Los productores preparan una gran campaña de maíz, y en menor medida de soja, porque creen que el dólar los favorecerá cuando llegue el momento de la cosecha, en marzo de 2026. Se trata de un comportamiento racional habitual, similar al de los jugadores del mundo financiero, cuando anticipan determinados escenarios y, en consecuencia, se vuelcan a determinada posición o se desprenden de cierto activo.

Entre fines de septiembre y comienzos de octubre, los productores de granos de la zona núcleo suelen tomar decisiones para la siguiente campaña. Es decir, cuánto se sembrará de cada cultivo, qué insumos se necesitarán y potreros descansarán hasta el año siguiente.

El sector se mueve pensando no en la cotización actual del dólar sino en la que prevé para marzo o abril, cuando tenga lugar la cosecha gruesa.  Las conductas recientemente observadas por los expertos dan cuenta de un marcado optimismo, apalancado en lo que consideran una inevitable y pronunciada suba de la divisa, aunque no hay acuerdo en cuanto al número exacto, y una relativa estabilización de algunos costos.

El indicador que observan es un aumento en la siembra de maíz, que avanza sobre superficies que últimamente se destinaron a la soja. La explicación es sencilla: el maíz tiene mayor rentabilidad, pero necesita también una inversión más elevada. Con un dólar alto, la apuesta vale la pena.

La soja, en cambio, más rústica y resistente, deja menos pero también exige menos: es  el cultivo ideal en tiempos de vacas flacas, cuando entre los productores predominan el pesimismo y la aversión al riesgo.

"Obviamente, a mayor manejo mejor rendimiento, pero si estás muerto de guita, con la soja tirás la semilla sobre la tierra y algo te va a dar. Con el maíz, en cambio, esa opción no la tenés. Además, con la soja, si no querés invertir en semilla, te guardás una parte de la cosecha en un silobolsa y al año siguiente sembrás eso", explica un conocedor de las prácticas de los chacareros de la zona núcleo.

"La otra ventaja del maíz es que tiene costos de logística y comercialización menores, porque siempre se le puede vender a un criador de pollos o a un feedlotero cercano. En una dieta de engorde, el 70 u 80 por ciento es maíz y la soja, previo procesamiento, integra el 20 o 30 restante", apunta Matías Jáuregui, un productor de la zona de Tandil, en el centro geográfico de la provincia.

El otro punto que alienta la siembra de maíz, junto con la cuasi certeza de que el dólar aumentará en noviembre y superará largamente los dos mil pesos a la hora de liquidar existencias, es que los fertilizantes dejaron de aumentar. 

El principal productor global de urea granulada y otros derivados del fósforo es Ucrania, que entró en guerra con Rusia en 2022. Desde entonces, como ocurre siempre que hay  escasez de un bien, los precios internacionales se dispararon. 

Pero ahora, con las expectativas de paz, se estabilizaron y no se descarta que empiecen a descender lentamente, de concretarse los acuerdos derivados de las conversaciones entre Trump y Putin en Alaska. 

Productores contra dirigentes

En el sector rural se viene observando una distancia creciente entre las bases productivas y sus representantes gremiales empresarios, toda vez que estos intentan moderar o evitar críticas al gobierno nacional y su modelo.

Esta situación, que arrastra ya varios meses, se hizo indisimulable a partir de la maniobra del ministro Luis Caputo con la efímera baja de retenciones a cero. Esa jugada les permitió a unas pocas cerealeras, a partir de información privilegiada, embolsar mil quinientos millones de dólares en setenta y dos horas, puenteando groseramente a los productores.

Desde entonces, productores integrantes de Carbap, Federación Agraria y Coninagro reclaman cada vez más airadamente que sus dirigentes se expresen contra las retenciones, pero también contra el dólar artificialmente planchado que encarece los insumos, el aumento constante del combustible y el abandono absoluto de la red vial.

El descontento del sector con las políticas nacionales quedó expuesto en las elecciones bonaerenses del 7 de septiembre, en la que el peronismo se impuso en casi todas las zonas rurales por amplio margen, como no ocurría desde hace más de veinte años.

Pero el conflicto no se limita ni a las retenciones ni al abandono de las rutas nacionales. Otro factor detonante es las interrupción deliberada de las obras hídricas de la Cuenca del Salado, vitales para morigerar las consecuencias del cambio climático. 

En ese mismo sentido, otros países con complejos agroexportadores fuertes, ofrecen líneas de crédito para sus productores, con el objetivo de fortalecer y aumentar estructuras de acopio y almacenamiento. Es el caso del brasileño Banco Nacional de Desenvolvimento Econômico e Social (BNDES),  cuya política está en las antípodas de la mirada del gobierno.   

Los analistas del sector estiman que el complejo de acopio y elevación se encuentra agotado, sumado a los graves daños que han generados los fenómenos meteorológicos. Ambos factores obligan a realizar inversiones de una escala que requiere financiamiento y planificación del sector público.