Molinos Río de la Plata y sus trabajadores llegaron a un acuerdo que pone fin, al menos por ahora, a una de las pujas que mostraron las consecuencias de las políticas nacionales en la industria alimenticia bonaerense. Después de casi cinco meses de conflicto, la planta ubicada en Esteban Echeverría cerró filas con un compromiso sin despidos por 18 meses, algo que hasta hace poco parecía lejano.

La disputa había comenzado cuando la empresa anunció reducciones de personal, despidos y pretensiones de rebajar salarios “al costo de mercado”. Desde el 9 de mayo, la Comisión Interna, junto al Sindicato de Trabajadores de la Industria de la Alimentación (STIA), reclamó claridad y garantías, según habían manifestado los propios empleados a Buenos Aires/12 en su momento.

El malestar escaló cuando, tras la protesta de los trabajadores, Molinos despidió a seis trabajadores. Luego sumó cuatro más durante el paro que habían iniciado los empleados. En este contexto, el pasado 18 de junio se dictó una conciliación obligatoria por parte del Ministerio de Trabajo de la Provincia de Buenos Aires.

Con el correr de los días, las negociaciones se sucedieron entre reuniones, encuentros sectoriales, asambleas en los tres turnos y la  presión constante de los delegados obreros. En ese marco se firmó el pacto que asegura la estabilidad de empleo durante año y medio, y además obliga a la empresa a pagar un salario bruto extra a quienes, en ese período de 18 meses, dejen de cumplir tareas los sábados por la tarde.

Luciano Greco, delegado de la planta, explicó que “el acuerdo se logró gracias a la lucha de los compañeros de la fábrica, con los delegados a la cabeza, para frenar el plan de despidos de una compañía que pertenece a los Pérez Companc, una de las familias más ricas del país". "Vamos a seguir peleando por la reincorporación de los diez compañeros despedidos con los que la empresa inició este plan que logramos frenar”, adelantó.

El acuerdo fue votado y aprobado por la mayoría de los trabajadores en las asambleas que se realizaban entre los turnos de trabajo, lo que muestra que el respaldo colectivo fue clave para que la empresa cediera, al menos parcialmente, frente al reclamo.

Más allá de lo sucedido en Esteban Echeverría y también en otras plantas como Georgalos de Victoria y Mondelez en Pacheco, este episodio deja a la vista las tensiones estructurales que padeció la industria alimenticia bonaerense como la caída del consumo, la presión sobre costos operativos y la influencia de políticas nacionales orientadas al ajuste fiscal. La combinación de esas variables hizo que muchas empresas contemplaran reducciones de personal como estrategia de supervivencia.

El acuerdo por 18 meses permite un respiro, pero no salda todas las demandas. Los trabajadores exigen la reincorporación de los despedidos, y advierten que este tipo de compromisos requieren seguimiento efectivo, y por ello sostienen que en los próximos meses habrá que observar si Molinos Río de la Plata respeta lo firmado.