La fábrica de caramelos Lipo atraviesa una de las crisis más profundas de sus más de cinco décadas de presencia en el distrito de Lanús. Tras haber paralizado la producción durante la última semana de agosto que derivó en un acampe y protesta de los empleados, la empresa alcanzó un acuerdo parcial con los trabajadores para cubrir parte de los salarios adeudados. Sin embargo, la incertidumbre continúa, mientras los haberes de julio se pagan en cuotas diarias, la totalidad del octavo mes de este año sigue pendiente y tampoco tienen certezas, según sostienen los trabajadores.

“Es intolerable por donde lo veas. Estamos siendo aplastados por las deudas y las necesidades básicas. Seguimos exigiendo que se nos pague”, explicó Damián Polo, integrante de la comisión interna, en diálogo con Buenos Aires/12

El conflicto se desató a fines de agosto, cuando la compañía frenó sus tareas y dejó sin ingresos a más de un centenar de familias. La medida generó protestas y una permanencia frente a la planta durante una semana completa, en reclamo por los sueldos atrasados y la falta de respuestas de la patronal, cuyos representantes aflojaron su postura y se sentaron a negociar.

“La empresa se comprometió a hacer pagos diarios que hasta el día de la fecha hay un acumulativo de un 60 por ciento aproximadamente. Algunos les representa un poco más, otros menos. Pero eso corresponde al mes de julio y nos deben todo agosto”, contó Polo al mismo tiempo que reveló que están viviendo "con lo justo" por la falta de dinero.

El esquema de cancelación de deudas fue aceptado en asamblea por los trabajadores como un gesto de tolerancia hacia la empresa, en medio de un escenario económico adverso producto de las políticas nacionales. Según Polo, “en ese mismo compromiso se planteó saldar los haberes de julio en esta semana”. 

“Al Ministerio de Trabajo bonaerense tendríamos que haber ido la semana pasada, pero optamos por postergar la audiencia. La verdad es que estamos pendientes de que cumplan con esta modalidad por los haberes de julio para empezar a hablar por agosto”, aclaró y agregó que desde el Sindicato de Trabajadores de Industrias de Alimentación (STIA) monitorean la situación.

La situación, sin embargo, dista de estar resuelta. El delegado sindical advirtió que no hay garantías de que la empresa cumpla con lo pactado: “En cuanto y en tanto salden julio esta semana, a partir de la semana que viene estarían pagando los salarios de agosto en pagos diarios o semanales, eso es a confirmar. Pero por eso te digo, nadie asegura que cumplan. Desde ya que los plazos están vencidos. Pero bajo esa modalidad que propusieron vienen cumpliendo. Veremos que pasará la semana que viene”, completó.

El conflicto de agosto en Lipo no es nuevo. En mayo, tras el anuncio de la paralización de la planta, los trabajadores realizaron una permanencia en la puerta de la fábrica, denunciando que la patronal había abandonado sus responsabilidades. En aquel momento, la bronca se mezcló con la incertidumbre, debido a que muchos de los empleados llevan décadas en la empresa y la ven como un emblema del trabajo industrial en el sur del conurbano. Ese conflicto fue solucionado con el pago de salarios, pero solo fue una tensa calma porque a los tres meses explotó todo de nuevo.

La crisis de Lipo se enmarca en un contexto nacional de recesión y ajuste. Desde la llegada de Javier Milei al gobierno, la contracción del consumo, la inflación y la paralización de la obra pública afectaron a distintos sectores productivos. El rubro alimenticio, particularmente el de las golosinas y productos de consumo masivo, sintió el golpe de la caída del poder adquisitivo.

En este contexto, los trabajadores sostienen que la empresa sigue produciendo y vendiendo prese a su argumentación. “La empresa aduce la crisis por las medidas del gobierno nacional, pero la realidad es que somos nosotros los que quedamos a la deriva”, señalan desde la comisión interna.

Lipo cuenta con una una larga historia en el rubro, nació como un emprendimiento familiar en 1969 y es reconocida por su producción de caramelos ácidos. Hasta mediados de junio, según los datos brindados por los trabajadores, generaba más de dos millones de unidades por día y ocupa un predio de 8.000 metros cuadrados, con otros 11.000 dedicados a depósito. Formalmente, la firma continúa en manos de Matías y Mariela Lipovetzky, aunque trabajadores denuncian que el control operativo está en manos de un grupo liderado por Osvaldo Iglesias, exgerente de Metropolitano S.A., implicado en una causa por presunto fraude al Estado.

El caso de Lipo expone un drama que se repite en distintas fábricas del conurbano bonaerense como también ocurrió en la gráfica Morvillo de Avellaneda y en Dánica de Llavallol. la combinación de endeudamiento empresario, caída de ventas y atraso salarial coloca a miles de trabajadores en una situación límite. Para los empleados de Lanús, la consigna es clara, quieren que la empresa les pague lo que les debe. La desconfianza persiste, y los delegados advierten que cualquier incumplimiento podría derivar en nuevas medidas de fuerza.