• Sirve para comprender la experiencia con el agua en Buenos Aires, que supo ser importante ya que el litoral ribereño fue su lugar fundante, su primer espacio público, su primer paseo, puerto y balneario. 
  • Para saber que allí se consumían las ansias vacacionales de muchos porteños y cuando digo muchos, me refiero a miles de trabajadores que inundaban playas hoy desconocidas como Saint Tropez, Punta Carrasco, Costanera Sur, Balneario Norte, Puerto Piojo en Avellaneda, las de Quilmes al sur y Playa Dorada o El Ancla al norte.
  • Para recordar que trenes y colectivos transportaban pueblos en ojotas con sus sombrillas. Hoy nadie tiene registro que detrás de los edificios, las calles sin salida, las avenidas y el ferrocarril estaba el placer, la contemplación y el disfrute.
  • El Río de Plata sirve como horizonte, como lugar para depositar la mirada, y en la ensoñación que produce la posibilidad de estar fresco o con el agua al cuello observando la línea por donde sale el sol, pero también donde asoma la ciudad amenazante.
  • El río sirve para reflejar la historia que trajo al conquistador y a los abuelos, y fue el lugar sagrado de nuestros hermanos Querandíes, y hoy es nuestro principal patrimonio natural.
  • Sirve para recordar una experiencia perdida, para saber que muchas generaciones no disfrutaron del río y la posibilidad de caminar por sus orillas, de pescar, nadar o amar.
  • Sirve para recordar cuando los militares se adueñaron de sus riberas, las usurparon, construyeron hoteles, ampliaron bases, pusieron clubes, las privatizaron y usaron el río como receptor de cuerpos arrojados desde siniestros vuelos nocturnos.
  • Gardel hizo a Buenos Aires “La Reina del Plata”. Spinetta se sumergió para siempre en él, pero antes vio poéticamente como “la mañana lanza llamas/desde su herida débilmente” al tiempo que advirtió el horror  cuando supo que a esas horas “usualmente/ solo flotan cuerpos en el agua”. Calamaro remató furibundo que “el horizonte no es el río”. Y fue el martirio de Rodolfo Walsh, llevado a la ESMA junto al río.  Pero también el de  su último cuento, desaparecido con él, “Juan se iba por el río” que por supuesto era el de La Plata. 
  • Sirve para saber que allí está nuestro Río de La Plata para  defender su “destino sudamericano” en lo inconmensurable de su dulzor. 
  • Nuestro río sirve para comprender que fue embate de la costanera afrancesada y  la voracidad de la pampa cosechada comiéndole sus bordes, cuando había tanto espacio y pastizal a espaldas de la ciudad.
  • Sirve para volver a hermanarlo, navegarlo y recuperarlo con el Riachuelo.
  • Sirve para que se construya la más maravillosa e invisible de las murallas, la que poco a poco fue robándonos el horizonte y pasó a paso colonizando cada espacio. Sirve para que esa muralla, no pare de construirse aún. Sirve para que pensemos en como desmontarla y nos pongamos a pensar en cada una de las esferas de la vida individual y publica que son necesarias recuperar, para derribarla.
  • Sirve para que el porteño entienda que no solo puede ser capturado para ser consumidor, sino que también puede reapropiarse de la esfera de la sociabilidad y de lo público, y hasta atravesarla con una nueva visión que supere el tono mercantilista que impuso un puerto, una aduana y la codicia.
  • Sirve para saber que lo que no usamos puede ser minuciosamente escondido para ser pasible de renta: el río, las plazas, sus espacios públicos, sus sitios de la memoria.
  • Para que nos proponga el encuentro con la ciudad sumergida que se encuentra entubada, para que sepamos cuáles son sus ramificaciones y cuáles las otras cuencas que le llegan a él que es cuenca de cuencas.
  • Para saber por qué se llena de camalotes, cuál es su fauna y su vegetación, hasta donde transporta semillas, pájaros, barros, y otras riquezas del Paraná y el Uruguay, desde el fondo de la Amazonia.
  • Para definir nuestra identidad de porteños, rioplatenses.
  • Para ejercitar la melancolía y saber que fue parte de la felicidad plebeya de tantas generaciones. Para que lo dejemos de ensuciar. Para que nuestros pibes se eduquen ambientalmente aquí y no pensando en exóticos parajes.
  • Para tener un espacio de fuga, un lugar de escape, que nos ponga en un umbral de trascendencia con nuestra vida. Para salir del asfalto, llegar a un lugar donde acabe la ciudad y empiece otro suelo con  superficie de humedal. Para darse cuenta que es el lugar público, ambiental, natural,  más grande de la ciudad.
  • Para el trabajo, para que sus barcos se multipliquen, para que muchos se metan en él. Para fijar un horizonte igualitario para la ciudad y el área metropolitana, compartir el paisaje y tener algo para todos.
  • Para pensar una ciudad desde una idea, un denominador común, para fijarle una utopía que vaya por un ordenamiento futuro, racional, democrático y ambiental. Para que algún día tenga un plan y no una acumulación de usos librados a otras necesidades.
  • Para pensar en cómo refundar Buenos Aires.
  • ¡Para que nos congreguemos a celebrarlo y salgamos a buscarlo!