Dicen que la curiosidad mató al gato. Pero también le dio nueve vidas. Desde su refugio en un sexto piso de Palermo, FIAH Miau afirma sin rodeos que es "una gata humana, cien por ciento". Y, aunque la declaración no admita pruebas, algo es innegable: si llegó hasta acá es porque todavía le quedan algunas de esas vidas por gastar. Escapó de la violencia familiar en Mendoza, estudió astrología durante más de siete años, trabajó como cocinera para Francis Mallmann y como instructora de yoga, dice que llegó a convivir con 17 gatos a la vez y hoy es, sin discusión, una popstar andrógina y autodidacta.

Los gatos, su máxima obsesión, llevan 25 millones de años oscilando entre lo sagrado y lo maldito según el capricho de la época. Fueron dioses en templos egipcios, demonios en hogueras medievales, criaturas diabólicas en tiempos de histeria colectiva. Hoy conviven con naturalidad entre nosotros –se calcula que hay un gato cada trece personas–, manteniendo esa dualidad entre lo místico y lo doméstico. Esa misma elasticidad define a FIAH, una artista que muta entre géneros, que navega entre fantasía y realidad, que se mueve con la inquietud de un animal salvaje.

De Christina Aguilera, admite, heredó la espectacularidad y la obsesión por alcanzar registros vocales imposibles. De Amy Winehouse, la fragilidad autodestructiva. Y de FKA Twigs, esa capacidad camaleónica que le permite transformarse de mujer a hombre, de hombre a gata en celo, de gata en celo a popstar, y vuelta a empezar.

La cantante mendocina acaba de estrenar su primer disco de estudio, Pussy in Boots, una radiografía acelerada de su metamorfosis y un manifiesto sobre su propia liberación sexual, las noches empapadas de ketamina y la presión del escenario. En su departamento, mientras dos gatos merodean entre un altar kitsch poblado de felinos de juguete y una colección de vinilos que va de Charli XCX y Troye Sivan al folklore, FIAH cuenta cómo reformuló un pasado violento y lo transformó en un disco bailable. Uno que se mueve entre el latin core, el reggaetón y el techno rave para lograr una combinación que gira como un caleidoscopio roto: a veces áspero, otra veces luminoso, siempre en movimiento.

  • ¿Qué historias querés contar como FIAH Miau?
  • Es muy personal y no siempre es literal. Vos ves que soy una perra, una gata en celo que coge todo el día… y realmente no. Obvio que tengo etapas, pero no soy así todo el tiempo. Tuve una infancia muy difícil y mucha represión sexual. FIAH apareció cuando empecé a explorar mi sexualidad de grande, a ser un poco más libre.

  • ¿En qué momento nace FIAH Miau? ¿Fue una manera de canalizar la represión sexual en un personaje?
  • FIAH empezó más bien como lo contrario a mi vida, quería ser todo lo contrario. La relación entre la represión y el personaje creo que la identifiqué después, más o menos en 2020, hace ya cinco años. Ahí fue cuando dije "OK, listo, voy a sacar esta música". Me hubiera encantado hacerlo antes, pero con todo el miedo que tenía y la energía puesta en sobrevivir, no me podía enfocar en esto. Y cuando pude, no tuve que pensar mucho. Soy una gata, ¿viste?

  • ¿Cuál fue el disparador para este primer disco, Pussy in Boots?
  • Fue un poco explorar la realidad de los gatos y, al final, darme cuenta de que cada punto de lo que estaba investigando tenía una relación directa conmigo. Yo soy acuariana, ya lo ves: me paro, no busco nada, me voy, me fumo un porro, me olvido –Nota del periodista: en el tiempo desde que arrancó la entrevista, ofreció un café y lo preparó, pero se olvidó de servirlo y nunca llegará–. Me puedo quedar horas mirando un punto fijo. Y también hay algo que me pasa con los gatos que tiene que ver con la meditación: puedo estar mirándolos a los ojos y no usar el celular, con lo difícil que es. También tiene que ver con que, obviamente, mi animal de toda la vida era un gato. Además, su flexibilidad me representa. Para mí, ser ágil es todo. Siempre digo que si a los 60 no llego ágil, prefiero morirme.

  • Esa agilidad se traduce musicalmente en Pussy in Boots. Cambiás de ritmo y de tono de una manera muy similar a FKA Twigs. ¿Es una referencia?
  • Soy su fan número uno. Igual, no te voy a mentir, me cuesta el fanatismo. La primera persona con la que me pasó algo así, sin pelos en la lengua, fue Christina Aguilera. Después, en su momento, Amy Winehouse. Y ahora, FKA Twigs. Son las únicas tres artistas de las que he sido fan, me compro sus discos, las canto, las grito, las escucho hasta para coger. Y con FKA Twigs me identifico con esta cosa tan animal que tiene, cómo se transforma. Es un alien, un animal, una mujer. Me encanta.

  • La transformación y la fantasía están muy presentes en el disco. ¿Qué lugar ocupa la fantasía en tu vida?
  • Todo. Tengo luna en Piscis, y Piscis es mucha fantasía: vivir en la fantasía, la fantasía, la fantasía. Mucha intensidad, a mí me falta un poco de tierra. Igual soy bastante estructurada. No sé de dónde sale, pero intento llevar a cabo esa fantasía. A veces se confunde con ilusión, ¿viste?. Lo que me juega en contra es no poder separar las dos cosas.

  • ¿Y qué es lo que separa a una fantasía de una ilusión?
  • La ilusión es más nostálgica. Quizás una fantasía quedó en una ilusión solamente. Es como cuando pensás que estás viendo algo y después se te borra, como un espejismo en el desierto. Es como que al final tu fantasía te alimentó y se esfumó. A veces la fantasía se hace realidad. A veces no.

  • La luna, como todo, tiene un lado oscuro. ¿Cuál es el lado oscuro de FIAH Miau?
  • Mi lado oscuro es ser impulsiva, ansiosa. Toda mi vida luché contra la violencia. Durante mi infancia absorbí violencia, entonces mi manera de resolver las cosas era de esa manera. Es algo que intenté trabajar durante toda mi vida: todas las terapias que hice, todo en lo que me enfoqué… En el show, esa violencia me generó una rigidez; con el tiempo fui buscando flexibilidad. Ahora siento que la combatí, pero siempre queda algo ahí, una nostalgia familiar. La violencia fue mi oscuridad, lo que tuve que trascender. También tuve relaciones muy tóxicas cuando era chica, con mis novias.

  • Creciste en Mendoza. ¿Creés que tuvo algo que ver la sociedad mendocina?
  • Cien por ciento. Mendoza es un techo, es gente con mucha guita, todos caretas. Todo muy dónde vivís, de dónde venís, el novio que tenés, de qué trabajás, qué hacés.

  • ¿Y vos representabas…?
  • Todo lo contrario: la puta que vivía con falda corta. Y todo el tiempo era por qué salís así, por qué hacés esto, por qué te gustan las mujeres. Me hacían mucho bullying en el colegio por lesbiana. Y yo cagaba a piñas a los nenes. Entonces, la violencia era una constante.

  • Volviendo a las fantasías de hoy, ¿sentís la necesidad de escapar de la época en la que vivimos?
  • Sí. No nací para esta época, sin dudas. Y eso que soy acuariana, debería gustarme la tecnología. Pero no, la verdad que las redes y todo eso a mí me mata, me mata, me mata.

  • Te cerraron la cuenta de Instagram justo después de lanzar tu disco, y estuvo cerrada tres semanas, una ventana clave para un nuevo álbum. ¿Cómo lo viviste?
  • Horrible, horrible, horrible. Saqué el disco y al toque me cerraron la cuenta. Ahí me di cuenta de lo importante que es. De repente no tenía nada: no podía hablar con nadie, no podía compartir nada… Y no tengo una súper estructura detrás. Somos yo y los que me ayudan, entendés. Y para mí afectó cien por cien al lanzamiento del disco. Estoy contenta porque, aún así, le fue re bien. Pero me dio mucha bronca. Fue demasiado para mí. Es el claro ejemplo de que la fantasía se puede hacer realidad y después pum, quedó en una ilusión. Así que no: redes sociales y yo, mal.

  • ¿Cómo lo solucionaste?
  • Contraté a un hacker. Laburaba desde, no sé, Arabia Saudita, algo así. Por un lado le pagué a él, por otro a un pibe que labura en Meta, y además una tercera persona me estaba dando una mano. Y de alguna manera volvió.

  • En "Looking Pretty" cantás sobre la exigencia de siempre estar perfecta para Instagram y el lado agobiante de las redes. ¿Cómo lo vivís sin que te consuma?
  • Siento que es gracias a la gente que me rodea. Me ayudan y al final termino pasándola bien, pero igual te consume. Antes era distinto hacer música, se podía disfrutar más. Ahora te exigen tanto… de repente tenés que ser tiktoker. Y, si estás sola, tenés que subir tus tapas, hablar con SADAIC, ocuparte de esto y de lo otro. Son un montón de cosas. Y yo solo quiero cantar, entendés. Entonces, si te dicen que no te consume, es mentira. Quizás en algún momento pueda llegar a delegar más cosas y sentir menos presión. Si me va muy bien, no sé si sería una Emilia Mernes, que es una máquina de trabajar, o si sería más un Blood Orange: más ghostwriter, le gusta hacer música, es el mejor productor del mundo y está en todos lados, pero es de perfil bajo, bien tranca. Siento que haría ambas, un poquito de cada una.

FIAH Miau | Gentileza de prensa


  • Hasta ahora, todo negativo. ¿Cuál es la parte que disfrutás?
  • Lo que más disfruto es estar en el estudio, hacer música. Y me encanta lo visual, los videos, la parte creativa. A veces pienso primero el video y después la canción. Hay algo de crear un mundo y una estética que me atrae mucho. Me gusta hacerme los outfits, coserlos, pensarlos. Los shows en vivo los disfruto, pero no todos. Es más bajo el porcentaje de los que disfruto porque siempre hay algo: si no está bien armado, bien pensado y bien cerrado como me gusta, que soy obsesiva, algo siempre sale mal. Es un poco más complejo.

  • Solés compartir escenario con Six Sex. ¿Cómo se llevan?
  • Fran es mi hermana gemela. Es increíble lo amigas que somos y cómo nos conectamos. Casi ni hace falta que hablemos: con una mirada se entiende todo. Nos acompañamos un montón. Y es difícil eso en la industria porque siempre aparecen cosas.

  • ¿Qué "cosas"?
  • Nada, te ponen a competir, te comparan. Muchas veces me dicen "Ah, che, estás copiando a Six Sex" o "Che, hacen la misma música". Pero me han comparado con cada persona… Entonces que me comparen con mi amiga para mí es un honor. A las mujeres nos ponen a competir siempre y eso genera cosas a veces, ¿entendés? Como sucede con muchas popstars que prefieren no tener amigas porque dicen que es complicado. En nuestro caso, nos llevamos muy bien. Y artísticamente también tenemos mucha conexión. Estamos en el escenario e improvisamos: leemos el ambiente, nos miramos y hacemos lo mismo.

  • Más allá de Francisca, en sus shows siempre se ve un frente unido: con Chita, con Juana Rozas, con Faraonika… ¿Cómo se bancan entre ustedes en la escena?
  • Yo siento que es justamente eso: haber visto la competencia que hay y cómo te intentan comparar. Y más los putos, que son tremendos. Son el mejor público, eso es verdad: son mucho más melómanos que cualquier tipo al que le guste el trap. Entienden en otro nivel estético, lo valoran. Eso te sirve un montón, porque uno la piensa. Pero también viste cómo son en Twitter. Yo llego a pelearme, me encanta pelearme. Siento que por eso se formó SAMA: el Sindicato Argentino de Mostras Amigas. Como decir "Che, nos caemos re bien todas, nos amamos, nos admiramos entre nosotras". Bueno, creo que juntas quizás pisamos más fuerte también.

  • Última pregunta: ¿quién es FIAH Miau?
  • En otro momento hubiera separado lo que era FIAH y FIAH Miau, pero ahora no. Diría que FIAH Miau es una gata humana, cien por ciento. Una gata humana andrógina que siempre va a estar explorando por lo curiosa que es. Y la curiosidad mató al gato: se va a terminar muriendo por curiosa.


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