Se cumplen 20 años del estreno de la película Un año sin amor, dirigida por Anahí Berneri y basada en la novela homónima de Pablo Pérez. A este aniversario se suma la reedición de El mendigo chupapijas, el mítico libro de Pérez publicado por primera vez en formato libro también hace 20 años. ¿Cómo vuelven estos textos e imágenes desde el pasado y qué tienen para decirnos sobre el presente?
En el principio era la novela y la novela era de Pablo Pérez. Un año sin amor fue publicada por primera vez en 1998 en la serie “Hoy x Hoy minorías”, dirigida por María Moreno, de la editorial Perfil. En sintonía con una tendencia que años más tarde sería leída retrospectivamente como “autoficción” o “literaturas del yo”, el libro de Pérez se presentó como un texto no estrictamente novelesco, sino como un híbrido donde se ponen en juego herramientas del orden literario, como así también de la crónica, el testimonio, etc. En definitiva se trata de una escritura que se presenta como un diario (de hecho la editorial Perfil colocó al libro una faja amarilla que rezaba: “diario del sida”) y produce un “efecto autobiográfico”, en tanto el lector experimenta la ilusión de estar leyendo algo del orden de lo privado. Sin embargo, la forma del género íntimo está puesta al servicio de una clara intención literaria y, más allá del contenido de verdad de lo que se narra, funciona como plataformas para el relato.
Tal como lo anuncia Roberto Jacoby en el prólogo de la primera edición, Un año sin amor se emparenta con la tradición literaria de "narraciones sobre sida". Sin embargo, la novela de Pérez es un libro bisagra que permite pensar el relato de la pandemia en términos de un antes y un después. 1996, el año que narra el libro, introduce un cambio de paradigma al ser el año en que se introduce el “cóctel” para el VIH, que consistía en una ingesta diaria de entre 3 y 10 fármacos distintos para controlar el desarrollo del virus. Lo que hasta entonces había sido una sentencia de muerte, se convirtió en una infección crónica y el registro de Pérez en su diario permite relevar ese cambio.
El salto a la pantalla cambió la naturaleza ambigua de la novela, convirtiendo a Pablo Pérez en un personaje interpretado por el entonces incipiente Juan Minujín en un relato que ahora era narrado por el lente de Anahí Berneri.
Entrevistada por Fernando Matín Peña en 2022 a propósito de un ciclo dedicado a sus películas en el MALBA, Berneri recordó el origen del proyecto casi como un producto del azar. A comienzos de la década del 2000, puso una productora con dos amigos y empezaron a hacer un magazine gay que se llamaba Máximo, para el canal de cable Plus Satelital. Pagaban el espacio y los auspiciaba Quantas, una línea aérea australiana. Mientras lo estaban haciendo, se sancionó la Ley de Unión Civil. “Hacíamos todo con cámara subjetiva, no aparecía el entrevistador y la cámara buscaba mucho los detalles, cómo era el entrevistado, jugaba mucho con las caras, el lugar… Así lo conocí a Pablo Pérez, que presentaba El mendigo chupapijas en Belleza y Felicidad. Le hicimos una entrevista y yo le pregunté si le gustaría hacer una película de su libro. Entonces él me dijo: ‘Tenés que leer Un año sin amor’”. La semilla estaba plantada y Diego Dubcovsky, su pareja de entonces, le propuso ser el productor y darle así el empujón definitivo.
El proceso creativo mantuvo cerca a Pablo Pérez, con quien Berneri empezó a escribir el guion. Sin embargo, había una diferencia radical de perspectivas. Pérez consideraba las ideas de Berneri demasiado sutiles y políticamente correctas, mientras que él imaginaba una película hardcore. Esa distancia estaba marcada por la dimensión más cruda y realista del relato basado en su propia experiencia, propia de su autor y protagonista, y la mirada ficcional de la directora, que buscaba convertir Un año sin amor en un relato cinematográfico. El film fue también una experiencia iniciática para Juan Minujín y Javier Van de Couter, que hasta entonces habían tenido pocos roles cinematográficos y venían del teatro. Para Berneri lo más importante era que Minujín había hecho danza y sentía que podía marcarlo desde lo físico y no tanto desde la psicología del personaje, inaugurando así un método de dirección actoral que se mantendría a lo largo de su filmografía.
Estrenada en el Festival de Berlín en 2005, Un año sin amor fue bien recibida, especialmente debido al trabajo de composición de Juan Minujín en el rol protagónico, la representación realista y sin prejuicios de su homosexualidad, la experiencia como paciente seropositivo y el (sub)mundo del sadomasoquismo. Quien no quedó del todo conforme en su momento fue Pablo Pérez y, siguiendo el primer impulso de Berneri al contactarlo, decidió escribir y dirigir él mismo una adaptación hardcore y políticamente incorrecta de El mendigo chupapijas. Durante la producción mantuvo un blog comentando el progreso del rodaje hasta alcanzar la forma final de un cortometraje de 19 minutos que se estrenó en el 11° BAFICI de 2009.
Casualmente, este año es también el 20° aniversario de la edición en formato libro de El mendigo chupapijas, recogido entonces por la editorial Mansalva y ahora reeditado a modo de celebración por De Parado. El texto fue inicialmente impreso y distribuido en sobres por el propio Pablo Pérez en presentaciones de libros y muestras de arte a cambio de una moneda. Fue entonces que entró en contacto con Fernanda Laguna, que le propuso editarlo en formato folletín por la editorial Belleza y Felicidad entre 1999 y 2000. Cada una de las cinco entregas impresas por fotoduplicación se vendían en bolsitas acompañadas por un pequeño suvenir.
A fines de 2001, Belleza y Felicidad publicó Aventuras, su primer libro en el sentido tradicional del término, una antología de narrativa y poesía que debía incluir un capítulo de El mendigo chupapijas. Sin embargo, el tono del relato provocó dudas en el proceso de selección y, aunque finalmente fue aceptado, por error no fue incluido en la edición final y debió ser impreso aparte e incorporado al volumen como separata. La edición de Mansalva en 2005 significó su primer salto al formato libro en su totalidad. A 20 años de ese suceso, De Parado reedita El mendigo chupapijas y le suma dos textos inéditos: el guion del cortometraje y el relato “En la tienda de deportes” de 1987.
En su 20° aniversario, tanto la película como el libro se mantienen vigentes. Un año sin amor de Anahí Berneri y El mendigo chupapijas de Pablo Pérez conservan su aura inicial, se mantienen como un testimonio lúcido de tiempos en que no existían las redes sociales y el levante era un punto de convergencia de clases sociales. De alguna manera, tanto el film como el libro se configuran como una red intergeneracional que acercan a nuevos públicos el registro de nuestra historia y forma de vida. A pesar del paso del tiempo, El mendigo chupapijas sigue siendo un texto combativo y transgresor, dueño de un título que continúa resultando provocador, motivo de pacatería lingüística para algunxs y bandera de orgullo para otrxs.
Función especial: jueves 21 de agosto a las 19 en Cine Arte Cacodelphia. Las entradas pueden adquirirse en la web de la sala. La función es gratuita para lxs socixs de Página12.