“Los grupos económicos de la dictadura son el gobierno actual”. La frase reverbera en este presente sombrío; lo agita y lo desacomoda en tiempos donde la lógica implacable consiste en intentar eliminar la disidencia en las calles y en las plazas. Liquidación x cierre, la muestra retrospectiva con la que el Grupo de Arte Callejero (GAC) celebra sus veinte años de intenso y prolífico activismo político en la sala Pays del Parque de la Memoria, permite trazar un excepcional itinerario por las intervenciones y acciones del grupo –integrado por Lorena Bossi, Mariana Corral, Fernanda Carrizo, Vanesa Bossi y Carolina Golder–, desde la primera vez que pusieron el cuerpo en “Docentes ayunando”, pasando por los carteles viales con el emblemático “Juicio y castigo” debajo de una gorra militar con el que salieron a las calles a participar de los escraches, los 10.000 soldaditos en paracaídas que lanzaron en el microcentro porteño en diciembre de 2001, hasta las proyecciones sobre la Catedral en mayo pasado, durante la gran marcha contra el 2x1 a los genocidas.
Florencia Battiti, curadora del Parque de la Memoria, en el texto que escribió para el catálogo de la muestra, recuerda una frase de León Ferrari que interpela a las “chicas del GAC”. “Lo único que le pido al arte”, decía Ferrari en 1965, “es que me ayude a decir lo que pienso con la mayor claridad posible (…) Es posible que alguien me demuestre que esto no es arte; no tendría ningún problema, no cambiaría de camino, me limitaría a cambiarle el nombre: tacharía arte y lo llamaría política, crítica corrosiva, cualquier cosa”. Lorena Bossi y Mariana Corral recorren la muestra junto a PáginaI12 y repasan una práctica de activismo callejero que conecta política, militancia y arte. “Íbamos a diferentes lugares con la bandera de ‘Liquidación x cierre’ en 2001, que tenía relación con el vaciamiento del país en manos del FMI (Fondo Monetario Internacional) –cuenta Bossi–. La gente nos preguntaba qué quería decir. Ahora la volvimos a sacar en marzo de 2016 para la votación del pago a los fondos buitres. Ahí todo el mundo la entendió. Nosotras creemos que esta muestra se tiene que llamar así por el momento que estamos viviendo, por el regreso a políticas neoliberales como el endeudamiento. De nuevo se está liquidando por cierre al país. Este es un proceso inflacionario que va creciendo y va a traer sus consecuencias”.
El GAC (Grupo de Arte Callejero) se formó por iniciativa de un grupo de estudiantes de la Escuela Nacional de Bellas Artes Prilidiano Pueyrredón que sentía que el circuito tradicional de exhibición no los representaba. Necesitaban salir a la calle para dejar marcas en el espacio público. Su primera acción fue Docentes ayunando, el 20 de abril de 1997. En la zona 0 de la muestra se puede ver esa intervención que hicieron en apoyo al ayuno que los docentes venían realizando tras instalar la Carpa Blanca frente al Congreso Nacional, para repudiar y visibilizar a la vez el desmantelamiento de la educación pública durante el menemismo.
–¿Por qué en Docentes ayunando aparecen las mordazas?
Lorena Bossi: –Era el silencio frente a todo lo que estaba sucediendo, el amordazamiento a nivel de medios de comunicación. Aunque se hablaba de la carpa docente, estaba todo por estallar, y nosotras sentíamos que había una represión con eso, que la gente no participaba. Había una desmovilización a nivel social y un “no te metás” muy grande. Fuimos parte de una generación a la que le importó mucho algo, mientras había otra parte de esa misma generación a la que le chupó un huevo todo. Eso se nota ahora, veinte años después. Todos los murales eran anónimos y el fuego representaba la impronta de cada cuerpo haciendo ese mural.
Mariana Corral: –Nuestra idea en ese momento más que hacer muralismo –porque nunca fuimos muralistas– era dejar una huella en la pared, una impronta, algo rápido, fresco, más parecido al grafiti y la pintada política que al muralismo. Teníamos la necesidad de registrar nuestros cuerpos en el lugar; por eso el registro fotográfico en todo el trabajo del grupo es súper importante. Esa mancha en la pared es efímera, no sé cuánto dura. No nos importaba eso, sino más bien el gesto y la actitud. Por eso hay mucha fotografía y video en la muestra.
–¿Por qué el arte político se resignifica en estos tiempos?
M. C.: –Yo creo que son contextos adversos, son momentos de repliegue de las fuerzas creativas también. Si bien hay mucha creatividad latente, sabemos que estamos en una especie de retirada política y eso obliga siempre a repensarse. Toda esta situación sumamente injusta, arbitraria, estos desbordes del aparato represivo, la avanzada neoliberal, son cosas que movilizan y que impulsan a producir desde una reacción. Que no es la única forma de producir, obvio.
“Si no hay justicia, ¡hay escrache!”
H.I.J.O.S. (Hijos e Hijas por la Identidad y la Justicia, contra el Olvido y el Silencio) comenzó en 1996 con los escraches para denunciar la impunidad de los genocidas. Dos años después el GAC se sumó a los escraches. Se hermanaron en el grito: “Si no hay justicia, ¡hay escrache!”. En la zona 1 de Liquidación x cierre hay un video que compila todos los escraches en los que participó el grupo. “Cuando se hicieron públicos varios de los escraches de H.I.J.O.S., ya teníamos un año de grupo y nos habíamos contagiado de la impronta política de la gente que se acercaba a nosotras porque lo que hacíamos con los murales no era considerado arte –señala Bossi–. Pero tampoco era considerado política. Había unas pocas personas que se acercaron y nos formaron políticamente en ese primer momento. Ahí decidimos participar con H.I.J.O.S. marcando las casas de los genocidas”.
–¿Cuál fue la primera casa que marcaron?
L. B.: –(Jorge Luis) Magnacco, el partero de la ESMA, fue el primer escrache.
M. C.: –También participamos de los primeros escraches a centros clandestinos de detención: el Olimpo y el Pozo de Banfield. Una de las primeras salidas fue a Comodoro Py, cuando tuvo que declarar (Emilio) Massera, no por sus crímenes, sino por hacer apología del delito y haber reivindicado el terrorismo de Estado en una nota periodística.
El grupo armó un mapa con las direcciones donde viven –o vivían– los genocidas. “A 250 metros vive un genocida económico: Roberto Alemann” (Melián 1831), avisa uno de los carteles del GAC, grupo que también confeccionó una agenda con los teléfonos de los genocidas, que repartían en los escraches para que vecinos y ciudadanos pudieran repudiarlos telefónicamente.
–¿El arte político funciona a veces como compensación a una justicia que no llega?
M. C.: –En ese momento los escraches funcionaban como una forma de condena social. La propuesta del escrache era que ante la impunidad existe la posibilidad de construir condena social. También eso abría un debate en el momento en que empezaron los juicios: ¿desde dónde se posicionaba la mesa de escrache? Si la posibilidad de que se juzguen a los genocidas dejaba aparte o no la necesidad de construir la condena social. Por supuesto que no, que siempre es necesario construir condena social y que una cosa no excluía a la otra. Muchos de los genocidas que fueron condenados fueron beneficiados con prisión domiciliaria. Ya tuvimos el intento del 2x1. Este año hicimos una intervención en la Catedral con proyecciones de video y textos de sobrevivientes en la marcha contra el 2x1. La idea de esta zona de escrache es unir el pasado con el presente por este retorno a la impunidad.
En la zona 2, titulada “Violencia Institucional-Gatillo Fácil”, un texto de Sergio Smietniansky traza la genealogía de la expresión. Después de la masacre de Ingeniero Budge de mayo de 1986, uno de los abogados de las familias de las víctimas, León “Toto” Zimerman, tomó una expresión de Rodolfo Walsh, “gatillo alegre” y la reformuló como “gatillo fácil”, que se popularizó con los años para identificar un asesinato cometido por las fuerzas de seguridad en la Argentina. La pregunta de un afiche estalla en la mirada como una granada: “¿Sabe usted que hay presas políticas?” El rostro de Milagro Sala es la respuesta sin palabras. Entre los casos de gatillo fácil que se enumeran en esta zona, está el de Andrea Viera, que fue detenida el 10 de mayo de 2002 por averiguación de antecedentes, luego de ser brutalmente golpeada y torturada por varios policías de la Comisaría Primera de Florencio Varela. Murió el 22 de mayo de 2002 en el hospital Mi Pueblo. “Para muestra basta un botón: no es solo un policía, es toda la institución”; apunta a desmantelar la idea de que el gatillo fácil es un problema de un policía loco que se excede, sino que es un problema de las fuerzas de seguridad, de la formación que tienen y el rol que cumplieron no sólo durante la dictadura, sino también en democracia”, plantea Corral. Sebastián Bordón fue asesinado por la policía de Mendoza en octubre de 1997. “Nosotras nos contactamos con la madre (Miriam Medina). Detrás de cada laburo hay un contacto con la familia, con las personas que están trabajando sobre ese tema –revela Bossi–. El laburo real que hay detrás de cada imagen, de cada propuesta que podíamos llevar a la calle, tenía mucho que ver con esa primera aproximación a los grupos que estaban trabajando políticamente el tema y que nos nutrían no sólo de información, sino también de recorridos, de historias, de ver qué poder hacer, de estrategias, de maneras de cuidarnos. No es sólo una búsqueda estética, sino también una búsqueda política. Por eso a veces los grupos de arte consideraban que no éramos artistas y para los grupos políticos éramos artistas, sobre todo en los primeros momentos”.
“Crisis del neoliberalismo” se llama la zona 3 de Liquidación x cierre, donde se despliegan cuatro videos con acciones del GAC: “El pueblo ya sabe de qué se trata” –un 25 de mayo de 2002 el grupo salió a repartir bananas “en un país bananero”–, “Ministerio de Control. Plan Nacional de Desalojo”, “El juego de la silla” y “Soldado amigo”. Pero la “Invasión” que sucedió entre el 16 y 19 de diciembre de 2001 es una acción que Bossi explica en detalle. “Nosotras queríamos homologar el léxico empresarial con los íconos militares. Hicimos calcomanías en donde las multinacionales eran un tanque, los mass media eran una bomba o un misil y el sistema de seguridad era el soldadito. Empezamos con los íconos militares de los soldaditos a jugar y armar unos paracaídas rosas, con la idea de tirarlos desde diferentes lugares. Tiramos 10.000 soldaditos justo el 19 de diciembre de 2001 en Maipú al 500. Cuando bajamos, había estado de sitio”.
En “19/20”, la zona 4, se puede ver el trabajo de señalamiento que hizo el GAC en donde fueron asesinados los manifestantes durante la represión policial del 19 y 20 de diciembre de 2001. En capital los muertos fueron cinco, sobre un total de 32 personas asesinadas en todo el país: Gastón Riva, Alberto Márquez, Diego Lamagna, Carlos Almirón y Gustavo Benedetto. A la semana, salieron a poner las primeras baldosas para recordarlos, que eran de tela resinada. “En este video de Punto doc se ve cómo la placa de Gustavo Benedetto aparecía siempre rota. Naomi Klein y su marido Avi Lewis, que estaban en Buenos Aires en esos días, alquilaron una habitación enfrente de donde está la placa, en un hotel sobre la Avenida de Mayo. Ellos filmaron a los policías de civil justo en el momento en que rompían la placa. A raíz de esa investigación periodística a los policías sólo los cambiaron de comisaría”, precisa Corral. Una consigna de la última parte de Liquidación x cierre, la zona 5, se queda en la retina de la memoria: “Es mejor un mayo francés que un julio argentino”. Es la parte de “Antimonumentos, desmonumentalizaciones y monumentos populares”. El GAC, allá por 2003, creó una comisión ficticia antimonumento y presentaron un proyecto de ley que proponía destituir todo tipo de conmemoración a Julio Argentino Roca, tanto en monumentos como en billetes. “Desmonumentar a Roca”, lo llamó Osvaldo Bayer. “Si los crímenes de lesa humanidad son imprescriptibles, entonces tenemos que cuestionarnos cómo se constituyó el Estado argentino –afirma Corral–. El Estado argentino se consolidó a través del exterminio de los pueblos originarios de la Patagonia”.
* Liquidación x cierre se puede visitar de lunes a viernes de 10 a 17 y sábados, domingos y feriados de 11 a 19, con entrada libre y gratuita. Av. Costanera Norte Rafael Obligado 6745 (a metros de Ciudad Universitaria).