La provincia anunció en las últimas horas la captura de Waldo Alexis Bilbao, considerado el segundo de su hermano, Brian. Fue en el edificio conocido como "El Palomar" de Colón y Mendoza. El clan ingresaba grandes volúmenes de droga desde Bolivia en avionetas, usaba campos y hangares en la provincia y distribuía también en Córdoba y Buenos Aires. Habían montado una diversificada red de negocios para blanquear las altas ganancias, que iban desde el teatro Vorterix hasta empresas de taxis y una firma de biodiesel.
La organización que importaba grandes cantidades de cocaína en aviones que descargaban la droga en campos de la región, como Campo Timbó en Oliveros. Tanto sobre Waldo como sobre su hermano, el aún fugitivo Brian Bilbao –señalado como cabecilla–, pesaban sendas recompensas de 50 millones de pesos, que no fueron utilizadas.
Fue la noche del viernes, cuando tras un larga vigilancia del comisario Maximiliano Bertolotti, quien junto a la Unidad de Acciones Especiales de la provincia de Santa Fe, dependiente de la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales (Ciope), conjuntamente con personal de las Tropas de Operaciones Especiales (TOE) de la Policía, detuvieron a Bilbao. Habían seguido los movimientos del departamento con drones de vigilancia nocturna.
Según confirmó en Radio 2 el ministro de Seguridad de Santa Fe, Pablo Cococcioni, Bilbao no fue entregado por un informante, por lo que ese dinero permanece intacto y será destinado a incentivar la captura de otros prófugos.
De todos modos, tampoco lo encontraron muy lejos: Bilbao se hallaba en un departamento del piso 18 del complejo El Palomar, en Colón 1256, donde ya lo había buscado Gendarmería en octubre de 2023 durante el operativo llamado Cosecha Blanca, aunque una tupida barba de meses hacía difícil relacionarlo a la foto del hombre del top 3 de los “diez narcos más buscados” difundida por el gobierno. En ese departamento cumplía además prisión domiciliaria Guadalupe Torres, pareja de Waldo, también señalada por integrar la organización que investiga la justicia federal rosarina. En la unidad, dijo el ministro, “había un sector con un escondite”, donde Bilbao intentó ocultarse sin éxito.
La información oficial señala que cuando los agentes irrumpieron en el departamento del piso 18 del complejo, Bilbao intentó ocultarse en "un habitáculo de reducidas dimensiones". Fuentes de la investigación dieron mejores precisiones: al ingresar los uniformados, encontraron a la esposa y a un hijo del prófugo en el living. Al hombre lo atraparon en un baño, cuando intentaba escapar por un ducto de ventilación.
Los hermanos Waldo y Brian Bilbao eran los gerentes de un emprendimiento narco destinado al contrabando internacional de cocaína, que se exportaba por los puertos de la región. Además, manejaban un tejido de inversiones para lavar el dinero: desde emprendimientos inmobiliarios a flotas de taxis, medios de comunicación, biodiesel, fabricación de afiches para campañas políticas y espectáculos musicales. En 2018, gerenciaron en Rosario una franquicia de la radio Vorterix, que contaba con un teatro para hacer shows de rock. Era sabido que los artistas contratados por la empresa cobraban entre tres y cuatro veces más que en otros teatros.
Otro negocio para el lavado fue el bar Affascinante, en el barrio Echesortu. Tenían además la concesionaria de autos Portillo Usados Exclusivos. Hay más. Manejaban una firma de publicidad callejera, VYA Digital SRL. Y hasta una compañía de producción de biodiesel, Glycine Max SRL. Completaban ese combo, hasta donde se supo, con dos firmas de taxis: “Taxideral” y “Remitaxi”.
También se asociaron con un personaje llamativo y misterioso: el corredor inmobiliario Juan Carlos Vargas, dueño de la inmobiliaria Adelante, cuya publicidad estuvo en las camisetas de Rosario Central y Newell’s. Vargas terminó imputado por estafas reiteradas.
La banda de los Bilbao sufrió un golpe clave con los allanamientos realizados en 2023. Esa operación, bautizada "Cosecha Blanca", incluyó la irrupción en hangares donde el grupo escondía las avionetas con las que introducía la droga en el país desde Bolivia, pasando por Paraguay. Según las pesquisas, utilizaban como pista un campo de la localidad de Carrizales, a 65 kilómetros de Rosario. Gendarmería secuestró entonces tres aparatos. Los hermanos evadieron los operativos, pero en uno de los galpones quedaron detenidos cuatro ciudadanos colombianos. Uno más, de la misma nacionalidad, terminó apresado meses después en su país. Otra sospecha es que descargaban la cocaína desde las aeronaves en la zona de islas del Paraná. Y que, además de la distribución en Argentina, utilizaban puertos de la Hidrovía para exportarla a Europa, Asia y Oceanía.
Antes que Waldo, en julio pasado cayó en el barrio porteño de Belgrano, Pablo Javier Raynaud, de 51 años. Es considerado uno de los responsables de la logística y del lavado de dinero del clan. La Secretaría de Inteligencia (Side) y la Central de Inteligencia y Operaciones Especiales de Santa Fe rastrearon la IP de su celular por un error que cometió: una compra con Mercado Pago. Lo atraparon cuando estaba por asistir a un partido de River, cuya cancha está cerca de donde residía.
Raynaud era oriundo de Cañada de Gómez. Supo ser empresario agropecuario antes de asociarse con los Bilbao. Creen que era el propietario del campo de Carrizales donde aterrizaban las avionetas con la droga.
Waldo Bilbao ya había estado también tras las rejas. En abril de 2019 lo detuvieron con casi 600 gramos de cocaína. Lo procesaron por tenencia con fines de comercialización, pero recuperó la libertad.