La palabra "juicio - político" es una contradicción extrema, como también lo es "segundo - infinito" o "sol de media noche". Antípodas irreconciliables que sólo debería existir en las historias de los cronopios y famas de Cortázar, o en el mundo de los seres imaginarios de Borges; ya que el don de impartir justicia independiente e imparcial no debe mezclarse nunca con aquella política mefítica que la instrumentaliza para fines viles. Lamentablemente, este oxímoron se está instalado en varias latitudes de la región contra líderes progresistas que encabezaron las más importante reformas estructurales en la historia latinoamericana que devolvieron soberanía y dignidad a millones de personas. Entre ellos, Lula Da Silva, Dilma Roussef, Rafael Correa o Cristina Fernández.

Refiriéndose a la ex mandataria y actual senadora de la República Argentina, Cristina Fernández, hace muy poco el Presidente Evo Morales deploró la lamentable "decisión del juez Federal Bonadio de pedir el desafuero de Cristina Kirchner" expresando que "una vez más se pone en evidencia las estrategias imperiales en contra de la Patria Grande. Nuestra solidaridad con nuestra hermana Cristina". Empatía auténtica de un líder indígena que en la noche más oscura del neoliberalismo, también fue perseguido, procesado, expulsado del parlamento e incluso amenazado en su vida por defender la agenda de una Revolución Democrática y Cultural que vio la luz en Bolivia desde el año 2006 y continua victoriosa al presente.

Es justamente en esta misma causa judicial que se inscribe el abusivo e irracional procesamiento de Carlos Zanini, ex Secretario Legal y Técnico de la Presidencia de la Nación, a quien se le busca atribuir supuesta responsabilidad por la suscripción de un Memorándum de Entendimiento entre la República Islámica de Irán y la República Argentina. Instrumento que no cambió en absoluto la postura oficial de la República Argentina sobre el caso AMIA que fue fielmente observada por el Ex-presidente Néstor Kirchner. No obstante, éste caso se ha convertido en el lecho del nuevo Procusto argentino, quien intentar inmolar a sus enemigos políticos forzando a que quepan  a cualquier costo en sus acusaciones imaginarias, ya sea tratando de amputar su buena fe o bien intentando desmembrar su honor a martillazos para "hacerlos caber" en una condena política anunciada. 

Bajo esta estratagema, Zannini, fue acusado de traición a la patria, encubrimiento agravado por el hecho precedente por su condición de funcionario público y obstrucción por un alto funcionario de Estado. Afortunadamente, hace poco la delirante tesis de la existencia de una guerra (base universal del delito de traición a la patria) fue eliminado por la Cámara Nacional de Apelaciones, cayendo por el suelo ésta increíble acusación. Como lo afirmara el filósofo inglés Francis Bacon "La verdad es hija del tiempo, no de la autoridad", por lo que a la larga, estamos seguros que pesarán más los 30 años de la carrera pública intachable de Carlos Zannini y los más de 12 millones de votos de argentinos, que en su momento confiaron en él como un hombre integro y servicial para ocupar la Vice-presidencia de la República Argentina.

Con asertiva inteligencia, el Profesor Eugenio Zaffaroni ha bautizado ésta "nueva edad media" del poder judicial argentino, bajo el término de "Law-Fare" (law: derecho y war-fare: guerra) o "guerra judicial" que líderes como la ex-presidenta Fernández y Carlos Zannini deben enfrentar hoy en día. No obstante, es justamente en estos tiempos de tribulación en que las fuerzas de la dignidad, la verdad y la solidaridad latinoamericana tejen entre sí una red invisible, que sin duda rescatará pronto a nuestras naciones de estos nuevos Procustos.

Héctor Arce Zaconeta es ministro de Justicia y Transparencia Institucional del Estado Plurinacional de Bolivia