Tras la realización del Encuentro Nacional que llevó por consigna “Organizar, cuidar y luchar para alimentar a los pueblos”, desde el Movimiento Nacional Campesino Indígena – Somos Tierra abordamos algunos aspectos claves para comprender la situación económica y los desafíos que atraviesa el sector de la agricultura familiar:

El panorama de nuestro sector presenta un cuadro preocupante. A pesar de las luchas que se han dado en las últimas décadas, no se cumplió la consigna de la "vuelta al campo", más bien lo contrario: entre 2002 y 2018 la cantidad de pequeños productores en Argentina disminuyó en un 27%, según datos del INDEC analizados en el Informe Preliminar del Programa Nacional “Innovación, Fortalecimiento y Promoción de la Agricultura Familiar, Campesina e Indígena” (PAFCI) del INTA.

Debido a ese proceso de expulsión, el sector de la Agricultura Familiar ocupa el 64% del total de los establecimientos agropecuarios, mientras que en 2002 representaba al 66% del total. A su vez, también se redujo la población rural y el total de establecimientos agropecuarios.

Esta tendencia se mantuvo relativamente homogénea en la mayoría de las regiones del país, con la única excepción de la Puna, donde la cantidad de agricultores familiares permaneció estable. Este dato contrasta con la idea de una revitalización del sector y destaca la persistencia del éxodo rural. A la vez, deja una pista sobre los sistemas productivos de la Agricultura Familiar de la Puna y la Quebrada, que lograron resistir con mayor éxito.

Contrastes

La crisis también abarca la problemática de la cadena de valor en la producción agrícola. Por ejemplo, podemos mencionar el caso del ajo mendocino, producción en la que la agricultura familiar tiene un fuerte protagonismo, y del que el 60% de la producción se exporta a Brasil. Sin embargo, este producto es adquirido a bajo precio por un puñado de empresas que son las que lo exportan, percibiendo más del 1.000% de diferencia.

Mientras el sector se va achicando y descapitalizando, los exportadores se enriquecen. Esta situación ilustra la vulnerabilidad del sector ante la falta de organización y control sobre la cadena de valor, lo que limita la obtención de beneficios justos para los productores.

Otro dato relevante se centra en la deforestación. Argentina experimentó la pérdida de más de 8 millones de hectáreas de bosques liderando, lamentablemente, este proceso a nivel regional. Si bien Santiago del Estero, una provincia con fuertes luchas territoriales en defensa de los bosques, presenta la mayor tasa de deforestación, Córdoba, por el contrario, logró frenar este proceso e implementar un ordenamiento forestal diferente como resultado del protagonismo del movimiento campesino en el diseño del manejo de los bosques. 

Este contraste resalta la complejidad de las estrategias de lucha y la necesidad de evaluar la eficacia de diferentes métodos, ya que no siempre logramos garantizar el éxito en la preservación de los recursos naturales.

A pesar de las declaraciones internacionales que reconocen la importancia de la Agricultura Familiar para el cumplimiento de los Objetivos de Desarrollo Sostenible para 2030, Argentina no logró avanzar en este sentido. Tenemos la necesidad de replantear las estrategias y la interacción con otros actores, tanto a nivel territorial como nacional e internacional, para lograr una mayor incidencia política y económica que permita revertir este proceso y construir condiciones para garantizar la Soberanía Alimentaria.

Las grandes corporaciones controlan semillas, agroquímicos, maquinaria y software, incluso datos. Las organizaciones campesinas e indígenas de Argentina debemos definir nuestra postura frente a esto, considerando el rol del Estado y la posibilidad de formar un bloque de poder regional. 

Para ello necesitamos fortalecer nuestra organización, nuestra formación política y nuestro estudio, así como incidir en las políticas de innovación tecnológica para que se desarrollen tecnologías soberanas que puedan ser apropiadas por el sector.

* Referente del Movimiento Nacional Campesino Indígena Somos Tierra y de la Mesa Agroalimentaria Argentina (MAA).