Abrazada por una larga capa de lana negra con capucha, boca roja y ojos cuidadosamente maquillados, el 25 de mayo de 2024 -tres días antes de cumplir 58 años- Maiamar Abrodos sube del brazo de una clown las escaleras de la sede Jufré de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático rumbo al salón donde estudiantes, compañeras y compañeros de trabajo, le hacen una despedida sorpresa. Después de treinta y un años, desde su ingreso como estudiante de Actuación y tras una extensa carrera docente -como consejera de Vestuario en las carreras de Actuación y Puesta en Escena primero, como regente de la Tecnicatura Superior en Escenografía Teatral, luego-, Maiamar dejaba la casa que cambió su vida. “Yo soy hija de la EMAD, ahí aprendí a ser yo misma, porque si no me podía ver alguien allí me estaba viendo. Es la escuela en la que crecí, la que me enseñó acompañándome y en la que enseñé acompañando, como una guía”, escribió días después, para despedirse de la institución, en su perfil de Facebook.
Maiamar es actriz, escenógrafa y vestuarista. En julio de 2012 fue una de las primeras personas trans en recibir de manos de la entonces presidenta de la Nación, Cristina Fernández de Kirchner, su Partida de Nacimiento y DNI rectificados, de acuerdo a lo establecido por la Ley de Identidad de Género (N° 26.743) sancionada y promulgada ese mismo año. Transicionó entre los años 2007 y 2008, tras una larga batalla judicial, y cuando la Ley era aún un derecho por el que desde 1994 daban pelea las personas nucleadas en la Asociación de Lucha por la Identidad Travesti-Transexual (ALITT), fundada en 1994 por Lohana Berkins, Nadia Echazú y María Belén Correa, entre otras referentas de la comunidad. Primera mujer trans docente universitaria, en agosto de 2012 fue la primera persona trans en afiliarse a la Unión de Trabajadores de la Educación (UTE) y en mayo de 2024 se jubiló de su cargo docente en la EMAD y como profesora de la Universidad Nacional de las Artes.
¿De qué manera comenzó tu historia docente?
Maiamar: Un poco por casualidad, bastante por necesidad. Cuando egresé de Actuación, en 1995, necesitaba trabajar pero como actor no tenía ofertas. Y en el rubro escenografía hacía de tanto en tanto stands para ferias, nada muy sostenido en el tiempo. Un día me llamó Enrique Dacal, mi maestro y padre en la EMAD, para que me sumara a aconsejar en vestuario a estudiantes de Actuación y Puesta en Escena. Después el camino iría in crescendo durante tres décadas hasta la creación de la Tecnicatura. Nunca antes lo había pensado hasta ese momento, pero hubo como algo ancestral que parecía me llamaba para ser docente.
La abuela materna de Maiamar Abrodos, una argentina hija de italianos llegados al país en las primeras décadas del siglo XX, era artista plástica y fue inspectora de escuelas.
“Al final la docencia se convirtió en una gran parte de mi vida. Lo que me sostuvo económicamente y me dio la posibilidad de ser”, dice la actriz, hoy docente jubilada.
Cuando finalizó el ciclo lectivo del 2007, Abrodos se despidió de las promociones de la EMAD con el nombre de Emilio, aunque ya muchxs le llamaban Emily. Al comenzar el 2008 se presentó ante les ingresantes con su identidad autopercibida y su nuevo nombre: Maiamar. En aquel primer cuatrimestre, mientras hacía el tratamiento para su transición en el Hospital Durand, las y los docentes que habían conocido a Emilio no sabían como llamarla. “Ella se ponía incómoda, naturalmente. Sé que le costó un montón. Por eso el 11 de septiembre del año pasado, cuando la comunidad de Puesta en Escena decidió ponerle su nombre a un aula de la sede Jufré, a mí me emocionó mucho que ella en el balance decidiera quedarse con la parte positiva y dijera que la EMAD fue el mejor lugar para transicionar”, dice Marcelo Nacci, compañero de estudios de actuación de Maiamar en los años 90 y director de la Escuela desde marzo de 2021 hasta febrero de 2025.
Maiamar fue la primera persona trans en ejercer la docencia en la EMAD pero ya no sería la única, ¿cómo fue posible ese recorrido?
Marcelo: Porque ella abrió el camino. Como docente Mai fue muy potente en el diseño de la estructura curricular de la Tecnicatura en Escenografía porque siendo actriz, pero también escenógrafa y vestuarista, tenía en la cabeza toda una síntesis y todo eso está volcado en el plan de la carrera, pero también marcó un modo de estar en el aula. Y aunque pensamos que iba a ser difícil seguir su tarea hoy su legado es continuado por nuevas generaciones que ella misma formó. Porque ella educó a todo el mundo. Por eso al llegar Bruno Mesa el foco ya no estaba puesto en si era trans o no. Bruno es Bruno, el profe, una persona egresada de la Escuela que hoy ejerce como docente por sus credenciales.
Legado maestro
En el otoño del 2014, en los jardines de la sede Leiva de la EMAD, Maiamar y sus estudiantes comparten, por segundo año, recreos de largas conversaciones.
“Ver a Maiamar en el aula como docente me permitió pensarme vivo. Pero además las charlas de los recreos con ella, que eran hermosas, me permitieron visibilizarme distinto, ver que esa realidad podía ser posible. Cuando transicioné, recuerdo estaba en mi trabajo de la tarde, en el Taller de Escultura del teatro San Martín, y le mandé un mensaje por WhatsApp. “Tengo que contarte algo, soy trans”, le escribí, y ella me respondió algo así como “Bueno, buen viaje”, cuenta Bruno Mesa, 33 años, profesor, desde 2024, de Realización II e Historia de la Escenografía en la Escuela.
¿Cuándo comienza tu historia docente?
Bruno: Yo estudié Magisterio y Profesorado de Dibujo en Artes Visuales después del Secundario, la formación docente la tengo desde muy chico. A los 19 años ya tenía el título de Maestro de Dibujo. Ejercí como docente antes de mi transición en escuelas primarias, pero no me gustó la experiencia; prefiero el trato con adultes para poder hablar de igual a igual. Dejé la docencia en ese momento y me dediqué a estudiar, primero Actuación y después Escenografía, en la EMAD, de donde egresé en 2019 y donde conocí a Maiamar en 2013. En el medio, en 2017, di clases de Escenografía en la Escuela Municipal de Lanús y esa experiencia sí me gustó mucho y fue lo que luego me animó a presentarme en la EMAD el año pasado al abrirse la postulación de los cargos que dejaba Maiamar.
Cuando en diciembre de 2019 Bruno terminó sus estudios en la Escuela le mandó un mail al último profesor con el que había rendido la última materia, Sociedad, Arte y Espectáculo, donde le decía que a partir de entonces era Bruno. “Esa materia me incentivó a estudiar en la UNSAM Antropología Social y Cultural, un estudio que me permitió abordar la cuestión de la otredad que es un tema que en las clases de Historia de la Escenografía estoy trayendo todo el tiempo, la otredad, la alteridad y la construcción de la propia identidad”, dice.
¿Cuánto influye en tu ser docente tu identidad trans?
Bruno: No suelo decir explícitamente que soy una persona trans cuando estoy al frente de un aula, sí lo hago en otros espacios porque además de docente, escenógrafo y realizador escenográfico, soy artivista por los derechos humanos de las personas trans. Pero ser trans no fue algo significativo al momento de asumir el cargo de Maiamar, no asumo la vacante en su materia porque soy trans sino porque participé de un coloquio, gané el puesto, tengo formación docente. Claro que mi condición trans fue, metafóricamente, como el símbolo del traspaso de un legado, de trans a trans, y eso me parece hermoso. Cuando me acerqué a conocer a les estudiantes de Taller de Realización II, poco antes de que Maiamar se jubilara, ella me nombró trans, yo no lo dije, lo dijo ella, y yo lo permití porque me pareció un gesto amoroso de legado.
“Que las personas trans podamos contar otras historias distintas del estereotipo, que se nos vea ocupando espacios de trabajo al frente de un aula o como trabajadores de un teatro como el San Martín, como es el caso de Bruno, y no solamente como protagonistas de historias marginales, es importante porque puede inspirar a otras personas trans a creer que otra vida es posible”, dice Maiamar.
“Y no es menor en ese sentido que hayamos sido, que seamos, personas trans docentes en la universidad pública. Y no es una cuestión de Cupo Laboral porque en la Ciudad eso no existe, pero sí existe porque hay espacios que acompañan nuestra presencia”, remarca Bruno.
En los talleres de escultura y pintura de la sección Escenografía del Teatro San Martín, en el piso 12 del emblemático edificio construido en los años 60 por el arquitecto Mario Roberto Álvarez, Maiamar y Bruno juegan con pinceles, practican poses para la sesión de fotos entre trastos y conversan sobre tallas, telgopor, moldes y acabados. A ella, que está dedicada full time a su trabajo como actriz, le sigue gustando hacer maquetas. A él, que también educa a través de sus ilustraciones en redes sociales, le encanta modelar en arcilla.
“La escenografía construye mundos. Y ser trans es construir lo propio, así como construimos nuestras propias herramientas para trabajar y crear espacios, nosotres le damos forma al cuerpo y a la identidad, cambiamos nuestros nombres, nos reconstruimos. El arte permite la apertura, buscar y encontrarse, dibujarse diferente. El arte permite el juego y el juego permite la vida”, dice el profe.