Hoy es mucha la gente que puede vivir con VIH si recibe la medicación y el control médico adecuados. Pero en los 80, cuando se descubrió el sida y en los 90, cuando murió Freddie Mercury, contraer el síndrome de inmunodeficiencia adquirida era sinónimo de una muerte segura y más o menos inmediata.
Entonces estaban muy difundidos los prejuicios. A la enfermedad se la llamaba peste rosa, como si estuviéramos viviendo en la Edad Media; se consideraba que la comunidad homosexual era la responsable principal del contagio; y también se adjudicó responsabilidad a la población de África por el origen del virus en ese continente.
Este viernes a las 19 la Fundación Huésped celebra el Freddie For a Day, un homenaje musical a Freddie Mercury, en Artlab, Rosetti 93, Ciudad de Buenos Aires. El evento se realiza en distintos países para conmemorar al cantante de Queen el día de su 79 cumpleaños y hablar sobre prevención del VIH.
El artista inglés murió por una neumonía branquial relacionada con el VIH. Como figura icónica su recuerdo invita a la reflexión sobre todo lo que se puede hacer para controlar la epidemia. “Debemos mantener viva la memoria y generar fondos para dar respuesta”, dice Leandro Cahn, director de la institución. “Si Freddie hubiera vivido más, su situación hubiera sido otra porque recién en el 97 aparecieron los tratamientos antivirales de alto alcance, llamados cócteles de drogas”.
Huésped es una institución sin fines de lucro y fue la primera que se ocupó del HIV a partir de las investigaciones que el doctor Pedro Cahn, su gestor, realizó en el Hospital Fernández. Cahn fue el médico infectólogo que trató, entre otros, a los cantautores Miguel Abuelo y Federico Moura. Hoy, tal como ocurre con otras entidades sanitarias, se encuentra en un estado económico delicado y sobrevive gracias a las donaciones de la sociedad civil, no del Estado.
“Si Freddie hubiera vivido más, su situación hubiera sido otra, con los cócteles que aparecieron en el 97”, dice Leandro Cahn.
La ciencia avanzó y hoy la historia es otra: si una persona recibe su diagnóstico a tiempo, puede acceder a un tratamiento y tener una buena calidad de vida. Claro que esto no es tan simple en un país en el que el gobierno retacea y desvía con destino incierto los fondos públicos que deberían utilizarse en la salud de la población.
Mercury fue diagnosticado con el virus de inmunodeficiencia humana (VIH) a finales de la década de 1980, lo que en su caso derivó en el desarrollo del síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA). En 1991, se retiró de la vida pública y, solo un día antes de su muerte, emitió un comunicado confirmando su enfermedad para poner fin a los rumores y concientizar sobre el sida, a pesar de la estigmatización de la época.
La enfermedad estaba rodeada de estigma y miedo debido a la falta de información y tratamientos efectivos. El músico este tema en secreto durante años, alejado de los medios, apoyado en su círculo afectivo más cercano.
El 23 de noviembre de 1991, justo antes de morir, Mercury publicó un comunicado confirmando que padecía sida para silenciar algunas especulaciones de la prensa sensacionalista y para que otras personas supieran que el modo más importante de prevención de la enfermedad de transmisión sexual es el uso del preservativo.
En su honor, los miembros restantes de Queen y su mánager crearon la fundación Mercury Phoenix Trust, dedicada a la lucha contra el VIH/SIDA.
En aquellos días organizaron un concierto homenaje en Wembley para recaudar fondos y visibilizar la enfermedad, en el que también se erigió un Fénix gigante, que se convirtió en el símbolo de la fundación.
“La epidemia del VIH en la Argentina es estable desde hace muchos años”, dice Leandro Cahn, director de la fundación. “Los últimos datos del Ministerio de Salud de la Nación, del 1 de diciembre de 2024, indican un crecimiento en la cantidad de diagnósticos. Veníamos de muchos años de 5 mil nuevos casos y durante 2023 se notificaron 6400. Los datos del año pasado aún no los tenemos. Lo que más nos preocupa es que el 45 por ciento de los nuevos diagnósticos son tardíos, en personas que ya tienen un desarrollo de la infección, hepatitis, enfermedades de transmisión sexual, infecciones oportunistas, el sistema inmunológico deteriorado y tuberculosis”.
“La ley es clara respecto de la responsabilidad de los distintos sistemas de salud de cubrir la medicación y el cuidado”, señala Cahn. “A veces se cumple y otras no es más difícil. Este año tuvimos problemas con algunas obras y por decisiones administrativas del Ministerio hubo un cambio en la medicación, aunque no faltante. Es fundamental revertir esto para poder mejorar la respuesta al VIH. Sigue garantizado el acceso al tratamiento, aunque observamos con preocupación el retiro del Estado en la compra de preservativos, de testeos y una demora en la compra de carga viral, que es un estudio que quienes tienen el virus deben hacerse dos veces por año”.