La fila de gente no termina, pero en la olla ya no hay nada. Ofelia Jiménez rasca con el cucharón el fondo metálico, donde se acumulan los últimos fideos que quedan. El grupo de cocineras y ayudantes miran a los que esperan y eligen dárselo a una madre con su nene en brazos. “Esto es lo que pasa todos los días en los barrios, gente que no llega a comer”, resume. Tiene 55 años y desde hace 15 mantiene su comedor en Villa Gobernador Gálvez, donde dice que cada vez debe alimentar a más gente, con menos insumos. Este martes, quedó a cargo del guiso que se reparte en el centro: “Hoy hicimos una olla de cien litros, donde se calculan unas 200 raciones. Pero siempre hay más necesidad”.
La olla está sobre la peatonal Córdoba, a la altura de Corrientes y de espaldas a la escalinata de uno de los ingresos de la Bolsa de Comercio de Rosario. Una de las banderas colgadas explica los motivos por los que se eligió ese lugar para la protesta: “Milei regaló millones de dólares a las agroexportadoras, mientras hambrea al pueblo”. En rigor, desde la asunción de Javier Milei al gobierno, las organizaciones sociales dejaron de recibir los alimentos que luego se distribuían entre los comedores barriales. Ahora la olla se para con ayuda del municipio, de la provincia, y del aporte de los propios vecinos.
“En los barrios las ollas no alcanzan, no tenemos insumos. Hoy venimos a mostrar al centro eso que vivimos todos los días en los barrios. Un montón de niños se van a dormir sin cenar y nosotros estamos diciendo en la calle que no podemos más. En nuestros comedores tenemos cada vez más jubilados, más chicos y también empezamos a ver personas que tienen trabajo, pero que vienen porque no les alcanza”, describió Ofelia. “Nos arreglamos con lo que podemos. Hay mucha gente que si no viene al comedor, no come”, agregó.
La actividad en el centro rosarino se dio en el marco de una jornada de lucha a nivel nacional, que tiene como protagonista a la Corriente Clasista y Combativa (CCC), entre otras organizaciones. Desde las diez de la mañana comenzaron los preparativos, que incluyeron la realización de una radio abierta. Para el mediodía, cuando comenzaron a repartirse las primeras raciones del guiso hervido a fuego lento, la fila de personas que aguardaban para comer llegaba hasta la casa de cambio Rosental. Menos de una hora después, desde el micrófono daban aviso: no había más comida.
Baja la pobreza
La jornada de protesta se da luego de que el gobierno anunciara datos relacionados a la pobreza. La semana pasada, el Instituto Nacional de Estadística y Censos (Indec) informó que en el primer semestre de 2025 la pobreza alcanzó al 31,6% de las personas, lo que significa una baja de 21,3 puntos porcentuales con respecto al mismo período de 2024. El dato también actualiza la cifra de 38,1% registrada en el semestre anterior. Durante la actividad, la medición fue cuestionada: no es lo que se percibe en los barrios de Rosario.
“Parece una burla al pueblo argentino. Las compañeras que sostienen los comedores de la organización se ríen para no llorar cuando escuchan que bajó la pobreza, porque no es lo que vemos en nuestros barrios. Vemos cómo ha crecido la miseria, vemos las condiciones precarias de vida de las familias y vemos que la única oferta de trabajo a la que están expuestos nuestros jóvenes es el narco”, evaluó Eduardo Delmonte, referente de la CCC. “Esto que pasó hoy, de llegar al fondo de la olla y que todavía haya gente esperando, lamentablemente se volvió habitual en los comedores”, sostuvo.
Las organizaciones sociales no son las únicas que no ven reflejados los datos oficiales en su día a día. “Si alguien cree que bajaron esos números, creo que estamos mirando distinto. La realidad dice otra cosa”, dijo la ministra de Igualdad y Desarrollo Humano, Victoria Tejeda, a El Tres. También Nicolás Gianelloni, secretario de Desarrollo Humano y Hábitat del municipio, había advertido sobre un aumento de la indigencia en Rosario, además del incremento en la ayuda social. “Tenemos otra percepción”, sostuvo el funcionario.
En ese marco, parte de la movilización planteada por la CCC tuvo que ver con visibilizar la situación que se vive en los barrios, pero también reflejar el trabajo que realizan las mujeres que cocinan todas las semanas para alimentar cientos de familias en los barrios. “Vinimos a mostrar a este lugar tan emblemático, que cobija a las grandes agroexportadoras, el contraste entre la riqueza que se están robando y el hambre que hay en los barrios”, expresó Delmonte.
Y agregó: “El gobierno no resuelve el problema del hambre, pero te organiza una estafa en complicidad con las cerealeras eliminando las retenciones por 24 horas, lo que alcanzó para que los mismos de siempre se ganen 1.500 millones de dólares”.
Cocineras
El mensaje que dejó la jornada es que en los barrios hay hambre, que los comedores no dan abasto, y que las cocineras ya no saben de donde sacar para poder satisfacer esa demanda. Maria Elena, del barrio Fontanarrosa, dice que antes cocinaba varias veces a la semana. Ahora, solo alcanza para una olla grande semanal. “Todos los días se acercan a preguntarnos si hay algo. Y tenemos que decirle que no a nuestros propios vecinos”, contó.
Tiene 65 años y hace más de veinte que cocina en su comedor, que fue cambiando de locación. Hoy alimentan a doscientas personas, cada vez que puede: “Nación nos cortó la principal ayuda que teníamos. Así que cocinamos cuando tenemos. Hacemos fideos con salsa, no nos alcanza para mucho más. Tenemos una olla de cien litros y no le llegamos a dar a todos los que vienen, porque la necesidad es mucha”.
Una situación similar cuenta Hortensia, de Bella Vista. “Nosotros hacemos ollas populares para el barrio, pero ahora no estamos cocinando porque no tenemos insumos. Yo tengo unas 130 personas y se nos fueron sumando los últimos meses”, aseguró.
Para Julia, de barrio Godoy, el crecimiento de gente que asiste a su comedor para llevarse un plato de comida fue exponencial: “Teníamos una copa de leche con 23 personas y a los seis meses éramos cien. Después de un año tenemos 180 bocas para alimentar. Y no nos alcanza”.