La historia registra que a su inauguración, el 18 de noviembre de 1949,  asistieron el presidente Juan Perón y su esposa Evita, y que en su escenario brillaron figuras de la música, el teatro y la danza. Hoy, su presente contrasta con aquel esplendor, pese a lo asegurado por la gobernadora María Eugenia Vidal, quien en marzo del año pasado prometió ampulosamente ponerlo en valor "porque la cultura es inversión y también es un mensaje de trabajo, porque cuando la obra esté terminada, va a dar trabajo a mucha gente".

El anfiteatro "Martín Fierro", enclavado en el Bosque de la ciudad de La Plata y también conocido como "Teatro del Lago", luce actualmente devastado y con peligro cierto de derrumbes, pese al llamado a licitación pública para su reconstrucción efectuado por el Ministerio de Infraestructura bonaerense hace 14 meses.

Como una alegoría de las dos máscaras del teatro, una parece decir que la plata para la obra está asignada, mientras que la otra expresa la no ejecución de esos fondos. La comedia y tragedia, resignificadas.

En línea con la gobernadora, el ministro de Gestión Cultural, Alejandro "Conejo" Gómez, había dicho el 10 de marzo de 2016 que el Anfiteatro Martín Fierro "está cerrado hace cinco años, y muy poco usado desde hace diez", y por eso avisó que "entre 2016 y 2017 habrá 100 millones para ponerlo en funcionamiento".

Hoy es utilizado básicamente como refugio para las "rateadas" de estudiantes secundarios de colegios vecinos, y también como eventual dormitorio nocturno de indigentes. La prestación vinculada a lo artístico que ofrece en estos días es servir como sede de esporádicos ensayos de la Agrupación Sinfónica de la Policía de la provincia de Buenos Aires.

No hay explicaciones concluyentes respecto a por qué nunca arrancaron las obras anunciadas por la gobernadora a pocos meses de asumir el cargo, cuando anticipó que se llevaría a cabo su restauración. Incluso puso la fecha de inicio para fines de 2016, al igual que otras obras en el Teatro Argentino, también de La Plata. Se encargó un proyecto al ministerio de Infraestructura y a los arquitectos Alfio Sambataro y Enrique Bertolini, quienes desde el Teatro Argentino elaboraron el diseño del área escenotécnica.

El ministerio de Infraestructura no respondió las consultas de este medio respecto a por qué no prosperó la licitación. En tanto, fuentes de la cartera de Gestión Cultural, deslizaron que ésta "fracasó porque los montos ofertados por las empresas para realizar las obras superaron el presupuesto asignado". Y adelantaron que en 2018 insistirán con el llamado a licitación, mientras que prevén instalar "dispositivos de seguridad para impedir la usurpación del lugar".

El 11 de octubre de 2016 se publicó en el Boletín Oficial la Resolución 779/16 de la cartera de Infraestructura, por entonces a cargo de Edgardo Cenzón, mediante la cual se llamó a licitación pública para la realización de la obra "Recuperación y Puesta en Valor del Edificio Teatro Martín Fierro", para la cual se asignaron $ 168.548.667, se estableció un plazo de ejecución de 480 días corridos y se estableció la imputación presupuestaria correspondiente.

Un año y dos meses después, ni un ladrillo ha sido colocado en el decadente edificio. Y durante todo lo que va de la gestión vidalista no se concretó ninguna tarea de mantenimiento ni de prevención de accidentes en espacios verdaderamente riesgosos, en los que ya se produjo un derrumbe.

"Eso sí: se creó una dirección y se designaron funcionarios a cargo. Se trata de Cecilia Kuska, la directora provincial de Programación Cultural, quien en dos años de gestión nunca se le ocurrió visitar el teatro, al que aún no conoce", según señalan algunos de sus empleados en riguroso off de record.

La funcionaria tiene a su cargo sólo otros dos teatros: la pequeña sala de la Comedia de la Provincia, en La Plata, y el Auditorium de Mar del Plata. Las únicas actividades que se llevan a cabo en el Teatro del Lago son los ensayos de la banda sinfónica de la Policía, varios de cuyos músicos han expresado su preocupación por el "peligroso estado del lugar".

Una ligera recorrida por el anfiteatro permite verificar que los accesos por ventanas y puertas están abiertos, tanto por el edificio principal como por una de las pérgolas. En el escenario y en las antiguas oficinas se multiplican los colchones, velas, botellas y pertenencias de indigentes que  pernoctan allí. Como telón de fondo, los pastizales avanzan sobre todo el conjunto arquitectónico.

Durante el día, es común ver a estudiantes de dos grandes colegios secundarios cercanos, que lo han transformado en un misterioso lugar de encuentro en el que dejan testimonio a través de sus grafitis. Los mismos trabajadores del teatro que pidieron anonimato se preguntan "por las responsabilidades que podrían caberle al ministerio de Gestión Cultural si alguno de estos moradores diurnos o nocturnos sufriera un accidente fatal en las peligrosísimas instalaciones".

A tal extremo llega el abandono que la banda de la Policía bonaerense destinó parte de su propio presupuesto a la compra de ladrillos, arena, cemento y chapas, para al menos obturar las entradas y así evitar la ocupación definitiva del inmueble. Los propios integrantes de la agrupación dejaron por un rato sus instrumentos y pusieron manos a la obra.

Para Eduardo Karakachoff, integrante de "Defendamos La Plata" --una ONG que batalla a favor de la preservación del patrimonio material e inmaterial de la capital provincial--, "el teatro es superinteresante porque es una propuesta al aire libre para el verano", y añade que "el abandono del espacio público está estimulado por el Estado, que no tiene ningún interés en que los vecinos lo ocupen, y lo que pasa en el Bosque es lo que sucede en el resto de la ciudad de La Plata, donde se deja el espacio público en manos del vandalismo".

Según trabajadores de la cartera de Gestión Cultural, Gómez y Kuska aducen falta de fondos para arrancar las obras, "pero son ellos los que deciden que el 80 por ciento del presupuesto del Ministerio sea destinado al Programa AcercARTE", que consiste en la contratación de figuras consagradas para que actúen en municipios políticamente afines al oficialismo. 

A pocos metros del imponente acceso principal al anfiteatro que es patrimonio cultural de la provincia, las estatuas de Carlos Gardel y Mercedes Sosa congelan sus sonrisas ante la desidia oficial.