“¿Cuán ignorante es la gente? ¿Cuán superficial e insustancial es a veces? Pero no es culpa suya, sino de sus amos. Los negros no somos criminales, proxenetas, ni prostitutas”, versa uno de los diálogos de la magnífica película Mangrove (2020), del complejo e incómodo director inglés Steve McQueen. La historia gira en torno a su título, inspirado en el homónimo restaurante londinense, que, amén de recibir a figuras del calibre de Jimi Hendrix y Nina Simone, desde fines de los años '60 sirvió de punto de encuentro de la colectividad afrodescendiente establecida en Londres. Eso desató la animadversión de cierto núcleo de la policía de esa ciudad, que invitaba al odio racial, lo que la comunidad (en ese caso antillana) repelía apelando por la protesta pacífica y la reivindicación de sus derechos civiles.

Si bien en el largometraje hay buenas cuotas de calipso, la banda de sonido lo alterna con el reggae: desde los primeros años de Bob Marley & The Wailers hasta Toots and The Maytals. Era la misma música que mamó desde bien joven Ali Campbell, sempiterno cantante de UB40. El mismo que, a contramano de lo que sucede en la película, recuerda con nostalgia a su Birmingham natal como un lugar en el que, durante los años '70, las fiestas eran racialmente inclusivas, al punto de que evocaban a las que se hacían en Jamaica. “Pero eso ya no existe, por desgracia”, lamentó el año pasado en una entrevista. De hecho, el grupo que lo dio a conocer, a partir de su origen social proletario, y a la par de los que propuso el movimiento de ska Two Tone (con Madness y The Specials a la cabeza), fue modelo de convivencia étnica en la música de su país.

Por eso no era extraño que el cantante y compositor se armara una banda conformada por músicos de origen negro (con excepción del saxofonista Adriano Rossetti,) para la gira que se encuentra encarando en este momento, y que lo trajo de vuelta a Buenos Aires, esta vez en el Teatro Gran Rex, en la noche del miércoles. A pesar de que el tour lleva por nombre “UB40 featuring Ali Campbell”, ninguna de las piezas del grupo, salvo por él, integró esa fragata del reggae. Sí había tenido a dos en la última ocasión en la que había actuado en la ciudad -en el estadio Luna Park, en 2017-, donde habían estado los también fundadores Michael Virtue (teclado) y Astro (el otro cantante). Sucede que tras dejar formalmente UB40, en 2008, el frontman se vio envuelto en una disputa legal por el uso del nombre de la agrupación con sus hermanos.

Ni siquiera la muerte de Astro ni la del saxofonista Brian Tavers, ambas en 2021, pudieron calmar las tensiones entre Ali, Duncan y Robin, quien hoy está al frente de UB40. Mientras un tribunal británico decide sobre el legado de la banda, sendos proyectos siguieron publicando discos de canciones inéditas. Ninguna de ellas, al menos en el caso del exvocalista de la formación original, fue parte del reciente show en calle Corrientes. No obstante, el recital lo abrieron los músicos con “Small Axe”, clásico de Bob Marley & The Wailers partícipe del disco Burnin’ (1973). A manera de bucle, como la vida misma, también fue el título que tomó prestado Steve McQueen para su antología de películas sobre la comunidad afrocaribeña de Londres, entre las que está Mangrove.


Luego de esa intro, Campbell entró al escenario de la mano de uno de sus primeros himnos, amén de tema indispensable en el repertorio de la banda: “Food for Thought”. La canción está inspirada en el genocidio camboyano, aunque esa letra, ataviada por un reggae de textura oscura y penumbrosa, podría adaptarse en esta época al exterminio israelí en la Franja de Gaza. Siguieron adelante con una canción más de la autoría de UB40, “If It Happens Again”, esta vez con una irradiación más luminosa. Entonces aparecieron con la primera apropiación de la noche, “Homely Girl”, original del cuarteto de R&B The Chi-Lites. Lo que allanó el camino para una revisita más a otro clásico del género: “The Way You Do the Things You Do”, popularizada por The Temptations.

Así como había pasado la vez anterior en que se había presentado en Buenos Aires, el artista de 66 años priorizó una lista de temas basada en las reversiones que hizo UB40 de éxitos prestados, por encima de los propios. Posiblemente esto tenga que ver con el conflicto legal que lo tiene enfrentado con sus antiguos compañeros. Sin embargo, esas reinvenciones fueron tan radicales que para la masa son canciones del grupo. Tal fue el caso de “It’s My Delight”, de The Melodians, que fue de la partida en el recital, ubicada en el medio de dos invocaciones al cantante jamaiquino Honey Boy, icono del lovers rock (denominación del reggae de sonido romántico): “Impossible Love” y “Sweet Cherrie”. Ambos temas están en el disco Labour of Love II (1989), basado exclusivamente en apropiaciones, a las que se recurrió en las casi dos horas de show.

Ese cancionero le permitió a Campbell explotar su tono melódico, al estilo de las viejas glorias de los comienzos del reggae, en los arrabales de Kingston. Eso pese a que al momento de hablar de sus influencias, siempre se refirió a Bob Marley y a la base rítmica que conformaron el baterista Sly Dunbar y el desaparecido bajista Robbie Shakespeare. El peso del tándem quedó en evidencia, por ejemplo, en el final de “Come Back Darling”, tema que precedió a otros dos de UB40: el reggae noventoso “Bring Me Your Cup” y el R&B ochentoso “Don’t Break My Heart”. Antes hicieron el dancehall “Stick By Me”, donde el artista había dejado la guitarra de lado, lo que aprovechaba para tumbarse un rato en el costado del escenario y darle protagonismo a sus músicos.

Esa ausencia en varios pasajes del recital no fue espontánea sino que se debió a las enfermedades que sumó el frontman en los últimos años, como el virus de Epstein-Barr (VEB), que provoca pérdida de energía. El propio público dio cuenta de lo deslucido que se veía, lo que él trató de opacar con carisma y su vozarrón. Tan dosificado tenía su vigor que las escasas peroratas que hubo, al igual que la arenga, las encaró uno de sus coristas. De todas formas, le quedaba resto para afrontar la conclusión de este regreso. Tras hacer “Many Rivers to Cross”, vino el bis con “Flying High”, de su homónimo disco solista de 2009, seguida por “One in Ten” y un “Red Red Wine” con poca gracia. Al parecer, ésta la guardó para su relectura del clásico de Elvis Presley, “Can’t Help Falling in Love”, que reforzó una vez más su idilio con la Argentina.