Hoy arranca la novena edición del Ciclo de teatro de títeres y objetos que desde 2010 viene realizando el Centro Cultural de la Cooperación (Av. Corrientes 1543). Con las cuatro obras que se presentan los sábados y domingos de febrero, renueva la apuesta de apuntar a todo público: la natural asociación de los títeres con los más chicos, pero también atraer a jóvenes y adultos. Es que en referencias de los antiguos Egipto, Grecia, Roma o India se hacen las primeras menciones a títeres o marionetas que representan historias, leyendas o pasajes religiosos, y allí el público era todo lo amplio que podía ser, tradición que intentan retomar en este ciclo. “El CCC se distingue por tener un lugar preferencial para el arte de los títeres durante todo el año”, dice Karina Gozzi, una de las organizadoras. “Lo que hacemos con este ciclo es incorporar obras de distintas técnicas, dramaturgias, puestas y estéticas, y tratamos de también de visibilizar obras que amplíen el público de los títeres y objetos”, destaca Gozzi. 

Las propuestas de este año combinan las técnicas de manipulación de diversos tipos de títeres (de guante, de mesa, lambe lambe, miniaturas) con máscaras, música y actores. Una muestra de calidad artística en la que diversas disciplinas pivotean sobre esos pequeños personajes que cobran vida sobre el escenario. Diarios de 15 es una obra de la Compañía de Titiriteros de la UNSAM, basada en notas y cuadernos de adolescentes escritos entre las décadas de los 70 y 2000 para formar pequeñas piezas individuales sobre contextos y vivencias de cada época; por su parte, Tarabust aborda la problemática del lenguaje a través de un títere-niño al que sus padres intentan hacer hablar y en ese juego el espacio y los personajes se transforman poéticamente; en Beethoven la compañía BabelTeatro vuelve a abordar el tema de la música clásica a través de la vida del autor de Para Elisa, su sordera y su capacidad creativa; y Argentina en miniatura es un recorrido a través de músicas y títeres “espiados” que narran historias de seis provincias de nuestro país.

Luciano Mansur de Diarios de 15, Daniela Fiorentino y Carlos Peláez de Tarabust, Gabriela Marges de Beethoven y Javier García de Argentina en miniatura hablan sobre sus obras, el ciclo del que participan y, por supuesto, el teatro de títeres y objetos. “A veces pasa que cuando digo que hago títeres para adultos, me preguntan si son porno”, rompe el hielo Peláez, y abre el debate: ¿hay títeres para adultos? Todos coinciden en que su relación casi exclusiva con el mundo de los chicos es una “cuestión cultural”. Marges sostiene que el títere “recupera nuestra etapa animista, de creer que todas las cosas tienen vida. ¡Una mesa no puede ser mala! Entonces, cuando el títere está bien hecho y se logra una buena animación de ese objeto, se relaciona con esa etapa inconsciente del adulto”, analiza, y Mansur recuerda que en algunas culturas orientales es común ver a adultos en espectáculos de títeres. “Este ciclo pone en evidencia que el teatro de títeres es para todas las edades. Los objetos son el origen del teatro”, explica.

–¿Se acuerdan del momento en el que decidieron dedicarse a los títeres?

Carlos Peláez: –Lo mío es una situación traumática: fui a un colegio alemán y en mi familia no hay ningún alemán. Me enseñaban el idioma con los títeres. ¡Siempre quise comprar el títere con el que la profesora enseñaba alemán! (risas).

Daniela Fiorentino: –Yo vengo de las artes plásticas, y viví mucho tiempo en la casa de Antonio Berni. Mirando los cuadros, de verdad sentía que tenía que sucederles algo animado. Después de un tiempo, fui a la escuela de titiriteros de Ariel Bufano, y cuando entré se lo conté a mis viejos y hubo un silencio... Me apoyaron, pero en ese momento fue silencio (risas). Todos esperaban que fuera pintora...

Luciano Mansur: –Yo vengo del teatro, y no encontraba ese encanto que creía que tenía la actuación. En un viaje por el continente me encontré con muchos titiriteros, y al ver guantes me divertí mucho. Son tan desfachatados y críticos, les podés hacer cosas locas como sacarles la cabeza y volver a ponérsela, y me gustó tanto que de actor llegué al mundo de los títeres.

Gabriela Marges: –En la escuela de Ariel Bufano nos explican que la palabra marioneta deviene de “animar a María” en los actos sacramentales. Y ahí hice un click, porque mi abuelo trajo al país los primeros moldes de artesanía religiosa, y yo jugaba en el taller de mi viejo donde había santos de todas las medidas. Con mis hermanos jugábamos a moldear, y si había pesebres armados los animábamos. Javier García: –Me fui metiendo en este mundo porque tenía ganas de jugar. Crear historias, darle vida a los títeres, juntarme con otros a armar muñecos y hacer una obra. ¡Juguemos! Y acá estamos. 

* Toda la programación en www.centrocultural.coop