Para La Chicana, el tango siempre fue un punto de partida, un territorio complejo pero fértil. Y siempre tuvieron como norte el riesgo y la experimentación. Por eso, se animaron a componer nuevas obras para el género –con todo lo que eso implicaba en 1995, cuando arrancaron- y a construir un sonido, una poética y un lenguaje propio. Una musicalidad ligada con la Patria Grande, con el folklore latinoamericano. Con treinta años de trayectoria, La Chicana es una referencia para la música popular argentina y para la tradición del tango. Después de varios discos más orientados al folklore, el grupo liderado por la cantora Dolores Solá y el compositor, guitarrista y productor Acho Estol acaba de publicar un disco en vivo cuyo título habla por sí mismo: Puro tango (2025). Lo presentarán los sábados 4, 11 y 18 de octubre a las 22 en el Torcuato Tasso (Defensa 1575).
Grabado en vivo en abril de este año en la casa histórica Misia Antoñita, en Maipú, Mendoza, el disco reúne clásicos del grupo, como “Milonga de los perros”, “Revolución o picnic”, “Nos tenemos que ir”, “Juguete rabioso” o “Pecado fresco”, y obras más recientes, como “Fósil”. “Desde 2019 estábamos pensando hacer un disco en vivo de La Chicana pero del universo tanguero, porque cada vez había menos tango en nuestros shows y en los discos”, explica Solá. “Pero vino la pandemia. En ese tiempo sacamos dos discos de estudio -Hikikomori (2021) y Los lobos del recuerdo (2023)-, y quedó este proyecto pospuesto. Entonces, se nos ocurrió hacerlo este año. Pero queríamos que no fuera en un sitio convencional sino en un lugar distinto”, dice sobre la elección de la sala mendocina. “Fue una apuesta grabar en Maipú. Podríamos no haberlo sacado si no nos gustaba el resultado”, suma Estol.
“Pero era esa noche rara, en ese lugar mágico, patrimonio de la provincia de Mendoza. Es una casa del 1800 que tiene una bodega al lado. Tiene una galería, un patio. Fue una noche hermosa con mucho vino y buena luz”, resalta el guitarrista. “La idea era que fuera parrillero, algo espontáneo. Cuando mezclás el disco es un placer descubrir lo que tocó cada uno, cómo funcionan los contrapuntos. Que haya sorpresa nos resulta encantador. Si suena igual a una partitura es aburrido”, completa. El disco captura la potencia y la frescura del vivo. “Ahí sí que no hay trucos. Es tiempo real”, coindicen sobre este disco que contó con la participación de músicos que viven en Mendoza, como el pianista y compositor Josué Geredús, el violinista Gonza Lesta y el contrabajista Facu Ponce. “Fue bastante arriesgado, porque con un solo ensayo íbamos a grabar un disco, pero ellos nos daban mucha seguridad”, destacan.
Si bien La Chicana ha transitado por estilos diversos y ritmos folklóricos latinoamericanos, el tango siempre tuvo una presencia y un lugar importante en el grupo. Hay una asociación directa entre el grupo y el tango. “Es cierto. De hecho, durante treinta años tratamos de trascender el tango pero no termina de pasar. Estamos con la etiqueta del tango por el tema de la composición”, sostiene Estol sobre la necesidad artística, también, de no quedar atrapados ahí. “Nosotros hacemos cumbia y chacareras con bandoneón; también géneros de canción europea con un dejo tanguero. Cosas que están relacionadas al tango espiritual o ideológicamente. Somos tan tangueros que no hace falta que hagamos tangos, por eso hacemos una chamarrita o temas de Nirvana. Para el tango de hoy es necesario tener una visión mucho más abierta”, resalta.
-¿Y cómo llegan en este disco a reunir específicamente un repertorio vinculado al universo del tango?
Acho Estol: -Porque tenemos suficiente repertorio tanguero. Era como una asignatura pendiente devolverle al tango tanto que nos dio. Mucha gente que nos viene a ver es tanguera.
Dolores Solá: -En el disco tocamos un solo tema clásico, "El aguacero", de Castillo-Castillo. Pero todo lo demás fue compuesto por Acho. Entonces, la idea fue volver a un perfil muy fuerte en nuestra historia, a un contenido del cual poco a poco nos fuimos alejando. Fue reencontrarnos con un montón de temas que fueron hits en nuestro pequeño mundo. Son temas que siento totalmente vigentes cuando los canto. No han envejecido y podían convivir perfectamente en un disco actual de La Chicana. A veces me pregunto si lo bueno de La Chicana estará en el pasado y me contesto que no. "Fósil", por ejemplo, que es el último tango que compuso Acho, me parece mejor que muchos otros tangos que compuso.
A.E.: -Hay gente que venía a vernos cuando tenía 5 años y ahora son doctores en Filosofía. El público se va amoldando en La Chicana y viceversa. Nosotros sacamos discos muy raros y también hacemos tangos rebeldes, que no se terminan de casar con el tango tradicional de Buenos Aires. Pero la gente viene a vernos.
-De todos modos, no es extraño que publiquen un disco enfocado en el tango...
A.E.: -El tango es muy acotado y endógeno comparado con el folklore latinoamericano. El folklore es infinito, y ofrece miles de instrumentos y ritmos.
D.S.: -Si agarrás al intérprete más tanguero, sobre todo de cierta generación para acá, te das cuenta que están empezando a incorporar otro tipo de canciones. No hablemos de Cucuza Castiello o Chino Laborde, que hace temas del Indio Solari, sino de todos los cantores y cantoras que están incorporando en su repertorio canciones que no son tango, como Ariel Ardit o Lidia Borda. Eso lo hacía Gardel y La Chicana lo llevó a un extremo. Es ridículo cerrarse en el tango. Sin embargo, hay público que tiene muchas ganas de ir a ver un show de tango.
A.E.: -Cuando empezamos teníamos la irreverencia de la juventud: una imagen e ideología rockera, y una filosofía totalmente distinta a la del tango de ése momento. Nuestra actitud tenía otra estética pero en los shows tocábamos quince tangos. Venían a vernos jubilados y también el público tradicional del tango. Pero el ambiente del tango nos resultaba raro, distinto. Nos sentíamos obligados a tocar otras músicas para que nuestra generación no se extrañara tanto, para representar lo que somos. Tocar chamarrita, chamamé y cumbia con guitarra eléctrica, o que la milonga tenga un batuque de samba reggae, era casi una actitud ideológica de rebeldía.
-Están cumpliendo treinta años de vida musical, con la particularidad de haber renovado y actualizado el repertorio tanguero. ¿Cómo ven a la distancia la actualidad del tango en relación a cuando empezaron?
D.S.: -Cuando empezamos había dos bandas de tango joven. Una era El Arranque. El panorama era completamente otro. Buscábamos un bandoneonista y tenía que tocar con uno de 70 años. De hecho, tuvimos bandoneonistas que habían tocado con Aníbal Troilo. Eso ahora no ocurre para nada. Podés elegir entre muchos bandoneonistas muy buenos y mucho menores que nosotros. Yo me siento con el deber cumplido. Lo que queríamos era que el tango no fuera un homenaje permanente a la maravilla que fue, sino que fuera un instrumento para interpretar lo que nos pasa hoy. De hecho, escuchás la letra de los tangos de Acho y te das cuenta de que son actuales. Pero había algo que estaba bloqueando la creatividad. La música es importante, pero la lírica en el tango es importantísima. El nivel filosófico, humorístico y tragicómico que tiene el tango es fundamental. Las letras del tango son una cosa seria. Entonces, renovarlo también era muy difícil. ¿Quién se va a poner a escribir con Homero Manzi o Discépolo? Y me parece que logramos con perseverancia renovar eso. Y Acho se descubrió un compositor de tango. El panorama que veo ahora en el tango es hermoso. Pero lo que falta es público, espacios para tocar y medios que pongan esta música.