Un día como mañana, 22 de diciembre, pero de 1933, el poeta, músico, dramaturgo y conferenciante español Federico García Lorca visitaba la ciudad de Rosario. No existía el aire acondicionado, y pese al calor veraniego el joven poeta moderno convocó al público culto al teatro con un carisma como el que luego irradiaría una estrella de rock internacional. Venía aureolado por el éxito de la puesta en escena en Buenos Aires de su poema dramático Bodas de sangre por la compañía de Lola Membrives, éxito que se acrecentó en el teatro Odeón de Rosario. Daría su conferencia en el Colón (actualmente, teatro El Círculo). 

Si bien ya nadie vive que recuerde haber estado allí, luego de leer el extenso y apasionante libro de Daniel Feliu sobre esa visita creeremos ser uno de aquellos privilegiados. Publicado por el sello rosarino Baltasara Editora, sus 204 páginas ilustradas con fotos periodísticas y recortes de prensa vuelan como escenas de un documental o de una biopic. El libro nace del testimonio de Horacio Correas, recuperado por Raúl Gardelli y ampliado a través de fuentes cuya lista ocupa dos páginas. Daniel Feliu (Marcos Juárez, Córdoba, 1976) es actor, dramaturgo e investigador de historia del teatro.

García Lorca, el duende en Rosario debe el insólito "duende" del título al de la conferencia que vino a decir el poeta, y cuyo texto se incluye completo. En "Juego y teoría del duende: el enigma del alma española", García Lorca toma un mito popular del sur de España para desarrollar una construcción ensayística sobre la inspiración en las artes performáticas: música en vivo, poesía hablada. Su lenguaje deslumbra con audaces metáforas de vanguardia. Conjugar la forma novedosa con el valor ideológico del rescate de lo popular era un ideal que expresaba tensiones políticas del momento; mientras la burguesía culta de Rosario aplaudía a Federico, sus instituciones no incluían fácilmente en los salones de arte al realismo social local. Tensiones que no tardaron en manifestarse en la realidad de España con los conocidos resultados trágicos: una guerra civil donde ganaron los malos, ahogando a la España republicana en un baño de sangre que incluyó la performance franquista de fusilar a la estrella en 1936.

Tres años antes, junto al "río enjaulado" de la anécdota más contada y quizás apócrifa ("¡Tenéis un río! ¡Y lo habéis enjaulado!", habría dicho el ilustre visitante), los presagios se diluían entre magníficas demostraciones de sociabilidad. García Lorca se bajó junto con el periodista Pablo Suero en la estación Sunchales, tocó el piano en el Club Español (hay registro fotográfico), visitó el Hospital Español, elogió a la comunidad española en Rosario, dedicó ejemplares del Romancero Gitano haciendo dibujos a mano alzada y recibió los elogios efusivos de una prensa local normalmente cauta. Se agrega una historia no contada sobre su encuentro con parientes y con un amigo suyo nada glamoroso, "gallegos" peleando la dura vida del inmigrante.

Todo eso y su trasfondo (Rosario, pero también Buñuel y Dalí) es narrado combinando el rigor histórico del investigador con el realismo vivaz del dramaturgo. El relato se agiliza aún más al incluir breves citas, intercaladas con la memorabilia en un cuidado montaje editorial cuyo efecto es el de un libro de recuerdos, digno del poeta que dijo en Pequeño vals vienés: "Dejaré mi alma en fotografías y azucenas".