El domingo 7 de septiembre, la victoria de Fuerza Patria estalló en ternura colectiva, con el anhelo de recuperar una vida posible de ser vivida. “Estábamos en La Plata desde temprano, y cuando dieron los resultados nos abrazamos con las compañeras cuidadoras comunitarias de la Villa 20 de Lugano, aquellas a las que el Gobierno persiguió y allanó sus casas”, cuenta la educadora feminista Laura Velasco, integrante del Parlamento de las Mujeres de la Legislatura porteña y dirigenta de Somos Barrios de Pie. “En los allanamientos, a una la encontraron cuidando a su marido con Alzheimer y a la otra amasando pan a las 5.30 de la mañana.” 

El relato abre la trama de la violencia institucional, la represión y el disciplinamiento que caen sobre lxs referentxs de los territorios, continúa la secretaria adjunta de la Unión de Trabajadorxs de la Economía Popular (Utep), Norma Morales, quien participó junto a Velasco en la XVI Conferencia Regional sobre las Mujeres de América Latina y el Caribe, celebrada en México hace un mes, con el apoyo explícito de la presidenta Claudia Scheinbaum. “La herramienta sindical es el resultado de la potencialidad que construimos, y creo que ésa es la amenaza que siente sobre su cabeza el gobierno de Javier Milei, por eso el desmantelamiento, la persecución y pretender hacernos desaparecer de la faz de la tierra”, expresa Morales, que en junio asistió a la 113ª Reunión de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).

Seguir visibilizando la agenda de cuidados comunitarios es una responsabilidad de todxs", precisa. "Por eso fue central participar en la reunión de la OIT y en la Conferencia regional de México, espacios que produjeron documentos importantes, pero donde la agenda de los cuidados comunitarios ni siquiera fue un subtítulo. Ahí comprobamos el desafío de seguir compartiendo nuestras experiencias y planificar un encuentro regional de las trabajadoras de cuidados comunitarios."

Con el tema “Las transformaciones en los ámbitos político, económico, social, cultural y ambiental para impulsar la sociedad del cuidado y la igualdad de género”, el encuentro organizado por la Comisión Económica para América Latina y el Caribe (Cepal), ONU Mujeres y el gobierno mexicano, reunió en agosto a integrantes de gobiernos, parlamentos, academia, organismos internacionales y organizaciones feministas. La comitiva argentina, encabezada por la ministra de Mujeres y Diversidad bonaerense, Estela Díaz, fue una de las firmantes del Compromiso de Tlatelolco, el acuerdo que impulsa una década de acción (2025-2035) para establecer la sociedad del cuidado como un derecho humano y como estrategia para la igualdad de género.

“Por primera vez, Norma y yo participamos de una delegación argentina, que además tuvo la posibilidad de denunciar el recorte del Gobierno sobre las políticas de cuidados en nuestro país”, explica Velasco en referencia al Decálogo Feminista “Ni Un Derecho Menos. La resistencia frente al desmantelamiento del Estado y el avance antiderechos en Argentina”. Expone el vaciamiento de las políticas públicas desde una perspectiva de género y derechos humanos, la persecución a los feminismos y diversidades, y el avance de los discursos de odio y autoritarismo. “Frente al vaciamiento de políticas públicas, la persecución a los feminismos y diversidades, y el avance de discursos de odio y autoritarismo, las feministas de Argentina levantamos la voz”, abre su introducción. “Exigimos una sociedad del cuidado con justicia social, ambiental y reproductiva. ¡Basta de retrocesos!”

¿Qué experiencia recogen de la Conferencia?

L.V.: -Nuestra intención era llevar la voz de los cuidados comunitarios, que muchas veces no están ni siquiera en la agenda de cuidados. Se habla de los cuidados no reconocidos ni remunerados que hacemos las mujeres al interior de los hogares, y del trabajo doméstico en casas particulares. Pero poco se habla de los cuidados comunitarios que se realizan en los territorios, y que toman un valor relevante cuando el Estado se ausenta.

¿Por qué no ocupan un lugar preponderante en esa agenda?

N.M.: -Falta visibilizarla e instalarla mucho más. Esas tareas las sostenemos las mujeres de los barrios populares organizadas en movimientos sociales y nucleadas dentro de nuestra herramienta sindical, la Utep, que no fue construida de la noche a la mañana. Pero pudimos presentar soluciones y estrategias traducidas en leyes, políticas públicas y proyectos que comenzamos en el gobierno de Alberto Fernández y seguimos construyendo con la red comunitaria. Desde que inicié mi militancia en 2001, hasta hoy, los movimientos sociales desarrollamos una agenda propia de los cuidados comunitarios y, en nuestro caso, la agenda reivindicativa de tierra, techo y trabajo.

Clausura de la XVI Conferencia Regional sobre la Mujer de América Latina y el Caribe/ Foto CEPAL


Desmenuzar el miedo

El cotidiano de los cuidados comunitarios es sostenido por mujeres y diversidades de espacios populares, con un esfuerzo militante que procura dar respuestas inmediatas a la precarización y las exclusiones. “Esa organización está a flor de piel cada vez que hay momentos de crisis, y aun también cuando tenemos el acompañamiento de políticas públicas”, subraya Norma. “Alcanzamos conquistas que Milei siente como amenaza, por eso la decisión política de perseguirnos a las mujeres y las disidencias, y puntualmente a las mujeres de los barrios populares y a las cuidadoras comunitarias.”

Más la aversión de su gobierno por cualquier organización sindicalizada.

-Se siente aterrorizado frente a la unidad de todos los sectores.

Es la primera vez en la historia de la OIT que la economía popular participa junto a las centrales sindicales en el encuentro anual de Ginebra. En la 113ª reunión realizada en junio, la Argentina estuvo representada por Gerardo Martínez, líder de la Unión Obrera de la Construcción de la República Argentina (Uocra) y por Norma Morales, como secretaria adjunta de la Utep. “Se habló del trabajo de cuidados como parte de la economía popular sindicalizada en la rama sociocomunitaria de la organización”, explica Norma.

“Fue un mojón relevante, como también que en México se haya podido hablar de cuidados comunitarios desde las diferentes experiencias latinoamericanas. Lamentablemente, con Javier Milei una parte de esas reivindicaciones fueron para atrás, porque se había conseguido que una trabajadora de cuidados comunitarios tuviera la mitad de un salario mínimo, vital y móvil, un monotributo que le permitiera acceder a una obra social, y aportes jubilatorios”, agrega Laura Velasco. “En la conferencia expresamos que estos espacios de cuidados comunitarios son lugares de resistencia, con un Estado que no solo se retiró, sino que además castigó y persiguió.”

¿Cómo se fortalecen hoy las estructuras de los espacios de cuidado?

N.M.: -La Argentina sigue siendo pionera en la lucha y la resistencia, y pese a la violencia institucional que padecemos se nos reconoce como trabajadoras, y somos las creadoras del primer Registro nacional de los espacios de cuidados comunitarios, insumo para seguir tejiendo estrategias. El año pasado, en el pico más alto de las persecuciones y los allanamientos, inauguramos la Escuela Nacional de los Cuidados Comunitarios, una trinchera de contención, abrazo y escucha, pero también de respuesta colectiva para este gobierno que profundizó el individualismo y el sálvese quien pueda. Decíamos “acá estamos, juntas, espalda con espalda, y no permitimos más avasallamientos a nuestros derechos”.

En su diccionario, Norma Morales tachó hace rato la palabra subsidio: “Queremos salario digno, aguinaldo y vacaciones, y empezar a gozar de derechos”. La identidad de las trabajadoras, su sindicalización y el reconocimiento de la economía popular como parte del desarrollo económico del país, son procesos clave, subraya Velasco. “Porque representan la mitad de la población, llevan a cabo una tarea que el Estado no está dispuesto a afrontar, y entendamos que tampoco son los tiempos del pleno empleo.”

Las ollas siguen vacías

El Gobierno reconoció que la auditoría a los comedores comunitarios nunca había existido. La ministra de Capital Humano, Sandra Pettovello, llegó a declarar la mentira de que el 50% eran comedores fantasma, lo que facilitó la excusa para dejar de proveer comida y los insumos básicos de alimentación a sectores vulnerados. “Quitar los alimentos de los comedores populares y maltratar a las cuidadoras fue una de las crueldades iniciales de este gobierno”, sostiene Velasco. 

Uno de los comedores que Pettovello incorporó a su listado fantasma es el Centro Comunitario Arcoiris, de Cuartel V, en Avellaneda, que creó Norma en 2001. “Lo parí con doña Elsa –recuerda-, y este 20 de septiembre cumple 24 años. Brinda asistencia alimentaria a cientos de familias, ofrece un espacio de recreación y aprendizaje para lxs más pequeñxs y FINes para adultxs. Pero en el medio hay desconocimiento, mentiras y corrupción de un gobierno con una enorme crueldad.”

La participación en la mesa de la CGT debería fortalecer la legitimación de la economía popular.

N.M.: -Cuando planteamos la construcción de la economía popular como un nuevo modelo económico, abrimos el abanico y articulamos con las dos CTA. Con la CGT nos costó más, por esa resistencia de “Ustedes son piqueteros y acá no tienen nada que hacer”. Pero nos plantamos como trabajadoras, y con Dina Sánchez y otras compañeras nos planteamos la estrategia de que la CGT tiene que ser nuestra: el desafío es conducirla transformándola. Mientras tanto, seguimos amasando la unidad. Queremos una central sindical que esté al lado de sus trabajadores respondiendo, abrazando, cuidándonos, y no esta CGT circunstancial, que negocia con el Gobierno. Al menos ya nos aceptan y articulamos acciones comunes, pero todavía nos miran un poquito de reojo.

L.V.: -También fue trascendente que la Corte Interamericana de Derechos Humanos (CIDH) reconociera el derecho humano al cuidado como derecho autónomo a brindar cuidados, a ser cuidadx y al autocuidado. La Opinión Consultiva 31/25, que obliga a los estados a implementar políticas públicas para garantizar ese derecho, se originó en una opinión consultiva solicitada en 2023 por el Ministerio de las Mujeres, Género y Diversidad de la Nación, que Milei desmanteló.

En México, la comitiva argentina también denunció la intención de acallar la voz de la ex presidenta Cristina Fernández de Kirchner, y la exhibición de la condena como una forma de violencia política, "con el agravante del intento de magnicidio y feminicidio, y de poner presa a quien hoy preside el principal partido de la oposición, con un gran componente de violencia de género”, subraya Velasco.

La condena de Cristina es otra de las formas que Milei cree haber encontrado para disciplinarnos, metiéndonos miedo, con persecución mediática, judicial y  allanamientos. Quieren silenciarnos, pero las mujeres de los barrios populares nos empoderamos y nuestro cuero está duro de tantas balas y persecuciones”, advierte la dirigenta de Utep. “Por eso la importancia de visibilizar la persecución política. Aprendimos que estando juntxs con otras y otrxs, siempre vamos a encontrar una solución colectiva. Es clave exigir que liberen a Cristina porque también es un freno a Milei, en el marco de que acá no le vamos a dejar pasar una.

¿Qué lectura hacen del resultado de las elecciones bonaerenses?

-Ese resultado tiene que ver con todo lo que estamos hablando. Axel Kicillof planteó el domingo 7 que las urnas hablaron porque estamos hartxs de que les sigan pegando a lxs jubiladxs, de que les roben a lxs discapacitadxs y veten la salud y la educación públicas. Las mujeres estamos hartas porque ya no sabemos cómo frenar el endeudamiento para comprar comida o alquilar. Aquí no solo votó el 45% de quienes apoyamos un gobierno nacional y popular, sino también los votantes de Milei arrepentidos. La sociedad y el mundo del trabajo cambiaron, y tenemos que atravesar juntas este proceso, compartiendo saberes para construir algo que nos supere a nosotras mismas. Necesitamos que la sociedad nos reconozca como trabajadoras, no somos planeras ni somos Cáritas, nuestro tiempo y trabajo valen. Alguien se tiene que hacer cargo de quiénes somos, de cuáles son nuestras reivindicaciones y hacia dónde vamos.