Desde Imbabura, Ecuador.
La mañana del lunes 22 de septiembre del 2025, vibraron las redes sociales de los comuneros, los parlantes de los cabildos, los silbidos para los puntos de encuentro y de resistencia. Unos días antes la Confederación de Nacionalidades Indígenas del Ecuador (CONAIE) nos convocó a todo el pueblo ecuatoriano a un paro nacional inmediato e indefinido por el rechazo al decreto 126 que elimina el subsidio al diésel.
Cada movilización es una protesta contra la precarización de la vida y en defensa del Alli Kawsay (Buen Vivir). Así, los comuneros Kichwa Otavalo, Kayambi, Karanki, Natabuela, Kutakachi, Imantag, y el Pueblo Afro Andino salieron a las calles a exigir una vida digna. Durante las manifestaciones del 22 de septiembre, 13 comuneros del Pueblo Kichwa Otavalo fueron detenidos arbitrariamente en medio de una gran militarización y represión. Tras la audiencia, una comunera fue liberada con libertad condicional y los otros 12 recibieron prisión preventiva por supuesta participación en un delito penal de terrorismo. El 25 de septiembre fueron trasladados en helicóptero, sin justificación, a los Centros de Privación de Libertad en Manabí y Esmeraldas. Son agricultores y artesanos de comunidades kichwas, padres y proveedores del hogar, que en su mayoría no suelen movilizarse a la ciudad ni conocen la costa ecuatoriana a donde fueron enviados.
Son comuneros que representan a la población trabajadora que cultiva los alimentos de cada ecuatoriano y a los albañiles que sostienen la ciudad mientras sobreviven día a día para proveer a sus hogares. Son cuerpos de cabello largo que encarnan la histórica sublevación de la identidad Kichwa Otavalo. Dos de ellos tienen discapacidad física y enfermedad catastrófica, forman parte de los grupos de atención prioritaria según el artículo 35 de la Constitución, y requieren cuidados especializados, medicamentos y atención en su idioma, derechos que hoy se les niegan.
Se los criminaliza por su cuerpo y aspecto indígena, por su identidad, ninguno tiene antecedentes penales. Como afirma Angela Davis sobre los sistemas carcelarios, éstos están pensados desde un sistema racista y clasista, para que solo los cuerpos del color de la tierra ocupen ese lugar. Se tiene una idea preconcebida de que estos cuerpos son “salvajes o incivilizados”, tal como la idea que sembró la blanquitud en la colonia y se sigue reproduciendo como una especie de bacteria en la sociedad tóxica.
Detenerlos arbitrariamente ya es una violación a su derecho a la protesta amparados en los artículos 66 y 98 de la constitución ecuatoriana así como en los artículos 7,8,13 de la Convención Americana sobre Derechos Humanos. Formular cargos por supuesto terrorismo sin darles un tiempo para una defensa apropiada, es una vulneración hacia sus derechos. Por otro lado, por el hecho de que Ecuador es un Estado plurinacional e intercultural se debió respetar el derecho a la defensa, y a los diálogos de los sistemas de justicia ordinaria e indígena, sin embargo se hizo caso omiso de tales principios. Esto marca el irrespeto hacia nuestro propio sistema de justicia. Inclusive no se generó un diálogo intercultural o una declinación a la justicia indígena. La formulación de cargos se hizo sin intérpretes en su idioma ancestral. Esto rompe con los derechos plurinacionales y colectivos de los pueblos y nacionalidades que tanto hemos luchado. Además, los 12 fueron trasladados a Manabí y a Esmeraldas, dos provincias de la costa ecuatoriana para que no tuvieran contacto con sus familiares. Haberlos trasladado a cárceles de máxima seguridad justo después de que en la cárcel de Esmeraldas ocurriera una masacre es atentar contra su vida. Esto es otra vulneración de derechos clasista, racista, y cruel dejando de lado nuestros derechos colectivos en clave plurinacional.
Las diferentes violaciones a sus derechos humanos mencionadas, responden a un Estado nación racista que es ciego y bárbaro con la vida de los Kichwas. No solo fueron 12 comuneros, son los cuerpos de quienes representan cientos de años de racismo estructural desenfrenado. Años de odio y discriminación que también se han observado hasta el día de hoy. Vale aclarar que las protestas siguen y el fin de semana pasado se registró un fallecido. Por eso las comunidades hacemos un llamado a instancias nacionales e internacionales que protejan nuestras vidas y liberen a los 12 comuneros.
Llamamos a la comunidad internacional a empatizar con nuestras vidas, a cesar la violencia y a escucharnos. Abrazamos a los corazones doblemente más fuertes con energías de vida que luchan por un estado que respete nuestras naciones, pueblos, nacionalidades, comunidades y comuneros/as. Aquí somos muchos Kichwas que seguimos apagando el fuego racista indolente, porque creemos en nuestros principios de vida del Alli Kawsay.
No nos quedaremos callados ante tanta violencia, maypi kashpapash ninahushunllami, kutin kutin shayarina kakpi shayarinahushunllami ñukanchik hayññikunamanta. Uyaychik ñukanchik mañaykunata (Dondequiera que estemos, seguiremos defendiendo nuestros derechos. Escuchen nuestras exigencias).
*Comunera Kichwa de Imbabura, Ecuador. Escritora, investigadora, columnista bilingüe. Escribe desde el género, la interculturalidad y la plurinacionalidad.