Aún, hasta ahora, todavía, expresan una persistencia en el momento en el que se habla, incluso pondera una existencia y al mismo tiempo sugiere, presupone, que dicha situación cambiará o es posible que cambie en el futuro. Aún es el psicoanálisis, el inconsciente y sus formaciones siempre amenazados por resistencias, aún es el nombre de una insistencia por sobrevivir. Freud predijo esa fatalidad de distintas formas, por ejemplo tuvo que declinar ante los avances del nazismo propiciando --muy a su pesar-- el título de médico para los psicoanalistas cuando decía que la oposición al análisis profano era ”la última máscara de la resistencia al psicoanálisis y la más peligrosa de todas”[1]. Preocupado ante tal concesión, le confesó a Ferenczi: “El desarrollo interno del psicoanálisis se está realizado en todas partes en una línea contraria a mis intenciones, apartado del análisis profano y transformándose en una especialidad[2]”. Lacan vaticinó que el psicoanálisis rendiría sus armas[3] pudiendo ser un síntoma olvidado, por ello quiso que el analista fuese síntoma,[4] tomando así el relevo de lo que se olvida.

Culturas

Las resistencias acompañaron ayer y hoy al psicoanálisis y ambos, Freud y Lacan, las pensaron en la cultura y en el propio movimiento psicoanalítico, y si decimos las formaciones del inconsciente aún, cabe sí desbrozar cuál es el mar del que en estos tiempos ellas emergen. No son las aguas de los tiempos freudianos ni lacanianos. En  el siglo pasado, el descubrimiento freudiano llevó a grandes debates, el inconsciente y sus formaciones fueron objeto de adhesiones y también de grandes polémicas que hoy se apagaron; ya no se discute, sino que se rechaza. La mirada social tiene una enorme repercusión en las manifestaciones sintomáticas, el síntoma es definido por Lacan como aquello que se pone en cruz ante la carretera, como lo que nunca puede ser asimilado a una corriente, como lo que no deja de repetirse para estorbar el andar, pero qué ocurre si es acogido en esa senda, si ya no es obstáculo en su camino sino elemento de su paisaje, si ya no interpela al amo sino que va al unísono con su corriente: ¿perdería acaso lo más peculiar de su carácter? Además, si el amo declina y su lugar es ocupado por el discurso capitalista que se caracteriza por la absorción de todos los signos: ¿no terminará ese discurso aspirando al mismo síntoma?[5] Autores muy leídos como el coreano Han[6] afirma que la Modernidad tardía no tiene inconsciente, ya que este concepto requiere de la negatividad, de la represión, de la prohibición y del deber, mientras que hoy impera la positividad y no la sociedad disciplinaria de antaño. Rechazado por muchas feministas, negado por las neurociencias, ignorado por los delirios de identidad y por la apología del yo, el psicoanálisis solo puede sobrevivir por psicoanalistas que estén a su altura.

Pensemos en la fuerza que tuvo el psicoanálisis en el siglo XX: escritores como Stefan Zweig, Thomas Mann, Romain Rolland lo pusieron en sus filas, Einstein interrogó a Freud sobre la guerra, Trotski fue tan favorable que ello influenció para que fuese interdicto en la Unión Soviética, pero no solo las adhesiones hablaron de su influencia sino las objeciones y las críticas. Sartre lo cambió por otro llamado existencial, Malinowski cuestionó que el Edipo fuese universal, Janet tachó a Freud de pansexualista y luego, en plena década del ochenta, el antifreudismo se centró en la idea de que el psicoanálisis no era una ciencia. En nuestro país, Germán García escribió un libro, El psicoanálisis y los debates culturales[7], con ejemplos argentinos todos ellos... del siglo pasado.

Serían aquí innumerables las citas vinculadas con Lacan y la cultura, ya que el pensamiento de todos los tiempos habita en su obra. Infatigable lector, hombre ávido, curioso, hizo de ese apetito su pasión. Su vastísima cultura abarcaba las de Oriente y de Occidente, la filosofía antigua, la teología cristiana, la tradición de los moralistas humanistas, el surrealismo y la literatura contemporáneos. Pero no sólo él es quien se interesó en la cultura, sino que la cultura del siglo pasado tuvo un vivo interés por el psicoanálisis, objeto sí de polémicas.

Tanto Freud como Lacan querían franquear los marcos a los que el psicoanálisis puede quedar confinado si no se lo inscribe en la cultura. Tanto uno como otro sabían que tal empresa no era posible sin una exégesis de su tiempo. Pero cierto trecho histórico separó sus respectivas enseñanzas. Freud[8] decía que se podía hablar de culturas neuróticas, dándole así valor a la represión. Lacan, en cambio, caracterizó a su época como forclusiva, y no tanto como represiva, diciendo que lo que distingue al capitalismo es el rechazo, Verwefung, de todos los campos de lo simbólico de la castración y del amor. Y no dudó en afirmar que es el psicoanálisis quien les daría alojamiento[9].

¿Qué lugar aún para las formaciones del inconsciente? Lacan anticipó este siglo y el proceso de desmaterialización que lo acompaña y fue esa la razón por la cual le dijo a Lemoine [10] que la sesión corta tenía el propósito de hacerla más sólida. Seguramente estaba muy presente la afirmación de Marx en su Manifiesto[11], citada por Miller: "Todo lo sólido se desvanece en el aire. Todo lo sagrado es profanado”. Título utilizado por Marshal Berman[12] para una de las mejores interpretaciones del papel del pensamiento de Marx en el desarrollo de la modernidad.

No, los tiempos líquidos no fueron invento de Bauman, fueron anunciados por Marx, elaborados por Nietzsche cuando aludió a la devaluación de los valores y antes, sabiamente detallados por Hegel cuando se refirió al tiempo de la disolución de las oposiciones. Lacan dijo querer la solidez cuando todo parece licuarse. Y lo dijo en términos de un querer, es eso lo que hace que las formaciones del inconsciente existan... aún.

Silvia Ons es psicoanalista.

Notas:

[1] Jones, E., Vida y obra de Sigmund Freud, TIII, Ediciones Horme, Bs. As, 1976 p. 318

[2] Ibid., p. 317

[3] Lacan, J., (2001) Autres écrits, La psychanalyse. Raisond'un échec, Seuil, France, p.341 "Cuando el psicoanálisis haya rendido sus armas frente a los callejones sin salida crecientes de nuestra civilización (malestar presagiado por Freud), serán retomadas ¿por quién? las indicaciones de mis Escritos”.

[4] J. Lacan, Seminario XXIII, El sinthome, 1975-76, De lo inconsciente a lo real, p.133

[5] “El poder del capitalles de naturaleza nihilista, es la pura repetición potenciada negativamente de un signo que en su creciente vacuidad remite a la totalidad de los signos sólo para expropiar exponencialmente su sentido”.

[6] Han-B-Ch., (2018) Topología de la violencia, Bs. As Herder, p.46

[7] García, G., (2005) El psicoanálisis y los debates culturales. Ejemplos argentinos, Bs.As., Paidós

[8] Freud,S., (1990): “El malestar en la cultura”, Obras Completas, Bs. As., Amorrortu editores, T XXI, p 139 (trad.: José Etcheverry)

[9] “Lo que distingue al discurso del capitalismo es esto: la Verwefung, el rechazo, el rechazo fuera de todos los campos de lo Simbólico, con lo que ya dije que tiene como consecuencia. ¿El rechazo de qué? De la castración. Todo orden, todo discurso que se entronca en el capitalismo, deja de lado lo que llamaremos simplemente las cosas del amor, amigos míos. Ven eso? ¡No es poca cosa!

Y es por eso que dos siglos después de este deslizamiento llamémoslo calvinista, después de todo, ¿por qué no? la castración hizo finalmente su entrada abrupta bajo la forma del discurso analítico”. Lacan, J., El saber del psicoanalista, 6 de enero de 1972, inédito.

[10] Leguil, F.,: "De la nature du consentement des analysants aux séances courtes". La Cause Freudiene, nº46.

[11] Marx y Engels, El Manifiesto Comunista, Bs. As., AGEB,2003

[12] Berman, M. Todo lo sólido se desvanece en el aire. La experiencia de la modernidad. Madrid, Siglo XXI 1988.