La encendida advertencia de Javier Milei a los inversores respecto a las calamidades que sucederán en el país si el Gobierno pierde las elecciones de octubre le dio de lleno en la frente al programa económico. Como un boomerang. La razón principal es que el oficialismo está en su peor momento, débil, cacheteado en los comicios bonaerenses, con una parva de desafíos por delante, uno más grande que el otro, teniendo que juntar dólares y cada día se van más rápido. Entonces los inversores entienden que sus apuestas financieras están en riesgo extremo, y huyen.

El escenario que se configura es el siguiente, en apretada síntesis: el riesgo país en erupción, el dólar arriba de 1500 pesos, las reservas en caída vertical, la economía en recesión, el consumo sumergido, la confianza por el piso, los aliados de antaño que no están, los que están se pelean entre sí, la oposición que crece, la calle que brama, el Círculo Rojo que se aleja, la vicepresidenta que asoma, las causas judiciales que acechan. Hasta los mandriles y los econochantas parecen de fiesta.

Es mucho riesgo, y encima el "riesgo kuka", asusta a los inversores Milei. Pero eso no es lo peor.

Lo peor para los financistas que se la jugaron por el modelo libertario es que el Presidente está cada vez más solo, y su gobernabilidad se evapora. Patalea, culpa a los opositores, manda a Luis Caputo a dar explicaciones al streaming Carajo, y el ministro busca tranquilizar con la promesa de que entregará hasta el último dólar, sin explicar qué pasará en caso de que se los lleven todos, como ya le pasó con los campeones. Entonces al día siguiente aparece otra señal: 678, que son los millones de dólares arrebatados de las reservas en la desbandada, record en seis años

Riesgo político 

"El problema que enfrenta el Gobierno es que todo programa económico necesita contar con apoyo político para su implementación y hoy la debilidad política es manifiesta", apunta la consultora PxQ. "¿Qué puede pasar si a La Libertad Avanza le va mal en octubre? Deberá reconfigurarse políticamente antes de poder hacer un cambio en el programa económico", agrega.

En el acuerdo con el FMI también se manifiesta que el plan debe contar con consenso político y social para prosperar.

Y ahí es donde los inversores advierten otra dificultad. 

La señaló Hernán Lacunza, el ministro de Economía que declaró el default de la deuda en pesos en el gobierno de Mauricio Macri, luego de que Caputo y Nicolás Dujovne se patinaran 45 mil millones de dólares del crédito con el FMI: cualquiera de los caminos que tome el Gobierno para frenar la hemorragia que desangra al plan económico conlleva sacrificios suplementarios. Es decir, más dolor para la mayoría de los argentinos, lo que seguramente hundirá más la imagen del propio Milei y sus chances electorales.

Si el Gobierno vende reservas dispara el riesgo país, si aumenta la tasa de interés frena más la economía, si restablece trabas para la compra de divisas exacerba la brecha cambiaria, si abandona el régimen de bandas producirá una devaluación, con todos sus costos añadidos, resumió Lacunza.

"Nada es gratuito, todas las opciones tienen daños colaterales”, dijo al diario La Nación. "Se encerró solo en un callejón", completó el panorama.

La experiencia reciente de los gobiernos de Alberto Fernández y Macri respecto de lo que ocurre cuando el presidente se queda solo y con malas opciones por delante no ofrece espacio para la esperanza libertaria. Peor si se observa lo que pasó con Fernando de la Rúa en 2001, con quien Milei se comparó este viernes en su discurso en la Bolsa de Comercio de Córdoba.

Expectativas

En momentos de tanta tensión, las actitudes del Presidente desconciertan a los inversores. El hecho de que al día siguiente de sufrir otra aplastante derrota en el Congreso, con miles de manifestantes por las calles del país, haya elegido reunirse con influencers y comunicadores de la talla de Diego Recalde, Virginia Gallardo, "El Tronco", Alfredo Olmedo, Iñaki "La Pepona" Gutiérrez  y Mariano "La Geisha" Pérez, entre otros, no pareció la mejor opción para transmitir tranquilidad. El Mago sin dientes no pudo pasar, tal vez por temor presidencial a que sea un topo de Macri.

El Círculo Rojo observa y proyecta. Tantea. Las declaraciones de Joaquín Cottani, ex viceministro de Caputo en los primeros seis meses del actual gobierno, quien se alejó del equipo económico de mala manera para volver al redil de su jefe, Domingo Cavallo, no pasaron desapercibidas para los dueños de las mayores corporaciones.

“Mi discusión con los miembros del equipo siempre fue la misma. Yo nunca entendí el programa económico de congelar la oferta monetaria y dolarizar endógenamente. Tampoco entendí por qué era importante para la inflación no la base monetaria tradicional, sino la base ampliada”, destrató Cottani a Caputo. Y en medio del incendio cambiario, tiró más nafta. “El Gobierno está en una carrera hasta las elecciones, después de lo cual inevitablemente el rumbo va a tener que cambiar porque no hay otra alternativa”.

No faltan quienes especulan con un plan de Cavallo y compañía para una supuesta sucesión de Victoria Villarruel si a Milei no le da el pinet, con Cottani entre sus autores. Lo primero que necesitan es que la explosión cambiaria le suceda al Presidente, para ahorrarse el trabajo sucio.

Trump y ajuste

Milei, entonces, encendió la Batiseñal y apareció la imagen de Trump. "Estamos trabajando muy fuertemente, estamos muy avanzados" en el pedido de socorro a Estados Unidos, dijo el Presidente este viernes. 

Se trata de una negociación para conseguir un canje de monedas que respalde las reservas en unos 10 mil millones de dólares. Es decir, después de haber recurrido al prestamista de última instancia internacional, el FMI, y de haber agotado ese recurso en apenas cinco meses, el Gobierno ahora se juega entero a otro crédito extraordinario que lo sostenga hasta el 26 de octubre.

El objetivo es que el mercado deje de huir al dólar y vuelva al carry trade hasta los comicios. El lunes se verá si alguien compra el nuevo manotazo de un gobierno que se hunde.

Como tabla de salvación, en medio de la campaña electoral, en el escenario recesivo y de colapso político descripto al comienzo, Milei quiere convencer a los argentinos de que el ajuste es reactivante y que se necesitan más sacrificios para alcanzar logros impresionantes. Promete que en 10 años el país se convertirá en potencia, en 20 años será una súper potencia y en 30 años llegará a mega potencia.

Por ahora, lo que se observa es que el Presidente parece haber llegado a su destino.