“Yo Carlos Alberto quiero llamarlos por su nombre a ustedes Beatriz, Teresita, Gladys, Alicia, José Fernando, Facundo, Pablo, Marcelo y José, diputados tucumanos, para decirles que tienen un nombre porque tienen vida y tienen la responsabilidad que les ha confiado el pueblo tucumano: voten por la vida, por el cuidado y defensa de la vida de todo argentino porque vale toda vida”. El que habla es el arzobispo Carlos Sánchez durante el Tedeum que brindó en la Catedral de Tucumán como parte de los actos protocolares por el 25 de mayo. Las personas a las que interpela por su nombre de pila son los diputados nacionales por Tucumán: Beatriz Ávila, Teresita Villavicencio, Gladys Medina, Alicia Sorarire, José Fernando Orellana, Facundo Garreton, Pablo Yedlin, Marcelo Santillán, José Cano. Ayer, con un sermón, el prelado los increpó para que voten en contra del proyecto de ley para la interrupción voluntaria del embarazo que se discutirá el 13 de junio en Diputados y que viene siendo objeto de un debate multitudinario en el Congreso: trece audiencias por las que ya pasaron más de cuatrocientos expositores.

El “apriete” de estos nueve legisladores fue presenciado por el gobernador tucumano Juan Manzur, quien sentado en primera fila junto a su esposa, escuchó la homilía con motivo de los 208 años de la Revolución de Mayo. También estuvo allí el intendente de San Miguel de Tucumán, Germán Alfaro. A la salida de la Catedral, tanto Manzur como Alfaro coincidieron en su valoración del mensaje del arzobispo, les pareció “brillante”.

El mensaje para nada elíptico del arzobispo llega en un momento clave, a pocos días del tratamiento en la cámara baja del proyecto para la legalización del aborto y en línea con lo expuesto ayer por el cardenal Mario Poli durante el Tedeum realizado en la Catedral Metropolitana, al que asistió el presidente Mauricio Macri. “La defensa del inocente que no ha nacido debe ser firme, clara y apasionada porque allí está en juego la dignidad”, sentenció Poli.

“Roguemos al Señor que ilumine la mente y guíe la voluntad de los legisladores para que, como ese puñado de argentinos de mayo de 1810, tomen la valiente decisión de asumir la responsabilidad de legislar por el bien de todos los argentinos, porque vale toda vida”, continuó Sánchez, quien parece haber recurrido a la presión de los diputados como gesto desesperado. Minutos después, durante la homilía, el arzobispo no se privó de conectar el debate por el derecho a decidir con el mundial: “Porque somos hogar, familia y hermanos, nacidos en esta bendita tierra, anhelamos ser una nación que escuchemos los gritos de los hermanos que sufren, los ignorados, marginados, excluidos, despreciados y no apaguemos, con la muerte, la voz de los que no tienen voz, pero que late su corazón en el seno materno; luchemos por vivir en libertad sin que los goles del mundial hagan callar esas voces”.

Este fue el primer Tedeum como arzobispo de Sánchez, quien fue nombrado por el Papa Francisco en agosto de 2017 en reemplazo de Alfredo Horacio Zecca. Sánchez desarrolló su sermón en torno a “la progresiva pérdida de valor de la vida” y conjugó su preocupación por la pobreza estructural y la marginalidad en la provincia con mensajes llamados “próvida”. No es la primera vez que hace uso de este tipo de métodos. Antes de su nombramiento, cuando era párroco de La Victoria-Basílica Nuestra Señora de la Merced en San Miguel de Tucumán, ya había usado los nombres propios como forma de “escrache”. En marzo de 2017, después de la marcha del 8M por el Día de la Mujer Trabajadora ventiló los nombres y apellidos de un grupo de socorristas tucumanas que durante la manifestación denunciaron las muertes por abortos clandestinos con una performance de una virgen embarazada. Los nombres de las chicas fueron reproducidos en los medios locales con foto y el clérigo pidió durante una misa que las echaran de sus trabajos. No son hechos desconectados. Tucumán es una de las provincias que no adhirió a la ley de Educación Sexual Integral aprobada hace casi 12 años y donde se han dado casos emblemáticos de violencia contra las mujeres, como la historia de Belén, la joven que pasó casi tres años presa acusada de homicidio, sin pruebas, después de haber sufrido un aborto espontáneo. Belén fue denunciada por los médicos del hospital a donde se fue a atender, quienes entre otros delitos violaron el secreto profesional.