Excursión a Maschwitz en camioneta. Van todos menos Cocko Rainoldi, que espera allá, en su casa, donde ensaya Sentidos Alterados. En el camino se habla de frustraciones, sonido, pedales. Gonzalo “El Pájaro” Rainoldi, hermano de Cocko, dice que quiere conseguir un booster para apenas calentar la señal de su guitarra. El Dallas Rangemaster es una buena opción para levantar agudos, lo usaba Marc Bolan en T-Rex. “Y Tony Iommi en Black Sabbath”, tira Nacho Noceti. Peaje, camiones, bocinas. Octavio Bermejo Villareal recuerda el capítulo de Los Simpson en el que Homero se hace camionero para honrar la vida del conductor que murió campeón en una competencia de comida. Tatuajes: el Pájaro y Nacho capaz aprovechen para hacerse uno con el mismo tatuador por menos guita. “El primero me lo hice en el ‘91”, dice. Nacho se ríe largo y devuelve: “Yo nací en el ‘93”. Mar Lasbats, la única chica ahí, ríe al volante. Llegada. Cocko abre el portoncito de madera con el pelo húmedo. Se baja, se entran los instrumentos, se come, se fuma, se refresca a manguerazos y se charla. “Ensayar acá te da esa tranquilidad”, dice Octavio sobre esa hermosa casa rodeada de jardín.

Sentidos Alterados debutó en diciembre de 2016 con una intensa mezcla de bases de raíz negra y urgencia punk, y con todos sus miembros con pasado en varias bandas: Flores del Sol, Boreales, Amoeba, The Tormentos, Los Lenguas, Tirapiedras, Doble Gota y Kill West, entre otras. “Después de Tirapiedras, empezamos a componer de otra manera. En todas las experiencias previas los temas nacían de la guitarra y esta vez partimos de los riffs de bajo de Mar. Se ponía a tocar con Octi y yo sumaba guitarritas encima. Un día cayó Nacho, tocó unas percusiones y dijimos ‘Che, al próximo ensayo que venga a hacer percus’. Y la siguiente vez cayó con la guitarra, jaja. Estuvo buenísimo”, reseña el Pájaro. “Se terminó de formar cuando entró Cocko para el primer EP”, resuelve Mar.

En ese Ensayo Primero –subido a Bandcamp a principios de 2017 y con edición en casete vía Revolution– el aporte de Cocko fue improvisado, distinto al del de Vibró, que tenía sus estructuras ya armadas. Su toque, con un set de maracas, yembé y una ollita, se volvió decisivo en el sonido de este combo bien sanguíneo, sudoroso y bailador. “Trabajamos con los espacios y los silencios”, explica Mar.

“Cuando cantamos no hay guitarras, entonces se escucha la letra, y el bajo y las percus te hacen mover”, describe el Pájaro. Las guitarras tienen una distinción bien clara: “La mía la pienso más africana, un loopcito que va entre lo que tocan batería, bajo y percu. Y Nachito entra y suena el bardo”. Ambos laburan con audio –El Pax mezclando en su estudio Crudo y Nacho haciendo sonido en vivo–, pero el puntillismo sonoro sólo aparece en los registros oficiales; los ensayos se graban con el celular. “Después los pasamos al chat y se arman altos quilombos por cuál es la versión definitiva.”

Gonza se animó a vociferar sus letras directas, hijas de procesos de cortar y pegar: “Para Flores del Mal, que tiene video, me había hecho unos apuntes del libro de Baudelaire, pero después agarré otra que hablaba de andar en skate, las mezclé y quedó eso que no se sabe bien de qué está hablando”. Barrio Chino es otro tema de Vibró, que verá pronta edición en vinilo, y menciona globos amarillos y mentiras. Que haya contenido en las letras es algo en lo que todos coinciden. “Necesitamos putear de alguna manera, porque los cinco nos sentimos re cogidos por la situación actual, y es inevitable hablar de eso. No lo usamos como una estética.”

* Sábado 20 a las 23 en The Roxy La Viola Bar, Niceto Vega 5542, junto a Mujercitas Terror.