En la Ciudad de Buenos Aires, la desocupación se registra más en mujeres que en varones (9,9 de ellas, frente al 6,4 de ellos), y la Tasa de actividad indica que el 72 por ciento de los varones está económicamente activo, frente al 58 por ciento de las mujeres. En los cargos directivos, el techo de cristal sigue gozando de excelente salud, lo mismo que la carga horaria de las tareas de cuidado, que siguen recayendo mayormente sobre las mujeres. Así lo indican los datos del Sistema de Indicadores de Género que reúne información sociodemográfica económica y política para visibilizar las desigualdades entre varones y mujeres, presentado ayer por el Gobierno de la Ciudad. El sistema contó con el apoyo de la oficina regional de ONU Mujeres, que revisó técnicamente los indicadores, mientras que la información fue organizada bajo el marco teórico propuesto por la División de Asuntos de Género de la Comisión Económica para América Latina de Naciones Unidas (Cepal). Para la construcción de las dimensiones, el equipo técnico contó con el asesoramiento de expertas como Corina Rodríguez Enríquez (especialista en economía feminista e investigadora del Centro Interdisciplinario para el estudio de las Políticas Públicas –Ciepp–), Diana Maffia (experta en género y Directora del Observatorio de Género en la Justicia del Consejo de la Magistratura de la Ciudad de Buenos Aires) y Natalia Gherardi (Directora del Equipo Latinoamericano de Género –ELA–).

El Sistema de Indicadores, que funciona dentro del sitio web de estadísticas de la Ciudad (www.estadisticaciudad.gob.ar/eyc/?page_id=74588), dispone la información a partir de 87 indicadores distribuidos en tres dimensiones: autonomía económica, autonomía física y autonomía para la toma de decisiones; además, provee indicadores sociodemográficos e indicadores de gestión.

Algunos ítems todavía no registran información, pero los datos disponibles recorren la brecha de género en distintas expresiones. La Tasa de actividad, muestra una diferencia de 14 puntos: 72 por ciento de varones activos frente a un 58 por ciento de mujeres. En tanto la Tasa de desocupación indica que hay un 9,8 por ciento de mujeres sin trabajo frente a un 6,4 de hombres. En puestos de dirección, los números muestran que el “techo de cristal” –el límite impuesto por las empresas  al desarrollo de las trayectorias laborales de las mujeres– no se ha perforado: al 2,2 por ciento de mujeres se opone el 3,5 de los varones. El único sector del empleo donde las mujeres registran más presencia es en la categoría Ejecución directa de tareas administrativo-contables: 31,6 por ciento frente al 20,2 de los hombres. Y se igualan en un 2,2 en la jefatura intermedia administrativo-contable.

También el trabajo de cuidado no remunerado está desigualmente distribuido. La Tasa de participación de la población de 15 a 74 años, de lunes a domingo, en trabajo doméstico no remunerado es de 92,6 por ciento entre las mujeres y sólo un 65,8 de los hombres. En las tareas de cuidado de los hijos e hijas, personas mayores y enfermas, las mujeres superan bastante el tiempo diario de los hombres: 5,29 versus el 3,36.

En cuanto a autonomía física, se muestra el incremento de las denuncias de mujeres recibidas por la Oficina de Violencia Doméstica (OVD) de la Corte Suprema de Justicia de la Nación, que pasó de 5.379 denuncias en 2010 a 10.719 en 2016.

La directora ejecutiva del Ela, Natalia Gherardi, dijo a PáginaI12 que “reunir los indicadores de género en varios niveles, visibilizar la información que muestra las brechas y ponerlas en un sitio es importante. Es una buena herramienta en la medida en que se utilice para diseñar política públicas y monitorear sus avances”. “No tenemos mucha cultura de construcción de información y disponibilidad de los datos. Y eso es una cultura que hay que construir. La información es siempre valiosa, para la propia ciudad para diseñar y monitorear los avances, es útil para la sociedad civil para controlar y exigir mejoras, y para al academia es necesaria”, sintetizó.

La dimensión económica está conformada por cinco subcategorías: acceso a recursos económicos, acceso a puestos jerárquicos, brecha salarial, acceso a credenciales (escolarización) y trabajo no remunerado; la autonomía física, en tanto, está integrada por ítems que miden el acceso a la salud y salud sexual y reproductiva, la violencia de género, y la seguridad en el espacio público. Por último, la autonomía en la toma de decisiones se completa con las mediciones de participación en la política y la participación en puestos de decisión. En todos los casos, se trabajó en base a datos relevados por la Dirección General de Estadística y Censos de la Ciudad en 2016.

Un punto novedoso del Sistema, según contó a este diario la ministra de Desarrollo Humano y Hábitat de la Ciudad, Guadalupe Tagliaferri, “es que el sistema registra el uso que hacen las mujeres de la ciudad”, al establecer un Índice de feminidad de asistentes a actividades libres en polideportivos, contabilizar las visitas a Estaciones Saludables, entre otros puntos.