Desde Beijing
Ochenta detonaciones retumbaron este martes en la inmensa Plaza de Tiananmén, centro político y simbólico de Beijing, para dar inicio al desfile militar más grande de los últimos tiempos. Fue un disparo por cada año que transcurrió desde la victoria china sobre el fascismo japonés durante la Segunda Guerra Mundial y el comienzo de un multitudinario acto en el que Xi Jinping le dejó en claro al mundo que pretende posicionar a su país como líder indiscutido del nuevo orden mundial. “La revitalización de la nación china es imparable”, sentenció el presidente asiático y recibió el aplauso de una veintena de jefes de Estado presentes, entre los que se destacaban, en primera fila, el ruso Vladimir Putin y el norcoreano Kim Jong-un. La histórica postal de los tres mandatarios juntos por primera vez representó un desafiante mensaje a Washington y provocó la inmediata reacción de Donald Trump. Entre furia e ironía, el republicano los acusó de “conspirar contra Estados Unidos”.
De armas y discursos
Parado en una limusina de la marca china Hongqi, Xi Jinping lució su poderío militar y apoyo internacional. Sobre la avenida Chang'an, entre banderas chinas y del Partido Comunista, el mandatario revistó a las tropas del Ejército Popular de Liberación (EPL), que se movían con una coordinación milimétrica, mientras coreaban “¡Luchar para ganar! ¡La justicia prevalecerá! ¡La paz prevalecerá! ¡El pueblo prevalecerá!". De la hora y media que duró el evento, el presidente habló solo siete minutos. El resto del tiempo lo destinó a demostrar el moderno desarrollo de sus fuerzas terrestres, marítimas y aéreas, que conforman la tríada nuclear. Exhibió misiles hipersónicos e intercontinentales, drones de reconocimiento y ataque, equipamiento ciberespacial, vehículos blindados de última generación y aviones de combate que sobrevolaron el parque.
Durante su breve intervención, ante más de 50 mil invitados, el mandatario tomó como ejemplo la Guerra de Resistencia para exponer los desafíos globales del siglo XXI. Señaló que el conflicto bélico que se desarrolló entre 1937-1945 fue “la primera victoria plena de China contra la agresión extranjera en los tiempos modernos” e indicó que, en el combate contra el fascismo japonés, “el pueblo chino hizo una importante contribución a la salvación de la civilización humana y la defensa de la paz mundial con un inmenso sacrificio”. Sobre esa premisa histórica, y en medio de la creciente tensión con Estados Unidos, Xi Jinping advirtió que “hoy, la humanidad se enfrenta nuevamente a la elección entre la paz o la guerra, el diálogo o la confrontación”. En ese marco, prometió que “se mantendrán firmemente en el lado correcto de la historia” y que buscarán “unir fuerzas con el resto del mundo para construir una comunidad de futuro compartido”. Por último, a sus adversarios geopolíticos les remarcó que “la revitalización de la nación china es imparable”.
Té para tres
La conmemoración por los 80 años del fin de la Guerra, en la que se homenajeó a los veteranos y a quienes contribuyeron en la victoria china, adquirió una mayor relevancia internacional por las presencias de Vladimir Putin y Kim Jong-un. La fotografía de Xi Jinping escoltado a su derecha por el líder ruso y a su izquierda por el norcoreano, le sumó voltaje político a un encuentro que reunió en total a 26 mandatarios de distintos países. Asistieron también el presidente de Bielorrusia, Alexander Lukashenko; el de Irán, Masoud Pezeshkian; el primer ministro de Pakistán, Shehbaz Sharif; y el jefe de Estado de Cuba, Miguel Díaz-Canel, entre otros.
El alto poder de convocatoria de China en el Día de la Victoria se suma a las visitas que logró esta semana en la Organización de Cooperación de Shanghái (OCS). Veinte países, que representan a casi la mitad de la población mundial, se reunieron el domingo y lunes en la ciudad de Tianjin para participar de este foro que se presenta como el verdadero multilateralismo y desafía al orden direccionado desde Washington.
El inédito encuentro entre Xi Jinping, Putin y Kim Jong-un avanzó por el mismo carril. Mientras Donald Trump, rechaza las alianzas occidentales y dispone castigos arancelarios a sus aliados, del otro lado del Pacífico, los tres mandatarios decidieron mostrarse juntos por primera vez y dar señales de un vínculo más consolidado.
Furia en la Casa Blanca
Minutos después de que se concretara la imagen de los tres jefes de Estado caminando juntos por la alfombra roja en Tiananmén, Trump lanzó un mensaje cargado de furia e ironía por redes sociales. Primero le envió un saludo al "maravilloso pueblo chino" por su celebración del 3 de septiembre, para luego hacerle un pedido especial a Xi Jinping. "Dele mis más cálidos saludos a Vladimir Putin y a Kim Jong-Un, mientras conspiran contra los Estados Unidos de América", escribió con rabia.
La polémica publicación llegó dos semanas después de que Trump mantuviera un encuentro bilateral con Putin en Alaska para intentar lograr un cese al fuego en Ucrania. "Estoy muy decepcionado con el presidente Putin, puedo decirlo", afirmó el republicano este martes, al ser consultado sobre si se sentía traicionado por el presidente ruso. "Teníamos una gran relación. Estoy muy decepcionado", se lamentó, aunque no aclaró si estaría dispuesto a tomar alguna reprimenda.
Frente al poder militar chino y al eje que están construyendo China, Rusia y Corea del Norte, Trump aseguró que "no le preocupa en absoluto". "Tenemos las fuerzas armadas más fuertes del mundo y ellos jamás las usarían contra nosotros. Créame, sería lo peor que podrían hacer", cerró en tono amenazante.