Este miércoles, un par de horas antes de la marcha federal convocada en el Congreso de la Nación para defender el financiamiento a la educación universitaria y a la salud pública, se celebró una nueva ceremonia de los Premios María Guerrero en la sala homónima del Teatro Nacional Cervantes. Estos reconocimientos otorgados por la Asociación Amigos del TNC (AATNC) se entregan desde 1985 y reconocen la excelencia de la actividad escénica en todo el país. En esta oportunidad, el evento contó con dirección y dramaturgia de Mariángeles Bonello, Natalia Casielles y Yanina Gruden, música original de Pablo Viotti y la participación de un amplio grupo de artistas: Cristian Jensen, Martín López Lacci, Andrea Martínez, Gastón Santos, Luciano Ricio, Matilde Campilogo, Emma Serna, Maruja Bustamante, Natalia Tencer, Cindy Amquie y Camila Pérsico. Entre todxs llevaron adelante la presentación de las 21 categorías y pequeños segmentos en homenaje a la historia del teatro argentino.
El jurado estuvo integrado por figuras que participan de la crítica, la investigación teatral y la gestión cultural, entre ellxs Carolina Petroni, Jorge Dubatti, María Fukelman, Natacha Koss, Patricia Lanatta, Mercedes Méndez, Lorena Peverengo, Dulcinea Segura Rattagan, Jimena Trombetta, Héctor Madrigal, Alba Castillo, Alejandro Veroutis, Itziar Txarterina e Ignacio González. Lxs miembros evaluaron más de cien estrenos del 2024 y la novedad de esta edición fue la incorporación de una nueva estatuilla: el artista Pablo Insurralde se inspiró en el patrimonio histórico del TNC para su creación.
El rubro actoral tuvo varias categorías. En actuación protagónica y co-protagónica se destacaron Belén Blanco (por Clandestina) y Sofía Gala Castiglione (por Lo que se pierde se tiene para siempre). Para la entrega de la estatuilla a la actriz que recientemente participó también en El trágico reinado de Eduardo II y ¿Qué de magnífico tiene ser yo? hubo una sorpresa. Moria Casán subió al escenario y con la habitual destreza de su lengua karateka definió: "El escenario es nuestro útero, nuestro líquido amniótico. El teatro es balsámico, sanador, creativo". También destacó la alegría de las fiestas teatreras y dijo: "El teatro es algo que nadie va a poder voltear jamás". La galaradonada, por su parte, agradeció a su madre por un oficio con el que se conectó desde su nacimiento y recordó algunas escenas de infancia junto a su padre.
En actuación de reparto obtuvieron premios Marita Ballesteros (por Lo que se pierde se tiene para siempre) y Jorge Thefs (por Las lágrimas de los animales marinos), en unipersonal fueron distinguidas las interpretaciones de Mariano Saborido (por Viento blanco) y Julieta Zylberberg (por Prima facie), y hubo triplete en el rubro revelación: Manuel Di Francesco (por Saraos uranistas), Luis Rodríguez Echeverría (por El principito, una aventura musical) y Nicole Kaplan (por Desertoras).
En la categoría dramaturgia el jurado destacó la labor de Juanse Rausch (por Saraos uranistas), Andrea Garrote ganó la estatuilla por la traducción de Prima facie y Mariano Bragán junto a la Compañía Payasos del Matute fueron distinguidos en el rubro adaptación por Tercer cordón del conurbano, una tragedia marrón. Por otra parte, en la categoría dirección se llevó el premio Paula Sánchez (por 24 Toneladas y Tercer cordón del conurbano, una tragedia marrón).
La obra Tierra, con dirección del francouruguayo Sergio Blanco (una coproducción entre Uruguay, Chile, Argentina y España), fue reconocida como mejor espectáculo internacional y Moliendo a Molière, dirigida por Emiliano Dionisi, obtuvo la distinción en la categoría de teatro para infancias y adolescencias, mientras que en el rubro teatro de títeres y objetos fueron premiados Paula Quintana (actuación titiritera), Fernanda Bohigues, Tatalo Muzzín y Paula Quintana (diseño y realización de títeres y objetos) por Expediente Ofelia. En el rubro danza y artes del movimiento recibieron el galardón Luciana Acuña (coreografía y dirección) y Carla Di Grazia (coreografía) por Bailarinas incendiadas.
En la categoría escenografía y diseño espacial se llevó el premio Gonzalo Córdoba Estévez (por Cuando Frank conoció a Carlitos y Las lágrimas de los animales marinos), en vestuario ganó Victoria Molotok (diseño y realización en Gwen), la música distinguida fue la de Guadalupe Otheguy (por Clandestina), en iluminación obtuvo el premio Matías Sendón (por Bailarinas incendiadas, Clandestina, Quiero decir te amo y Viento blanco), en fotografía se quedó con la estatuilla Irish Suarez (por Saraos uranistas), mientras que en realización audiovisual/multimedia fue reconocido el trabajo de Alejo Moguillansky (por Bailarinas incendiadas).
Hacia el final se premió la trayectoria de la bailarina y coreógrafa Margarita Bali, quien a sus 82 años recordó que había bailado en ese mismo escenario medio siglo atrás y, hacia el final, lanzó un reconfortante "¡viva la danza!" que generó aplausos. También hubo una categoría que reconoció la gestión institucional de la Escuela Metropolitana de Arte Dramático (EMAD) en sus 50 años y premios especiales dedicados a tres proyectos estrechamente vinculados a las artes escénicas: los 30 años de la Compañía de Danza Aérea Brenda Angiel, la labor del equipo de Revista Llegás (proyecto a cargo de Ricardo Tamburrano que cumple 20 años y lo festejó recientemente con un gran festival) y la primera década de Teatro x la Identidad La Plata.