Familiares de desaparecidos e integrantes de organismos de derechos humanos ayer realizaron junto a la Comunidad Pasionista de la Iglesia de la Santa Cruz un emotivo homenaje para conmemorar los 20 años de la inhumación de Azucena Villaflor de De Vicenzi, Mary Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, Léonie Duquet y Ángela Auad, cinco de las desaparecidas de la Iglesia por parte de la dictadura en 1977, tras ser identificadas en 2005 por el Equipo Argentino de Antropología Forense. En el acto estuvo también el premio Nobel de la Paz Adolfo Pérez Esquivel, la Madre de Plaza de Mayo Elia Espen, la legisladora Victoria Montenegro y la exdetenida Ana María Careaga, hija de Esther Ballestrino de Careaga. “Fue muy sentido, genuino y necesario en estos tiempos en los que se reivindica el terrorismo de Estado y se usan nuestras consignas provocativamente”, dijo a Página/12 Ana Fernández Careaga, hija de Ana María y nieta de Esther.
“Me parece mentira que hayan pasado 20 años. Yo tenía 27 años cuando fue el acto en 2005, estaba con mi hijo mayor que en ese momento tenía 2 años, y ahora volver con mi nene más chiquito es muy fuerte. En lo personal se movilizan un montón de cosas, por mi abuela, mi mamá. Es nuestra historia y también nos impacta por el Papa Francisco, a quien pudimos visitar en agosto del año pasado”, agregó Fernández en relación a la visita a Roma en la que se reunieron con el Sumo Pontífice, quien fue muy cercano a su abuela, Esther Ballestrino de Careaga. "Hace 20 años, cuando hablé en el acto, tenía un saquito amarillo y naranja que mi abuela le tejió a mi mamá y yo cuando era adolescente me lo quedé para siempre. Hoy tenía ese saquito, y el cura me pidió que se lo pusiera a la Virgen María, así que fue un momento muy emotivo, con la Virgen con el pañuelo de las Madres y el saquito tejido por una de ellas", resaltó.
El joven Renzo Bianco es nieto de Mary Ponce de Bianco. Al tomar el micrófono, recordó cuando su padre, Luis, recibió en 2005 la llamada del EAAF y se entrevistó posteriormente con el entonces cardenal Jorge Mario Bergoglio para buscar la posibilidad de esparcir en el Solar de la Iglesia las cenizas de las cinco víctimas identificadas. “Mi padre contó que Bergoglio lloró dos veces en ese encuentro, y que una de ellas fue cuando le mencionó que una de las personas que quería que descansara en la Iglesia era Esther Ballestrino de Careaga, la bioquímica paraguaya que había sido compañera de trabajo de él en el laboratorio”, contó Renzo. “Bergoglio cumplió con el deseo de que las cinco pudieran descansar acá”, agregó.
El acto comenzó en el Solar de la Memoria, al costado de la iglesia situada en el barrio porteño de San Cristóbal, donde se recuerda a los llamados “doce de la Santa Cruz” secuestrados entre el 8 y el 10 de diciembre de 1977 durante el terrorismo de Estado: Azucena Villaflor, María Ponce de Bianco, Esther Ballestrino de Careaga, Raquel Bulit, Patricia Oviedo, Ángela Auad de Genovés, Gabriel Horacio Horane, Remo Berardo, Horacio Elbert, José Julio Fondevilla y las monjas francesas Léonie Duquet y Alice Domon. Desde Italia envió su saludo y adhesión la monja Geneviève Jeanningros, sobrina de Léonie Duquet y amiga del Papa Francisco. “Para mí, estos 20 años han significado muchísimo”, dijo Geneviève y agregó que “Leonie y los desaparecidos me han dado una gran fuerza para seguir adelante con alegría, sin desanimarme jamás”. También estuvieron los embajadores de Cuba, Pedro Pablo Prada, y de Francia, Romain Nadal. Además, participaron Carlos “Maco” Somigliana, integrante del EAAF, el obispo Alejandro Giorgi y María Adela Antokoletz, hija de la cofundadora de Madres de Plaza de Mayo María Adela Gard Pérez de Antokoletz.
El homenaje culminó dentro de la Iglesia, en donde se proyectó un video del acto de inhumación realizado en 2005. También se cantaron canciones como "Yo vengo a ofrecer mi corazón", de Fito Páez, y "Todavía cantamos", de Víctor Heredia", y finalmente el cierre con el grito al unísono de las y los presentes recordando los nombres de los desaparecidos, que persisten en la memoria de quienes se niegan a olvidarlos.
Informe: Juan Pablo Pucciarelli