En su reflexión conceptual, la periodista y conductora de La García, Cynthia García, habló sobre el triple femicidio de Florencio Varela y criticó la reacción en redes que relativizó la tipificación del crimen. Sostuvo que el asesinato de Morena Verri, Brenda Loreley Del Castillo, ambas de 20 años, y Lara Morena Gutiérrez, de 15, fue cruel y odiante, lo que confirma la condición de femicidio, más allá del móvil.
Así, expuso la relación entre este hecho y publicidades recientes de estaciones de servicio con mensajes machistas que simulan secuestros, evidenciando cómo el imaginario social naturaliza la violencia contra las mujeres.
La reflexión conceptual de Cynthia García
Ayer terminábamos el programa diciendo que estábamos ante la posibilidad de un triple femicidio. Y así ocurrió. Durante el día se confirmaron las identidades que habían encontrado de los restos, porque estaban enterrados, descuartizados, de estas tres chicas. Que horroriza a todo el país. Pero lo que me impactó muchísimo es la reacción en redes sociales, en distintas publicaciones, sobre el cuestionamiento a si era o no un femicidio. La típica reacción potenciada porque estamos hablando de un triple crimen. Asesinaron a tres mujeres, a tres chicas. Tenían dos de ellas 20 y la más pequeña 15 años.
Y las asesinaron de una manera absolutamente odiante, cruel. Sea lo que sea el móvil de femicidio, y si fue una venganza y un disciplinamiento —que ese parece ser, según dijo el ministro de Seguridad de Buenos Aires, una de las hipótesis más factibles— eso no quita la figura del femicidio.
La condición odiante por matar a tres mujeres.
Yo hice una publicación en Twitter. Porque nosotros como medio, yo dirigiendo La García, la plataforma, el programa, no estamos todo el día en redes sociales. Comunicamos a través de ahí. Transmitimos la circulación de medios que eran más proclives a difusión de entretenimiento y ahora está más mezclado.
Muchas veces ni siquiera me pongo a ver los comentarios. Ayer lo hice. Y me impactaba esta discusión sobre la caracterización de la condición de femicidio de estas tres chicas. Entonces puse sus nombres y dije que no se puede estar discutiendo nada alrededor de qué hacían, a qué se dedicaban, en qué condiciones. Lo que hay que hacer es descubrir a los autores intelectuales, materiales, buscar las pruebas. Y condenar a los responsables de ese triple femicidio. No hay nada que discutir más allá de eso: se dice femicidio y se pide justicia por ellas.
Hubo un posteo de Florencia Saintout, la ministra de Cultura de Buenos Aires, diciendo que mientras las políticas de género son desfinanciadas por el Gobierno Nacional el odio machista sigue impactando sobre nosotras. Y una columna de Sonia Santoro en Página/12 me pareció muy interesante, porque se pregunta qué hilos conectan las publicaciones de estaciones de servicio que simulan secuestros de mujeres y el triple femicidio de Florencio Varela.
Vieron que durante el fin de semana pasado hubo una serie de publicaciones de Shell e YPF donde simulaban chistes machistas sobre mujeres. Una simulación de un secuestro. La metían en una bolsa, encontraban una camioneta que pasaba por ahí y que aceptaba llevarla y arrojarla vaya a saber dónde. Las empresas pidieron disculpas y dijeron que no habían comunicado bien. Pero siguió circulando en las redes sociales. Entonces, Sonia dice que quería entender el video publicitario.
Primero quise entender el video publicitario de la empresa de combustible y no pude. Pero las publicidades no buscan ser entendidas, apelan a la emoción, a provocar. Cuanto más reacciones, no importa si buenas o malas, mejor. Lo que hoy se exacerba en las redes, fue estrategia publicitaria desde siempre: no importa si hablan bien o mal, importa que hablen. La viralización de hoy se asienta sobre esa mecánica.
En las publicidades mainstream las mujeres fuimos alfombras para ser pisadas por el hombre de la casa. Fuimos culos, tetas. Entregadas por hermanos. Sometidas sexualmente, atadas con esposas, encadenadas con collares lujosos, violadas en manada. Hemos pedido que nos den otra piña. Fuimos adornos, floreros, cuerpos desnudos, esculpidos en fragmentos. Fuimos bocas y huecos para ser penetradas.
El vínculo entre esos mensajes y el imaginario social siempre estuvo, por eso funcionaban. Era un discurso ficcional relacionado de manera más o menos ambigua con la realidad. Aunque tiendo a pensar que el grado de literalidad o ambigüedad es directamente proporcional al nivel de conciencia de género.
En cualquier caso, en la publicidad de la que hablamos la ambigüedad desapareció. Reprodujeron llanamente lo que podemos leer o escuchar en las noticias. No solo nuestro país tiene casos de mujeres descartadas en bolsas de residuos que están en la memoria social sino que mientras escribo este artículo nos enteramos de que las tres chicas que estaban desaparecidas desde el viernes, aparecieron descuartizadas en bolsas de residuo en una casa de Florencio Varela, luego de haberse subido a una camioneta blanca.
Eso que nos horrorizó de las publicidades de estas estaciones de servicio hacía anclaje en una realidad subterránea que terminó verificándose con el triple femicidio de estas chicas en Florencio Varela. Esta asociación que hace Sonia Santoro, este relato que estamos haciendo, está asociado con el imaginario detrás del cual se habrá construido ese triple femicidio contra estas tres mujeres. Ayer veía que ni siquiera tenían idea de lo que decían cuando decían lo de femicidio. Es el crimen a una mujer por su condición de mujer, por ser un crimen odiante. ¿Acaso no es odiante haber descuartizado, torturado y transmitido el asesinato de estas tres chicas? ¿Cómo puede ser que no puedan ver más allá de esos estereotipos? Porque funciona el mecanismo de patriarcado que denunciamos cada una de las mujeres que podemos reflejarnos en un espejo de más conciencia que aquellos que vamos.
Hay una frase de Simone Weil que dice que podemos decir que una mujer que ve ese video puede pensar que ella es eso, una feminista sabe que no lo es. Por eso hace falta más feminismo. Más feminismo hoy más que nunca.