento en el Senado, un día de semana y sin paro, con cientos de miles de personas en la calle de manera organizada y pacífica. Prácticamente ese día no hubo presencia policial. Después se prepararon para el día que no hubo quórum con la Gendarmería sitiando el Congreso como no se había visto en democracia y finalmente el lunes, cuando se trató, con la gran presencia policial y la represión desmedida. Cuando me tocó hablar en el recinto respecto a la solidaridad con Martín Lousteau por la agresión que había sufrido, planteé la barbaridad que, a la inversa, no habíamos visto a ninguno de los diputados del oficialismo solidarizarse con siete diputados de la oposición que fueron heridos debido a la represión. La reacción del bloque oficialista fue hacer una denuncia penal sobre el debate en el Congreso donde no hubo ninguna agresión física.

–Más allá de que fueron menos votos de los que anunciaba el Gobierno, hubo 16 diputados peronistas que votaron la reforma previsional. ¿Qué piensa de la actitud de esos diputados y cómo van a seguir la relación con ellos?

–Hay dos cuestiones. Una, que cualquier lectura de las elecciones de este año indica que el 60 por ciento de los votos fueron para fuerzas opositoras. Si los legisladores se hubieran portado lealmente respecto a la voluntad popular claramente el Gobierno no hubiera tenido la mayoría como para avanzar. La segunda cuestión muestra que bloque FpV-PJ, lejos de aislarse y fortalecerse en una posición principista, salió a trabajar con los otros bloques y logró incorporar muchos más en la oposición. En dos temas concretos, en la eliminación de los artículos 23 y 24 de la reforma impositiva que le agregaba impuestos a las ganancias a cooperativas y mutuales y en el caso del Presupuesto respecto a la distribución de recursos para las universidades, se logró en el recinto tener una mayoría que obligó al oficialismo a bajar esos artículos. El desafío a futuro es realizar un trabajo muy fuerte en la Cámara de Diputados para lograr construir mayoría que no sólo impidan que siga avanzando el Gobierno con medidas cada vez más regresivas sino que también encuentren mecanismos para tener una agenda propia, propositiva y de ampliación de derechos. 

–Fue curiosa la doble lectura que se hizo de la foto que se ve a diputados del FpV, el Frente Renovador y de la izquierda saludándose después de haber impedido la primera sesión para tratar la reforma. Para unos fue la prueba de que existe un frente destituyente y para otros fue la esperanza de una unidad ante la avanzada del macrismo con este tipo de medidas.

–Exactamente. Al otro día los diarios disentían respecto a las fotos que mostraron lo que ocurrió en la calle, unos ponían gente tirando piedras y otros policías reprimiendo. En cambio, la foto del abrazo la pusieron todos. En ese caso no hubo diferencia en la foto sino en la interpretación. Para el oficialismo esa foto era una amenaza y decían a los sectores de la oposición que votaron junto al Frente para la Victoria que “se kirchnerizaron, los vamos a sancionar”. Y para el peronismo y las fuerzas progresistas esa foto significaba la posibilidad de construir una nueva mayoría, incluso dentro de Diputados, que permita frenar y proponer. El desafío del bloque del FpV-PJ, que a las figuras ya importantes que tenía como José Luis Gioja, Axel Kicillof, Máximo Kirchner y Cristina Alvarez Rodríguez se agregaron figuras de peso propio como Rossi, Fernando Espinoza, Hugo Yasky y Leopoldo Moreau, es ver cómo ampliar su mirada y, sin perder la identidad, construir una mayoría para frenar estas políticas.

–Otra reacción de rechazo fueron los cacerolazos. 

–Justamente, es eso. Los cientos de miles que fueron a la movilización y se replegaron para no participar de los hechos de violencia, volvieron a sus casas y la posibilidad que les dio un debate tan largo fue la de volver a expresarse espontáneamente a la noche. Hubo varios componentes: los que no pudieron llegar al Congreso por la represión y también creo que hubo muchos votantes de Cambiemos que no estaban de acuerdo con la movilización pero querían dejar claro que no acompañaban la reforma.

–¿Cree que a los cacerolazos se sumó gente que en octubre votó al oficialismo?

–Estoy seguro. A la noche salimos a recorrer para asegurarnos que no hubiera represión en los alrededores del Congreso y te dabas cuenta de que no eran los que te piden una foto y te abrazan. Eran fundamentalmente sectores medios. Por eso hacia el futuro tenemos que mirar con optimismo y de ampliación de la oposición fuera y dentro del Congreso. Contrariamente a lo que piensan algunos acerca de que será la crisis económica la que genere las condiciones de la unidad de quienes se oponen a estas políticas, estoy convencido de que hay que hacer un trabajo político enorme para que ese descontento se transforme en una coalición. Fundamentalmente a partir de la unidad del peronismo, y desde ahí convocar a los que se oponen a este modelo. 

–Un desafío para la unidad del peronismo va a ser sumar en la misma dirección a todos los gobernadores, especialmente los que en esta votación acompañaron al oficialismo.

–Hay dos cuestiones. Una, lo que mostró la última elección, que aquellos gobernadores que se acercaron más al Gobierno se quemaron. Fueron los más golpeados por el resultado electoral. En segundo lugar, que ya ingresando en 2018 la mirada de los gobernadores también va a estar puesta en la elección de 2019. Hay que ver que a pesar de todas las presiones, el Frente Renovador votó contra la reforma, lo mismo que la mitad del Bloque Justicialista y varios bloques provinciales.  

–¿En la reformas que quedan por delante, como en la laboral, se repetirá este escenario?

–No hay condiciones para que avance la reforma laboral. El costo que pagó el Gobierno con una victoria pírrica con la reforma jubilatoria le impide seguir avanzando. Además, pesa más para los intereses de las grandes empresas la baja de impuestos y la baja de los aportes patronales de la reforma impositiva. Para ellos eso fue más sustantivo que la reforma laboral. 

–Usted habla de lo que sucede en Diputados pero en el Senado el escenario es diferente.

–En el Senado los gobernadores tienen un peso mucho mayor. Lo que queda claro es que a partir de la presencia de Cristina Kirchner en el Senado y la densidad política del bloque del FpV-PJ y esta apertura a alianzas más amplias para frenar las políticas de ajuste, el Congreso pasa a jugar un rol fundamental para los dos últimos años del gobierno de Macri. Por lo tanto, es posible que el Gobierno tenga en mente una estrategia para paralizar al Congreso. Tratar de hacer todo por decreto y evitar al Parlamento.