“Con la inflación lamentablemente hay que tener un poco de paciencia, porque es difícil ir bajándola, sobre todo porque nuestro país tiene muchas estructuras de mercado con poca competencia”, dijo ayer el titular del Indec, Jorge Todesca, mientras que calificó como razonable la posibilidad de que el alza de precios el año que viene se ubique entre el 17 y el 20 por ciento. Esa es la previsión que difundió el Banco Central para moderar expectativas inflacionarias para el año que viene y especialmente para intervenir a la baja en los pedidos de aumento salarial de parte de los gremios frente a la próxima negociación paritaria. La inflación en los últimos doce meses fue del 44 por ciento. Antes de la los anuncios de devaluación en la campaña electoral, el aumento de los precios había sido del 23,8 por ciento anual según el IPC-CABA.

En materia inflacionaria, el Gobierno hace promesas adaptativas. Antes de las elecciones presidenciales, Alfonso Prat-Gay, quien luego asumió como ministro de Hacienda y Finanzas, anticipó que el Gobierno unificaría rápidamente el mercado de cambios sin impacto inflacionario ya que “el dólar oficial no le importa a nadie”. Además, los economistas del PRO advertían que la política de subsidios a los servicios públicos era inflacionaria a través de la emisión monetaria, de modo que la reducción de esas partidas presupuestarias permitiría controlar la inflación. En cambio, el resultado fue una escalada de precios que deja a 2016 como el año con mayor inflación desde la megadevaluación que concretó la salida de la convertibilidad.

Ante la aceleración inflacionaria, el Gobierno modificó su promesa y planteó que la inflación bajaría drásticamente en el segundo semestre. En efecto, la inflación desde julio se ubicó en torno al 2 por ciento mensual, cuando en los meses anteriores llegó hasta el 6 por ciento. La reducción, sin embargo, es una verdad a medias porque recién a esta altura del año la variación de precios está llegando al nivel que tenía antes de las medidas económicas que, de entrada, tomó el macrismo. En el medio, el salario real perdió varios puntos y se destruyó empleo.

Ayer, el director del Indec, Jorge Todesca, pidió “tener un poco de paciencia para que baje la inflación”. “La tendencia es a la baja. No estamos teniendo picos, fuera de cuando se aplican los aumentos de tarifas. La suba de precios en alimentos se estaba ubicando en el 2 por ciento y ahora está en 1,5 o 1,6 por ciento. Esperamos que esta tendencia se consolide porque representan el 36 por ciento del índice de precios”. Además, estimó que es “razonable” que la inflación se ubique entre el 17 y el 20 por ciento en 2017.

Si la inflación se acerca a las previsiones del Banco Central, el Gobierno lo presentará como un éxito rotundo. Sin embargo, la variación de precios entre octubre de 2015 y el mismo mes del año anterior, es decir inmediatamente antes de la vigencia de la actual política económica, fue del 23,8 por ciento según el Instituto de Estadísticas porteño. De modo que la “drástica reducción de la inflación” que se verificaría el año que viene convendría compararla frente al 44,8 por ciento de inflación que se registraron en los últimos doce meses, productos de las medidas económicas del macrismo.

El último indicador que publicó el Indec en materia de precios es la variación de noviembre, con una suba mensual del 1,6 por ciento impulsado por alimentos y bebidas y equipamiento para el hogar. El Indec se ubicó por debajo de la estimación de la ciudad de Buenos Aires, que fue de 2 por ciento, y del Indice Congreso, del 1,9 por ciento.