En su libro “Argenpapers”, los periodistas Santiago O’Donnell y Tomás Lukin narran cómo en abril de 2016 Mauricio Macri apareció en las primeras informaciones mundiales de presidentes con empresas o cuentas offshore y al final no pagó las consecuencias. Y agregan: “Pero no todas las víctimas de los Panama Papers tuvieron la misma suerte. El primer ministro islandés Sigmundur Gunnlaugsson fue emboscado en plena entrevista televisiva. Al no tener respuestas sobre una empresa offshore que había ocultado en sus declaraciones y vendido a su esposa por el módico precio de un dólar, huyó despavorido de las cámaras y al poco tiempo, ante una ola de protestas, debió renunciar. El video rápidamente se convirtió en el ícono visual de los Panama Papers”.

Gunnlaugsson no utilizó entonces ni al equivalente local de una Oficina Anticorrupción para calmar los ánimos ni centró toda su defensa en la legalidad o ilegalidad de la offshore. Tampoco dijo que al final un dólar es poco y a quién le importa. Como los islandeses ven mal las offshore por la crisis financiera que padecieron, el jefe del gobierno renunció. Política en estado puro.

Los habitantes de Islandia tenían una percepción muy cercana a la realidad. Escriben Lukin y O’Donnell: “Contrario a la idea difundida por la mayoría de los medios, que asocia los flujos ilícitos a la corrupción gubernamental y otras actividades criminales, las fuentes principales para las maniobras financieras y comerciales abusivas son las grandes corporaciones y sus directivos, dueños de pymes, profesionales muy exitosos, celebridades y herederos de grandes fortunas. El director de la organización Global Financial Integrity, Raymond Baker, estimó que los actores económicos privados explican alrededor del 63 por ciento del total de flujos financieros ilícitos globales. El restante 37 por ciento se origina en actividades estrictamente criminales de todo tipo, y de esa porción, la corrupción gubernamental alcanza a ‘sólo” 3 puntos porcentuales”.

Los lectores verán dónde colocan a Mr. Gilligan. En cuanto a Mauricio Macri, su estrategia siguió algunos criterios que luego se hicieron comunes al resto de los funcionarios involucrados en firmas offshore:

Luego de los fallos Macri al fin pudo decir, feliz, que se había puesto a disposición de la Justicia y que la Justicia no había encontrado nada.