Flautista y cantante afrocubana, Yaite Ramos Rodríguez nació rodeada de música en Pinar del Río y se formó en la Escuela Nacional de Arte de La Habana, donde se graduó como flautista a los 18 años. Desde Francia, forjó el proyecto La Dame Blanche, donde confluyen la tradición clásica, los sonidos urbanos y la espiritualidad heredada de sus ancestros. Orgullosamente santera, su música se expande como un canal de memoria, resistencia y celebración. Actualmente realiza su gira internacional 2025 y concreta proyectos que la vinculan con su familia y artistas de diferentes partes del mundo. En este marco, tras su visita a la Argentina donde brindó shows en Córdoba y Buenos Aires, hizo una pausa para conversar con Negrx.

Venís de una familia musical ¿Cómo viviste esa experiencia en tu infancia y qué lugar ocupaba la música en tu día a día?

Pasé una infancia extraordinaria con la música presente desde el día cero. No te puedo decir el día que decidí ser músico, no existe, yo creo que yo nací y ya dios sabía qué iba a ser de mi vida y creo que mi familia también. La pasé muy bien, una infancia muy linda, rodeada con mucho cariño y en realidad la música hizo un puente muy importante entre mi persona y todos los miembros de mi familia.

En Cuba se vive como un combate cotidiano, hay una competencia que se instala en toda fiesta, en toda celebración. Siempre está la música y siempre está esa rivalidad que nos hace ser mejor o por lo menos perfeccionar lo que sabes hacer. Ese es uno de los recuerdos más importantes. Estamos de fiesta, estamos en familia pero no se hace lo que uno quiere, uno tiene que decir “tío mira lo que aprendí a hacer” o “papá mira lo que aprendí a hacer” esto lo hago mejor que la otra prima, que la otra prima, que la otra prima. Siempre hubo una competencia muy fuerte musical pacífica que siempre estaba ahí y eso creo que es una secuela del músico que soy hoy, me enseñó también a perfeccionarme, a colaborar, a estudiar, a progresar.

Es decir que si lo reúno así en una palabra, la pasé divinamente bien, fue una infancia muy humilde, teníamos muy poco, pero un orgullo dimensional. Es decir que mi casita se estaba cayendo, pero era la más limpia vereda del barrio. Y había un piano, no había televisor, pero había un piano. Es decir que tuve una infancia muy humilde rodeada de músicos que hoy son estrellas en la música cubana y ahí nací yo.

Tu formación en el conservatorio es rigurosa, pero también en vos habita otro lenguaje más visceral y de identidad. ¿Cómo conviven esos dos mundos en tu manera de crear?

Uno alimenta al otro. Yo soy flautista clásica con una formación muy clásica tanto como el canto lo aprendí en la carretera, en Cuba todo el mundo canta así, por lo menos en mi familia. Y ese bagaje, esa mochila musical la llevo conmigo y sigo echando cositas y cositas. Yo creo que los golpecitos de la vida, las revanchas personales, llega un momento que tengo que decir bueno ¿Y ahora que voy a hacer? ¿Con qué me voy a defender? Porque yo dije no me voy a fajar por ese terreno, ese terreno está minado y marcado, entonces voy a buscar el mío. Al principio no fue fácil, porque la familia: Hace falta una partitura, y yo quise hacer las cosas a mi manera orgánicamente desde donde me siento bien. Hubiese podido continuar hacia el latin jazz o defenderme como flautista clásica, pero rápidamente me di cuenta que no se me escuchaba muy bien, entonces dije espérate voy a buscar algo en mi y me hice ese carapacho que es La Dame Blanche que me protege contra viento y marea, no hay modo, no hay manera.

El camino a ser La Dame Blanche no es solo musical, también está atravesado por la migración ¿Cómo fue para vos ser una mujer orgullosamente afrocubana en Francia?

Es fácil, desde que tengo uso de razón mi madre, y eso lo saben todos mis amigos y mis hijas. Mi mamá me enseñó una frase que es un himno en mi vida que es: “Más orgullo que necesidad” y con esa, yo voy a Francia y voy a China, yo me paseo por el mundo, “Yo tengo más orgullo que necesidad” eso lo aprendí desde chiquita y ese es mi modo de vida, te lo regalo.

Contás que venís de una familia de músicos, pero también que tu abuela escribía versos. ¿Qué lugar ocupa ella en tu universo creativo y cómo influyó en tu manera de escribir rap y hip hop?

Mi abuelita Adela. A Adela no la subestimen era un personaje, le mando un besito bien grande, ella no debe estar lejos debe estar por aquí cerquita, oliendo las plantas, en algún lugar por ahí, ella nunca está lejos de mi. Mi abuela Adela escribía poesía y recitaba muy bien. Cuando mi abuela decía voy a recitar ahí todo el mundo se sentaba, es una emoción muy fuerte, interpretaba muy bien, escribía muy bien. Eso lo heredé de mi abuela y siempre digo que estoy muy orgullosa que de todos estos músicos y artistas que hay en mi familia, soy casi la única, por no decir la única que heredó la escritura de mi abuela. Eso me hace, es mi terapia como siempre digo, yo no necesito ir a un psicólogo, yo cojo mi lápiz, mi libreta y me pongo ahí y ya. Esa es mi terapia, escribir, rimar, buscar bien la palabra que rime con mi consuelo, me lo regaló mi abuela Adela. “La palabra que rime con mi consuelo” mi abuelita Adela me regaló eso.

Quienes seguimos tu obra sabemos que no encaja en un casillero único: en tu música conviven rap, hip hop, salsa, rumba, reggaeton, flamenco, dancehall, cumbia, y siempre con un punto de partida común, la música negra. ¿Qué significa para vos esa mezcla de memorias, territorios y resistencias?

Sí, que no se te olvide que yo soy santera, yo soy espiritista, llámalo como tu quieras pero eso es mi protección. Yo ando acompañada por mis ancestros, ando acompañadisima por mis negros y mi espiritualidad. Es una religión que nos viene de África y la música está muy vinculada. Yo si quiero llamar a un espíritu pongo música, yo toco un tambor o toco la flauta, o hago un rezo y lo canto, enciendo un tabaco un roncito y me pongo en ambiente. Eso a mi no se me quita, eso lo llevo en las venas y más aún nosotros fuimos colonizados por los españoles y yo tengo espíritus gallegos, gitanos, eso no se estudia, eso te sale del alma, te sale por los poros, eso forma parte de mi y prefiero andar acompañada como siempre digo. Con todos esos niches. No ando arrastrando las mismas cadenas, las cadenas nos las quitaron hace muchos años, yo no voy a volver a empezar el combate si una pila de gente pelearon por eso, por mi, para que yo fuera la mujer negra y libre que soy. Yo no voy a volver a empezar, pero no se me olvida y lo reivindico en cada una de mis canciones, de mis shows y de mi vida.

Más allá de los ritmos, en tu manera de trabajar se siente muy fuerte el sentido comunitario y colaborativo. En cada lugar del mundo donde vas trabajas con artistas locales de manera colaborativa ¿De dónde nace ese impulso de crear en comunidad?

Me gusta mucho colaborar, invito a los artistas también a colaborar. Porque colaborar también es estudiar, es aprender. Si tu no sabes tocar piano y ves a otra persona que lo está haciendo, siempre hay una técnica, una cosita que tu vas a aprender. No es solamente para colaborar, estás aprendiendo, te estás comparando. Yo no tengo miedo a colaborar, yo no le tengo ningún miedo, hay gente que se quiere quedar en su terreno, hay músicos y artistas que se quieren quedar en su terreno, pero hay que compartir, la música está hecha para eso y yo creo en eso, me gusta colaborar. Hay que dar para recibir.

¿Sentís que La Dame Blanche es, más allá del alter ego de Yaite Ramos Rodríguez, es la voz de tus ancestros puesta al servicio de la música?

Yo creo que sí, justamente La Dame Blanche es un espíritu conocido en muchas culturas, la dama de blanco que va llegar, así que tú pórtate bien. La Dame Blanche porque yo me llamo como me dé la gana, yo no tengo que llamarme la dama negra, porque yo ya lo soy y no tengo problema con eso. Pero es verdad que siempre hay esa espiritualidad, empezando por el nombre que he escogido para mi proyecto empezando por el nombre de una espiritualidad muy fuerte. Y como te dije ahorita, yo soy santera desde que me levanto hasta que me acuesto, yo me consagré hace 21 años.

Para cerrar: ¿qué se viene en tu camino artístico y personal?

Estoy muy feliz porque ahora el mes que viene voy a realizar uno de mis grandes sueños que era trabajar con una orquesta de música clásica y me invitaron en Ginebra a hacer mi repertorio con un orquestón de música clásica, voy a hacer temas míos.

Y tengo otro muy lindo que les voy a confiar, se llama ADN, que es, a mi nunca mi familia me llamó para trabajar, jamás, yo soy el patico feo, la indisciplinada del barrio, pero yo sí los voy a llamar. Los llamé, fuimos a Cuba, grabamos temas buenísimos, lo llamé ADN ahí reúno a mi familia, a mi padre, a mis hermanos, a mis tíos, a todos ellos los invito yo a hacer mi música, me toca a mí, ya me convertí en cisne.

*Afroargentina, activista antirracista y militante del campo nacional y popular.