El Gobierno argentino emitió en dos meses de 2018 unos 15 mil millones de dólares de nueva deuda. Se trata de la mitad de los bonos que pretende colocar a lo largo de todo el año para cerrar los desequilibrios de las cuentas externas y el bache del presupuesto. El ritmo de endeudamiento de la Argentina fue a pasos acelerados en los últimos dos años y ya se acumuló una emisión de casi 100 mil millones de dólares. La dinámica pone nerviosos a inversores de la city porque saben que en Argentina, si no se pone límites al endeudamiento, el riesgo de un incumplimiento crece con déficit comercial récord y 5 puntos de déficit fiscal.

El problema, más allá de la preocupación razonable de los inversores locales, no es sólo para el mercado de la deuda argentina. El aumento de los pasivos a partir de 2012 fue una tendencia repetida en toda la región.  Economistas advierten que se están dando condiciones para un revival de la crisis de deuda en Latinoamérica de los ‘80. “La caída de los precios de las materias primas (agropecuarias, metales preciosos y energía) en los últimos años fue fuerte y empezó a generar una dependencia cada vez más pesada de la deuda externa para las economías de la región, las cuales hasta hace pocos años mostraban una relación saludable en el ratio de deuda sobre el PIB”, explicó a Cash el investigador del Citra-Conicet Pablo Wahren.

Latinoamérica empezó a mostrar desde 2013 una importante suba de sus pasivos en dólares. En Chile la deuda externa respecto del Producto Interno Bruto pasó en los últimos cinco años del 47 al 67 por ciento. En México se elevó del 20 al 38 por ciento. Los datos de la consultora Latin Focus agregan que en Paraguay se pasó del 46 al 58 por ciento, en Uruguay del 40 al 77 por ciento, en Colombia del 24 al 43 por ciento y en Bolivia del 25 al 33 por ciento. En la Argentina se elevó del 25 al 36 por ciento, aunque la suba no fue gradual. La relación deuda/producto se mantuvo estable en torno al 25 por ciento entre 2013 y 2015, y a partir de 2016 hubo una marcada aceleración de los pasivos con acreedores internacionales.

Uno de los elementos claves que explican esta tendencia es la caída de las materias primas. El preció internacional del petróleo bajó 50,8 por ciento entre 2013 y 2017, en tanto que el cobre cayó un 21,5 por ciento y la soja retrocedió un 30,3 por ciento. Estas son las tres principales materias primas de la región y que explican una gran parte de los ingreso por exportaciones. La caída de recursos extraordinarios de los commodities generó un fuerte incentivo para recomponer el ciclo de la deuda observado en décadas anteriores.

“El fuerte endeudamiento de los últimos dos años en la Argentina compensó todo lo que no se tomó de deuda entre 2012 y 2015, mientras la región aumentaba el ritmo de colocación de deuda”, planteó Wahren. El problema de la Argentina es que suben sus pasivos en moneda extranjera pero no se generan mecanismos para garantizar el repago. Las exportaciones en los últimos cuatro años pasaron de 80 a 60 mil millones de dólares, una caída del 20 por ciento. Las importaciones, en cambio, no se han detenido e incluso aceleran su ritmo de crecimiento. En 2017 la Argentina registró un déficit en el intercambio comercial de 10 mil millones de dólares. Un gran problema para las cuentas externas si se tiene en cuenta que la fuga de capitales por ahorro de divisas suma unos 3 mil millones de dólares al mes y el rojo del turismo arroja un rojo de casi 1000 millones.