El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, hizo foco ayer en la salud mental y no en la falta de control en el acceso a las armas en su país. En su discurso a la nación tras la masacre del miércoles en una escuela secundaria de Parkland, Florida, en la que un ex estudiante de 19 años mató a 17 personas e hirió a otras 14. Sin precisar una fecha, el presidente estadounidense dijo que visitará la ciudad de Florida para brindarle consuelo a los afectados y continuar coordinando la respuesta federal.

El mandatario consideró que el tiroteo en Parkland demuestra la necesidad de  trabajar con las autoridades locales para ayudar a asegurar las escuelas y afrontar el difícil tema de la salud mental. “Tantas señales de que el tirador de Florida estaba mentalmente perturbado, incluso expulsado de la escuela por errático y mal comportamiento”, tuiteó el presidente ayer. “Vecinos y compañeros de clase sabían que representaba un gran problema. Deben siempre reportar estos casos a las autoridades, ¡una y otra vez!” Así, aunque puso el foco en la salud mental del atacante -como ya ha hecho luego de otros episodios similares- y no en el control sobre el acceso y tenencia de armas, Trump firmó el año pasado una ley que autoriza a enfermos mentales a comprar armas nuevamente, eliminando una regulación al respecto de su antecesor, Barack Obama. Asimismo, el presidente afirmó que asegurar mejor las escuelas será una prioridad máxima durante un encuentro previsto este mes con gobernadores y fiscales generales de todo el país, añadió el mandatario. 

En sintonía con la postura de Trump, en una conferencia de sheriffs ayer, el fiscal general Jeff Sessions dijo que encargará una investigación del Departamento de Justicia sobre cómo se cruzan las enfermedades mentales y los crímenes violentos. “No se puede negar que algo peligroso y dañino está sucediendo en nuestro país”, afirmó ante los sheriffs. Por su parte, el sheriff del condado de Broward Scott Israel prometió estar muy activo en demandar que Estados Unidos encuentre maneras de impedir los tiroteos masivos.

Nikolas Cruz, de 19 años, fue imputado ayer por 17 cargos de homicidio premeditado luego de haber sido interrogado durante horas por autoridades estatales y federales, y se espera que esta tarde comparezca ante un juez por primera vez desde la masacre. De ser hallado culpable y si el jurado lo recomienda de manera unánime, el juez podría condenarlo a la pena de muerte, en línea con la ley de Florida. 

En el tiroteo en la escuela secundaria a una hora en auto al norte de Miami, además de las personas asesinadas, 14 resultaron heridas. Se trata una de las 10 matanzas más letales de su tipo en la historia moderna de Estados Unidos y la más mortífera en una escuela desde que un joven de 20 años asesinó a tiros a 26 personas en un colegio Sandy Hook de Newtown, Connecticut, en diciembre de 2012. La masacre volvió a revivir el debate en Estados Unidos sobre el control de las armas. No obstante, Trump no hizo referencia a una eventual legislación que pueda restringir las ventas de armamento, a pesar de las súplicas de algunas víctimas de Florida, que urgieron al Gobierno a hacer más en este tema. Una de las estudiantes sobrevivientes que antes era muy entusiasta de las armas y que incluso quería ser miembro de la Asociación Nacional del Rifle, declaró que todo había cambiado: “No quiero ser ni siquiera la persona que apunte una bala a alguien. Y que esa bala me apunte a mi, a mi escuela, a mis compañeros y mis profesores, es definitivamente esclarecedor al hecho de que necesitamos más control de armas en nuestro país”, dijo la adolescente citada por el diario Washington Post. Otra estudiante, en el mismo medio, dijo: “Esto no debería estar pasando más. Nadie merece que le pase esto. Ninguna cantidad de dinero debería facilitar el acceso a las armas”. 

Un estudiante, David Hogg, dijo a la CNN que comenzó a entrevistar y a grabar a sus compañeros, minutos después del tiroteo porque así tendría una historia que contar en caso de que muriese. “Una historia que hiciera eco y que mostrase a las personas que hay un asunto serio en este país que la gente necesita afrontar, y darse cuenta de que se está derramando sangre en los pisos de las aulas estadounidenses.”

El gobernador de Florida Rick Scott se sumó al debate y llamó a una mejor regulación para mantener a personas psíquicamente inestables lejos del acceso a las armas. “Necesitamos asegurarnos de que individuos con enfermedades mentales no toquen una pistola”, dijo el político republicano durante una conferencia de prensa en Parkland.

Aunque la cifra total de muertos difiere según cómo se definan los tiroteos, la organización anti violencia con armas Everytown For Gun Safety ha documentado 290 tiroteos fatales en escuelas de Estados Unidos desde 2013, siendo el de Parkland el número 18 de este año.