Victorio D'Alessandro es habitué del Teatro del Barrio (Madrid). Suele ir cuando le toca trabajar en España y un día vio un título random que le llamó la atención: En mitad de tanto fuego. No tenía idea de qué iba la obra pero sí sabía quién era Alberto Conejero, el dramaturgo, porque había visto una versión de La piedra oscura. "Salió un flaco en remera y jean y, con tres o cuatro luces, abrió la boca y nos llevó al mundo antiguo. De repente estábamos en la Grecia antigua: vi el dolor, vi la historia de amor de La Ilíada, me sedujo la palabra y el texto me parecía fantástico, oscuro, romántico, por momentos borgeano". Así describe D'Alessandro el impacto que sintió al ver aquella puesta. Hoy está por estrenar en Dumont 4040 una versión del texto con dirección de Alejandro Tantanian.
La obra recupera un personaje lateral de La Ilíada y lo pone en el centro de la escena: Patroclo, amante de Aquiles, fue corrido del romance y lavado por la cultura pop. En la emblemática película Troya (2004) protagonizada por Brad Pitt, Patroclo es presentado como el primo del héroe y nadie entiende por qué Aquiles llora desconsoladamente en el campo de batalla a ese joven que apareció fugazmente en un par de escenas. El actor cuenta que siempre le atrajo la historia de los griegos, los mitos y leyendas del mundo antiguo, los relatos épicos. "Verlo en formato unipersonal y tan bien logrado fue espectacular. En una época de tantas pantallas es difícil lograr que el oído se deje llevar por estas palabras. Salí encantado, la obra me pareció redonda", recuerda.
D'Alessandro ya había actuado en un unipersonal dirigido por Mey Scápola, Las cosas maravillosas (del británico Duncan Macmillan), una experiencia que también transitaron actores como Peter Lanzani, Lali González o Florencia Otero. Se había quedado con las ganas de transitar ese formato, así que decidió contactarse con Conejero para obtener los derechos y montarla en la Argentina. Cuando se le pregunta desde qué aspectos empezó a trabajar su personaje, menciona el dolor: "Busqué la forma de construirlo desde ahí. ¿Qué es lo que no está diciendo, qué oculta, por qué actúa así? Él está medio roto. Propuse esta sensación de limbo como punto de partida; él está en un lugar atemporal, misterioso, entonces empecé a trabajar el vacío".
"Intento llenar el hueco de una ausencia, pero las palabras sólo la hacen más grande", se lamenta Patroclo. También dice cosas terribles como esta: "Todas las historias de amor son historias de fantasmas. Y todos estamos destinados a los fantasmas". Patroclo es un amante desesperado, claro, pero también es un fantasma condenado a invocar a Aquiles cada noche a través de sus recuerdos, a buscarlo entre el público. "Cuando uno vive un gran desamor o se quiebra una relación, hay que atravesar ese dolor para que el fantasma no se quede ahí. Es un personaje roto. Durante toda la obra él intenta no caerse y no hablar de la guerra, pero la historia de Troya es la historia de una guerra, aunque todo esté narrado por un personaje que quedó en las sombras", explica.
D'Alessandro elogia la cadencia y la métrica del texto de Conejero, que no es para nada coloquial porque su forma remite a los textos clásicos como el de Homero, que es hermoso pero suele leerse muy mal en las escuelas. Ese es sin dudas uno de los mayores desafíos a la hora de interpretarlo: encontrar el ritmo justo. Para escribir esta pieza, el dramaturgo se basó en La Ilíada (a partir del canto XVI), Una Ilíada (Lisa Peterson) y La canción de Aquiles (Madeline Miller), pero además hay un mapa de citas que incluye a Safo, Arquíloco, Anacreonte, Pedro Lemebel, Anne Carson, W.N. Hodgson, Luis Cernuda, Federico García Lorca, Carmen Conde y Paul B. Preciado. El actor cuenta que durante los ensayos leyó bastante poesía y menciona el libro de Miller como guía porque allí se narra la historia de Patroclo: su vida en el palacio, el vínculo con sus padres, las dificultades por ser un chico gay y su devoción por Aquiles.
En relación al trabajo rítimico, D'Alessandro sostiene que es un texto que "no tiene que estar declamado porque pierde fuerza". Para eso trabajó la verdad, las pausas, las puntuaciones y el modo de poner el cuerpo: hay momentos de intimidad en los que habla al micrófono, otros que priorizan la narración sobre la guerra con más distanciamiento y segmentos que demandan más corporalidad. Cuando se le pregunta cómo trabajó la carga erótica de la escena en la que Patroclo describe cómo era estar con el héroe griego, explica: "Está dividida en dos partes: en una él recuerda cuando garchaban en la cueva, el olor, la piel, el roce de los cuerpos, lo prohibido; en la otra hay un reclamo social, Patroclo le pide a Aquiles que aparezca. El texto permite ese pasaje: arranca muy enamorado y, de repente, termina re caliente porque no está".
–El texto inicial dice: "No podemos saber si es un guerrero o un poeta, o si pertenece al mundo de los vivos o al de los muertos". Todo el tiempo está esa dualidad entre la guerra y el amor. ¿Cómo lo trabajaste?
–Hay lugares de la obra que están más narrados, entonces hay que aguantar la historia desde el relato, pero hay otros en los que pongo el cuerpo y carnalizo mucho más para que no se vuelva algo monocorde. Al principio Patroclo narra su infancia, el momento en el que conoce a Aquiles, la etapa del amor, y su descubrimiento sexual a través de la música y la rave. Con la guerra pasa algo distinto porque esa es una etapa que él niega, no quiere formar parte de eso, entonces lo narra desde la poesía, toma cierta distancia y cambia el tono. Y hacia el final vuelve el cuerpo porque es lo que pide la escena.
Para D'Alessandro la obra "tiene algo de manifiesto social" y asegura que "uno hace política con el teatro". El actor reflexiona sobre algunas aristas que aborda el texto y apunta: "Las guerras están a la vuelta de la esquina y aunque la homosexualidad estaba más naturalizada en la antigüedad, muchos personajes quedaron ocultos y relegados de la historia, a nosotros nunca nos llegaron. Patroclo fue un tipo desterrado por su sexualidad; la excusa fue un asesinato, pero en realidad no lo querían porque era gay. Esa lucha continúa hasta hoy y, si bien avanzamos un montón, todavía no hay una sociedad verdaderamente inclusiva".
"Imaginábamos que el futuro sería de otro modo, que habría patrias en las que los héroes nacionales serían maricas y llorarían abrazados a los caballos caídos, o matrias gobernadas por amazonas, sin himnos, sin escudos, sin lanzas, sin guerras", declara Patroclo, y le pide a su amante que renuncie a la gloria porque "no hay monstruo más horrible que un héroe de guerra". D'Alessandro, quien produce el proyecto junto a LuzuTV, sostiene que "el teatro, hoy y siempre, es la voz de quienes estamos en el escenario y de las personas que empujan la actividad" porque "el teatro y el cine te llevan a armar equipos y familias".
A Tantanian lo conoció en la serie de Cris Miró, luego estudió dramaturgia con él, y hoy lo considera no sólo "una eminencia del teatro argentino" sino también un amigo. El equipo se completa con Johanna Wilhelm (diseño audiovisual), Axel Krygier (música original), Oria Puppo (iluminación y vestuario), Juan Cruz Bergondi (asistencia) y Julieta Parvic (producción ejecutiva). El actor explica que En mitad de tanto fuego no baja línea ni pretende una imposición pero sí toma posición, ya que "deconstruye una historia antigua como La Ilíada para dejar de verla sólo como un relato de guerra". También dice que el panorama actual es "muy complicado" y sostiene que el uso excesivo de herramientas como chatGPT puede ser peligroso si se apunta al reemplazo de lo humano. "Si paso a ser un simple ejecutor y no un creador, me sacás el alma", concluye.
*En mitad de tanto fuego podrá verse los viernes a las 21.30 en Dumont 4040 a partir del 29 de agosto. Entradas por Alternativa Teatral.