Springsteen. Música de ninguna parte 5 puntos
Springsteen. Deliver Me from Nowhere, Estados Unidos, 2025
Dirección: Scott Cooper
Guion: Warren Zanes y Scott Cooper
Duración: 120 minutos
Intérpretes: Jeremy Allen White, Jeremy Strong, Paul Walter Hauser, Stephen Graham, Odessa Young, Marc Maron.
Disponible exclusivamente en salas.
Así como el barrio de Palermo sufre desde hace unos años una pandemia de cafés de especialidad, así es como las biopics rockeras coparon Hollywood desde el estreno de Rapsodia Bohemia, basada en la vida de Freddie Mercury. Basta revisar los estrenos de 2024 para encontrar al menos tres títulos que lo confirman: Better Man, sobre Robbie Williams; Un completo desconocido, sobre Bob Dylan; y Bob Marley: La leyenda, sobre ya-saben-quién. Springsteen. Música de ninguna parte, basada en un momento específico de la carrera de El Jefe, es el último exponente de un negocio redituable, a la espera del estreno de Michael, biopic dedicada a Michael Jackson, protagonizada por su sobrino Jaafar, programada para abril de 2026.
La figura de Bruce Springsteen tiene todo para sumarse a la lista de vidas rockeras adaptadas al cine. No solo por sus canciones, que lo convirtieron en uno de los juglares que mejor pintó los paisajes humanos de los Estados Unidos profundos. También están ese perfil social y político que hicieron de él un “working class hero” perfecto, y su carisma a prueba de todo, que nunca necesitó de las muletas del glamour o el marketing para meterlo en el olimpo de la música popular. Quizás lo mejor de Música de ninguna parte reside ahí, en la capacidad para trasladar a la pantalla una parte mínima de ese encanto callejero, de pibe de barrio, que identifica al autor de “Born in the USA”, la canción más abusada y malinterpretada de la historia del rock.
Parte de ese mérito le corresponde al protagónico de Jeremy Allen White, que logra darle espesor al personaje más allá de la mimesis. Aunque en eso también cumple, en especial en las escenas en vivo, donde aparece más vívida la figura de Springsteen. La película aborda los dos años en los que El Jefe compuso Nebraska, uno de sus discos más personales, donde se aparta de los caminos que venía recorriendo hasta entonces y cuya edición en 1982 demoró la salida de su álbum más exitoso, Born in the USA (1984).
A pesar de ese potencial, Música de ninguna parte maneja con torpeza sus elementos narrativos. Abusa de los flashbacks, filmados en un obvio blanco y negro, que subrayan el vínculo conflictivo con su padre. Insistencia que tiene su climax en una resolución tan burdamente freudiana, que parece parte de una campaña para promocionar el psicoanálisis. En esa línea, la película pretende ser el retrato de un alma torturada, pero necesita de varias secuencias en las que algún personaje se encarga de explicar aquello que el drama ya había dejado claro, como si no confiara en la aptitud del público para sacar sus propias conclusiones. Como si esos espectadores no fueran los mismos que llevan 50 años conmoviéndose con las canciones y la poesía de Bruce Springsteen.