Tal fue el éxito del debut porteño de la micropoetisa, Ajo, y su cómplice, la paisajista musical Judit Farrés, el pasado viernes, en el Lado B de Niceto Club (Humboldt 1356), que el tándem repetirá este viernes y sábado en la misma sala, a las 20.30. Considerando que la segunda es catalana, sería casi un acto de provocación etiquetar a esta dialéctica como “española”, por lo que apelan por el rótulo “republicano” para situar en el espacio su microshow. Al menos en la Argentina. “Llevo haciendo esto hace muchos años”, explica Ajo, alter ego de María José Martín de la Hoz, cuya actuación se maneja en la frontera entre la desfachatez del punk y el arrebato sensiblero. “Al principio lo hacía con Nacho Mastretta (reconocido músico, productor y compositor barcelonés), y después con Judit. Ya no sé cuántos años llevamos. Empezamos un buen día en el que iba a actuar en Cataluña. Le pregunté si le apetecía que actuáramos juntas. Entonces me invitó a su casa, y ensayamos”. Aunque su colega aclara: “No me dijo nada de ensayar. Me pareció raro que no lo hiciéramos, porque vengo del teatro. Pero ella dijo que ya estábamos practicando”.

--¿No ensayan?

Judit Farrés: -- Con ella no se puede ensayar. En el principio, lo probamos, y fue un fracaso.

Ajo: -- Lo vamos construyendo en tiempo real, lo que mantiene la escucha muy atenta. A veces lo hago de memoria, y en otras ocasiones leo. Me gusta el acto de abrir un libro, y leer el poema que me toque. Tampoco sabemos cuándo vamos a acabar. Una hora es lo que yo aguanto como espectadora. Es mucha información.

Cultivando brevedades es la obra que trajo al binomio a la capital argentina, en la que secuestran a la poesía de su lugar de confort para soltarla en el cabaret arrabalero. “Vendo agendas pequeñas para gente de pocos amigos”, explicita Ajo durante el espectáculo, donde participa la artista mexicana Julieta Venegas (en el rol de instrumentista invitada), mientras Farrés improvisa el beat. “También tuvimos Striptease cardiovascular y Mujeres super(h)adas. Le fuimos cambiando el nombre, pero el formato es el mismo”, señala en una librería de Palermo la ex cantante de la banda de indie rock Mil Dolores Pequeños, agitadora y referente de la contracultura madrileña. “Lo único que cambia es que evolucionamos. No siempre son los mismos poemas y músicas. En la medida que saqué libritos, sumé nuevos textos. No abandoné algunos que decía al principio porque forman parte del universo emocional del microshow”. A lo que la actriz, DJ y músico, amén de pareja del cantautor Albert Pla, agrega: “Antes pinchaba con CDs, y hace un año y medio me pasé al Ableton”.

--¿Dónde se conocieron?

Ajo: --Yo era taquillera de un teatro en el que Judit y Albert Pla presentaron la obra Canciones de amor y drogas, y ahí nos presentaron. Si bien ya lo conocía a él, porque siempre actuaba en esa sala, cuando vino con ella nos hicimos amigas e intimas compañeras.

--¿Cómo surgió la dinámica de los microshows?

Ajo: --Al principio, Nacho Mastretta tocaba el piano y el clarinete. Yo era otra en ese momento, y fui aprendiendo de mí misma en la medida que me fui encontrando con Judit, que me propuso otras melodías y músicas.

Judit Farrés: ..Se trata de una fusión. Dependiendo de lo que le ponga, ella dice los poemas de una forma u otra. Si veo que se viene muy abajo, busco la forma de levantar. Es lo que hace que el espectáculo sea muy vivo, porque estamos pendientes la una de la otra.

Ajo: --Con la introducción de la electrónica cambió mucho. Bailo más, lo llevamos a veces al terreno de las canciones o hacemos microcanciones, dependiendo del sitio y del momento.

--Sorprende de su espectáculo su frescura y modernidad. ¿Era lo que pretendían?

Ajo: --No puede ser más clásico, en realidad. Es poesía y música. Lo que pasa es que lo llevamos a un terreno distinto, a veces de club de baile. 

Judit Farrés: --Pero sí que sorprende porque la gente no sabe qué va a pasar.

Ajo: --Mencionas la palabra poesía, y la gente sale corriendo. Prefiero que le digas “Bin Laden”. Le puse micropoesía porque le quita la solemnidad que se le impuso a la poesía, que quedó en muchos momentos en manos de sus notarios. Y no es otra cosa que arte popular, basado casi siempre en la oralidad. Es un poco lo que hacemos nosotras: sacarla del libro y sobarla.

--¿Por qué decidió reinventar la poesía?

Ajo: --Fue en un momento de mi vida en el que me divorcié de mi primer ex marido. Ambos éramos parte de Mil Dolores Pequeños (banda influida por artistas del calibre de Nick Cave y The Tea Party), y me quedé un poco descolocada. Como siempre estoy bien rodeada, una amiga que tenía un programa de radio me sugirió que escribiera pequeñas reflexiones para que las recitara ahí. Tenía un montón, y Nacho Mastretta me dijo que hiciéramos algo con esos poemas. Se organizó todo a mis espaldas, y a través de los amigos. Yo sólo estaba en el medio. Del librito rosa (Microspoemas 1, de 2005, el primero de una serie de cuatro) sólo se editaron 100 copias, y las vendimos. Luego editamos 500, y colocamos una franja que decía: “Más de 100 copias vendidas”, a manera de parodia de lo poco que se vende la poesía. Y en la actualidad tenemos más de 20 mil ejemplares vendidos.

--¿Qué inspira sus micropoemas?

Ajo: --Me inspira lo que me pasa, que es lo que normalmente le sucede a casi todo el mundo. Somos parecidos, y reaccionamos de maneras similares. Si te rompe el corazón, te duele.

--Sus micropoemas son movilizadores porque emplean un lenguaje pop que garantiza la conexión con el lector o el espectador. ¿Por qué tomó distancia de lo rococó?

Ajo: --Soy economista porque la economía es usar la menor cantidad de recursos posibles a favor de la mayor efectividad. Ni más ni menos. Lo puedes aplicar a lo financiero o a los conceptos. Yo vengo del pop y del rock. Tiene más que ver con eso que con la literatura, sobre todo la performance.

--Sus ribetes entre la canción y la poesía son mínimos. ¿Cómo maneja esa tensión?

Ajo: --No sé de dónde nace. Es como cuando disuelves cacao en leche. A veces, cantar una canción me surge de la improvisación, del presente perfecto que supimos reproducir.

--¿Y en qué se diferencia su propuesta del spoken word?

Ajo: --También tiene mucho de spoken word. Los términos a veces son elásticos, y algunos se tocan con otros.

--¿Existe una escena de micropoesía?

Ajo: --Hay muchas en España. Son chicas todas. Allá las mujeres consumen más cultura que los hombres. Somos unas osadas, la verdad, y yo creo que eso es muy inspirador para otros.

--¿Qué opinan los ortodoxos de la poesía sobre lo que hacen?

Ajo: --No tengo idea. Convivimos perfectamente: ellos no me quieren ni ver y yo tampoco. Como soy micropoetisa, no me pueden venir a decir nada. Yo soy de la heterodoxia.