Se podría decir que son un matrimonio de varones elegantes, dos células gemelas que se entienden sin necesidad de palabras. Son Javier y Silvio, los creadores de Silvio Sierra, una marca de ropa interior y pijamas que funciona desde el 2010. Con sede en un sofisticado Palermo, la firma busca ser un refugio para las sutilezas, las picardías y la erótica que evocan los paños menores. También pretende abrir un espacio de reflexión ante las peripecias que atraviesa la comunidad LGBTQ+ en estos tiempos.
Como casi todas las historias lindas entre putos, la cosa comenzó con un exceso de fantasía. Silvio vio por primera vez a Javier en la pantalla de su televisor. Él era productor de Un Mundo Perfecto, programa conducido por Roberto Pettinato en el prime time de América TV en 2010. Una noche, el conductor hizo lo que nunca se debe hacer con alguien que trabaja tras bambalinas: lo puso frente a cámara y le dijo a la audiencia, con su clásico tono burlón, “Javier busca novio”. Silvio cuenta que lo miró y sintió cosas dentro suyo, que le pareció hermoso, aunque también inalcanzable en un mundo todavía tan analógico como aquel inicio de los 2000.
Silvio se fue de viaje durante tres meses y se olvidó de ese chico tímido en la pantalla. Pero a su regreso, gracias a un amigo en común, finalmente pudo conocerlo. El encuentro fue en el ya caduco Hot Festival, en noviembre de 2010. Saborearon la música de Mika y Scissor Sisters, y de paso se saborearon a ellos mismos. Algo especial se estaba gestando. Tanto, que al día siguiente se agregaron en Facebook y comenzaron a charlar durante horas. Desde entonces, nunca más se separaron.
Silvio ya había creado su marca, enfocada únicamente en el diseño de camisas. Llegada la pandemia, los novios decidieron expandirse y apuntar a la ropa interior, y así indagar más en su comunidad. La clientela heterosexual se fue alejando, e ingresó otra, y con ella ciertas responsabilidades más allá de vender. Marchas, problemáticas queers, todo lo que sucedía en el ámbito público empezó a intervenir en la identidad de la firma.
“Tiene que ver con una cuestión de compromiso y dejar un poco la frivolidad de lado. Si a nosotros la comunidad nos acompaña, ¿cómo no vamos a hablar de la falta de medicamentos, de la gestión estatal con respecto a las personas con VIH? ¿Cómo no vamos a hablar de que a Juan Sabín lo cagaron a palos y le rompieron la mandíbula en la salida de un boliche? ¿Cómo no vamos a visibilizar que la Fundación Huésped necesita hoy más que nunca donaciones? Si no lo hacés, todo se vuelve muy vacío”, afirma Javier en conversación con SOY.
Las ganas de ser algo más que una marca de ropa pueden rastrearse en una escena muy clara: su casamiento. Silvio es de Macachín, un pueblo del centro-oeste de La Pampa. Un lugar de tiempo lento, donde los valores tradicionales configuran maneras de ser muy limitantes para las disidencias. En 2021 se casaron en un club social y deportivo, en medio del campo, rodeados de amigos, familiares, conocidos y personas sorprendidas al ver a dos hombres demostrando su afecto en público. Macachín se ablandó con maricas, tortas y otros bichos raros que llegaron de Buenos Aires y ocuparon las calles, las despensas, los hoteles y los restaurantes.
Fue el primer matrimonio igualitario del pueblo, una señal de que las cosas podían cambiar. La pareja debate todo el tiempo sobre la identidad de la marca y el compromiso que conlleva. Muchas veces, su contenido político es mal recibido o cuestionado, incluso por integrantes de la propia comunidad, aquellos que se autoperciben apolíticos. Aun así, consideran que construir un emprendimiento implica tomar riesgos, y que defender la comunidad a la que pertenecen no es algo negociable. Javier dice: “Si puedo hablar de lo que es ser puto, ¿por qué me lo voy a guardar? Una cosa es cómo una marca quiere vender y otra cosa es la comunicación. Uno podría decir: ‘¿Para qué voy a hablar de eso acá? Así vendo más’. Pero si no digo que soy puto, es como si me estuviera ocultando. Hay un montón de personas que se pueden reflejar o pueden sentir lo mismo que vos. Qué mejor que ayudar a alguien a salir del closet, o tal vez ser el espejo de una experiencia parecida. Eso intentamos con Silvio Sierra”.