“El día de la elección, en su discurso, Axel Kicillof planteó abrir una negociación para ensayar una salida no traumática de esto”, sostiene Roberto Feletti en una extensa conversación con Buenos Aires/12. Con “esto” se refiere al régimen cambiario que mantiene encorsetado a Javier Milei y que lo obligó a quemar, en tan solo dos días, alrededor de mil millones de dólares para contener el precio en 1.500 pesos. Según Luis Caputo, venderá lo necesario para mantenerlo a raya mientras se descompone el circuito productivo y de consumo en la provincia de Buenos Aires.

Esto, apunta Feletti, queda de manifiesto en la reciente decisión de Milei que eliminó las retenciones o derechos de exportación para la producción de granos y de carne avícola y bovina tan solo hasta el 31 de octubre de este año. Quien fue viceministro de Economía de la Nación, vicepresidente del Banco Nación y presidente de la Comisión de Presupuesto en la Cámara de Diputados, advierte que los agentes económicos evidenciaron un desapego con las políticas macroeconómicas de Milei o, puntualmente, con el plan de bicicleta financiera lidera por Caputo.

Hoy al frente de la Secretaría Administrativa del Senado bonaerense que preside Verónica Magario, asegura que para sortear este tipo de crisis y posible “crack cambiario” se necesita cohesión política, una característica ausente en el gobierno de Milei. Por eso, valora la gestión provincial de Kicillof y su equipo económico para tomar medidas contracíclicas a favor de la producción, el consumo y los sectores tanto agropecuarios como industriales que se vio reflejado en el triunfo del 7 de septiembre. Un triunfo, dice, que se repetirá en octubre.

—¿Comparte la premisa de que el mercado abandonó al gobierno nacional?

—Los que ven los agentes económicos es que hay inconsistencias del plan económico producto de no haber acumulado dólares en el Banco Central que es la verdadera ancla de estabilización. Ven es que esta renta financiera de interés estratosférico está agotada. Para poner como ejemplo, si en enero de 2024 uno vendía sus dólares al MEP, que es una operación totalmente transparente y compraba un bono común ajustable por inflación, a fines de 2024 vendías esos bonos y comprabas un 50 por ciento más de dólares que habías vendido. Eso hay que pagarlo. Eso está pasando hoy. Hoy están haciendo el cambio de portafolios, cambian sus activos de pesos a dólares, porque ven que ya no hay oferta de divisas. No hay esquema que aguante.

—¿Por qué?

—Es que se acaban las fuentes de financiamiento en dólares. El gobierno de Milei en un año y medio dilapidó con la bicicleta financiera todo el superávit comercial de 2024, que fueron 18.600 millones de dólares, una porción importante del blanqueo que no quedó en los bancos que fueron 23 mil millones de dólares, a eso se le suman los 7 mil millones adicionales que aportó el sector agropecuario y los 14 mil millones que aportó el Fondo Monetario Internacional. Encima, con todo eso, no cumplió las metas de reservas. Este gobierno agotó las opciones muy rápido.

—¿Esto que explica motiva la reciente decisión sobre las retenciones agropecuarias?

—Claro. Es una devaluación encubierta a la que el gobierno se ve enfrentado por una política económica que privilegió una renta financiera desmedida. El gobierno lanza un manotazo de ahogado para obtener dólares y parar la corrida cambiaria auto infringida que tiende a favorecer a especuladores financieros. Estamos ante un Presidente y un ministro de Economía que no tienen freno a la hora de sostener un esquema anti productivo como el presente. El sector agropecuario, el más competitivo de la Argentina, sufrió el último tiempo una pérdida de rentabilidad que lo llevó a expresarse de forma negativa en las últimas elecciones de la provincia de Buenos Aires.

 

 

—¿Con esta decisión no va mejorar la rentabilidad del agro?

—Esto lo hace con fines netamente electoralistas porque no es una decisión para recomponer la rentabilidad del sector agropecuario con un horizonte productivo a largo plazo. La situación es extremadamente grave, pero creemos que el pueblo argentino se expresará el 26 de octubre, tal como lo hizo el bonaerense, por un cambio rotundo en las políticas económicas

—¿Con qué compara la velocidad con la que el gobierno agotó sus opciones para obtener dólares?

—En la convertibilidad, cuando se acabó el proceso de privatización entre 1994 y 1995, y después de la crisis del Tequila, como había deuda reestructurada hubo capacidad de endeudamiento y Menem pudo sostener el modelo hasta el fin de su mandato. Después vino De la Rúa y lo liquidó en dos años y terminamos en el megacanje. En el caso de Macri, lo mantuvo los cuatro años, pero a los tres años tuvo el mismo tipo de crisis porque había tomado toda la deuda posible del mercado, no le alcanzó y tuvo que recurrir al FMI habiendo recibido un país totalmente desendeudado. Y ahora, este gobierno directamente sin acceso al mercado de crédito fue dilapidando todas las fuentes de dólares que reseñamos antes. Esto lo ven los actores financieros y advierten que tiene que haber un nuevo régimen cambiario porque las bandas no van más. Pero el ministro dice que no se preocupen y que venderá dólares a un precio que todos conocen.

—¿Cuál sería ese nuevo régimen?

—La lógica sería cambiar y dejarlo volátil para preservar stock de intervención o ir a un régimen de control de cambios para acumular dólares en el Banco Central. El dólar, de 1.100 pesos que valía en abril cuando se dio el desembolso del FMI, pasó a 1.500 en septiembre. Es una devaluación del 40 por ciento, con lo cual no hay tal estabilidad de la que hablan. Además, todo esto demuestra que secar todos los pesos posibles para que una pyme tenga que pagar 120 puntos por un descubierto o, lo mismo una familia por financiar tarjeta de crédito, te rompe el sistema de producción y de consumo, pero no frena el dólar.

—Usted estuvo en el Banco Central, presidió la comisión de Presupuesto, fue viceministro de Economía ¿cómo es el diálogo con los actores financieros si se quiere generar un cambio de este tipo?

—Para eso hace falta una gran cohesión política.

—¿Este gobierno la tiene?

—Y no. A mí me tocó estar en muchas de estas discusiones. Cuando te enfrentás a los agentes económicos tenés que tener gran cohesión política que implica estar dispuesto a tomar la sobrerenta que ellos hubieran tenido. Uno va, se sienta, y plantea que esta rentabilidad que tenían se terminó. Para eso tiene que estar dispuesto a establecer medidas regulatorias, llevarlas adelante y cumplirlas. Y llegar a acuerdos. No digo que todo esto hay que hacerlo de manera coercitiva. Es ver cómo logramos una salida cohesionada a un nuevo régimen cambiario. Pero si tenés un ministro de Economía que dice que va a vender todos los dólares al techo de la banda, los tipos dicen ¡bingo!

—¿Qué consecuencias tiene esa declaración de Caputo?

—Es demencial lo que dijo Caputo desde el punto de vista técnico. Ellos vendieron más de mil millones de dólares al cierre de la semana pasada, más 400 millones de dólares futuros. Lo que se ve es un proceso rápido de cambio de portafolios. Hoy, la tasa de interés para que se queden en activos en pesos, no funciona. Que en ese escenario Caputo no deje flotar el dólar, como se supone que iban a hacer, y fije un precio, es como brindar un seguro de cambio encubierto. No me voy a meter en cuestiones legales, pero la oposición, en un contexto como este y dados los antecedentes tiene que discutirlo ¿Quién se está llevando los dólares a 1.500 con un stock de intervención bajo, de alrededor de 6 mil millones, y sin cumplir las metas del Fondo? Esto tendría que estar discutido porque puede terminar en una corrección cambiaria brutal con consecuencias en las jubilaciones y en los salarios.

—¿Cuál sería el impacto en las finanzas de la Provincia?

—Primero quiero hacer un reconocimiento al equipo económico de Axel que manejó todo esto que hablamos de una manera excelente. Axel lo reconoció, y bien, el día de la elección cuando dijo que el triunfo también era de ellos. Por otro lado, un salto del dólar abrupto va a tener un impacto muy negativo en todo el circuito de producción y consumo de la provincia de Buenos Aires. Cuando tenés una incertidumbre de esa magnitud, se retrae el consumo y las ventas. No vendés porque no sabés si reponés y no liquidás tus ahorros porque no sabés si reponés. Del mismo modo, que una reestructuración de deuda pública ruinosa si la llevan adelante según el presupuesto que presentaron. El equipo de la Provincia tiene todo esto muy medido y muy evaluado, pero es evidente que esta irresponsabilidad con la que se están manejando que puede llevar a un crack cambiario mayúsculo que tendrá un impacto muy fuerte en las zonas productivas.

—¿Ese circuito productivo y de consumo valora la gestión provincial?

—Bueno, creo que fue valorado el 7 de septiembre. Me parece que la discusión sobre preservar desde el Estado un circuito de producción y consumo, junto con mantener ordenadas las cuentas y hacer obra pública, es lo que se puso en discusión. Se demostró que ir a firmar el Pacto de Mayo y recortar el sector público, así como votarle leyes adversas al federalismo, no eran necesarias para garantizar la gobernabilidad. Tampoco para impedir los recortes. Si vemos la localización territorial de los votos de la última elección vemos que el sector agroindustrial validó a un gobernador que soportó los recortes, que mantuvo el sistema funcionando, y que gestionó las cuentas públicas sin motosierra. Hubo políticas contracíclicas, de la mano del Banco Provincia o el Ministerio de Desarrollo Agrario, con los límites que tiene una provincia porque no puede dar vuelta una política nacional, que el pueblo bonaerense validó.

—Con esta distancia de modelos, Kicillof le pidió una reunión. ¿Por qué?

—El día de la elección, en su discurso, Axel planteó abrir una negociación para ensayar una salida no traumática de esto. Y la respuesta fue la de Caputo diciendo que va a vender todos los dólares a 1.500 pesos. Por eso no puede ser que otra vez salga impune de esto. Caputo es un hombre del JP Morgan y responde a sus mandantes. Él se fija una tasa de crecimiento que se explica en un 30 por ciento por la intermediación financiera como sector más dinámico. Ese es un modelo que está en la cabeza él, donde no hay productividad ni empleo. Esto es un problema porque este hombre hizo lo mismo entre 2016 y 2018. Allí, cuando agotó las fuentes de financiamiento privado fue al Fondo hasta que el propio Fondo lo echó porque seguía dilapidando reservas.

—¿Lo que sucedió no va de la mano del riesgo kuka que dice Milei?

Las grandes empresas productivas, se pueden ver sus balances públicos, tuvieron rentabilidad con los gobiernos peronistas. Más aún las que están ligadas al consumo interno. El peronismo no es anti empresa. A los bancos también les ha ido bien. No quebró ningún banco con un gobierno peronista. Los cracks cambiarios no ocurren en los gobiernos peronistas. Al empresariado productivo, los gobiernos peronistas les permitieron tener una buena rentabilidad. Ahora, si vos tenés al viceministro de Economía que le dice al agro, cuando discutía rentabilidad, que pongan los excedentes en carry trade, es una invitación a no producir. Esto es lo que pasa. Y es un problema de las elites porque no pudieron dotar a la argentina de un modelo estable, ni siquiera conservador como en Chile. Esta lógica donde cada tanto valorizo los excedentes en dólares y me los llevo, demuestra una incapacidad de darle viabilidad política y económica al país. El caso más emblemático es Macri.

—¿Por qué mencionó que el gobierno nacional abrió la puerta de un nuevo megacanje?

—Porque, en el proyecto enviado, soslayan el artículo de la Ley de Administración Financiera que plantea que, para ofertar una reestructuración de deuda, los bonos ofrecidos al mercado tienen que tener condiciones iguales o mejores de las que se canjean. Precisamente, eso fue después del megacanje donde se abultó la deuda y no ingresaba un solo dólar. Hoy, en el artículo 55 del Presupuesto 2026, el gobierno prevé que puede pensarse una reestructuración de deuda donde la oferta a los bonistas sea mejor que la que tienen en cartera.

¿Qué propone Milei con el nuevo presupuesto?

—Está en línea con lo que Milei vino planteando desde que comenzó. Los más importante es que busca continuar con la reducción del peso del Estado en el tamaño de la economía. Argentina se desenvolvió en los últimos años con un peso del Estado consolidado, es decir, Nación, Provincia y Municipios, entre 35 y 38 puntos del PIB. De esos 35, más o menos 25 correspondían al Estado nacional. Milei redujo en 10 puntos el peso de la administración nacional en el PIB. Y, en el Pacto de Mayo, que Kicillof no firmó, se establece que el gasto público consolidado en todo el país no puede pasar el 25 por ciento de PIB. Entonces, ahora tienen que ajustar las provincias. Ahí se ve como se redujeron las transferencias a las provincias, tanto las automáticas como las que no, y se empieza a desplazar el peso del ajuste sobre las provincias. Más allá del anuncio de aumentar algunas partidas por la inflación, el hecho concreto es que el Presupuesto 2026 apunta a reducir el peso del Estado nacional.

—También aseguró que se mantiene el ancla fiscal.

—Milei apunta a que la estabilización de la economía depende de lo que él denominó como ancla fiscal. Es decir, que el ajuste fiscal es el dominante para asegurar una economía estable. Bueno, Los hechos evidencian lo contrario. A partir de lo que hablamos vemos que no hay tal ancla fiscal y lo que hay es un ancla cambiaria. Eso explica que el dólar esté en el techo de la banda y que Caputo diga, alegremente, que va a vender todo lo que haga falta para sostenerlo ahí cuando todos sabemos que ese stock de intervención es cada vez menor.

—¿Cómo evalúa el escenario de desregulación de las importaciones?

 

—Si uno entra en los supuestos macroeconómicos del presupuesto, verá que plantea un déficit en la balanza comercial desde 2025 a 2028. Es decir, va a haber más desequilibrio del sector externo. En los noventa, el sector externo se desenvolvió con un desequilibrio en la cuenta corriente y un flujo de capitales positivos, pero funcionó por las privatizaciones que ingresaban dólares. Por eso, quizás, el gobierno está urgido en acelera el proceso privatizador, porque el ingreso de capitales a través del RIGI hasta ahora no ocurrió.